La cuestión: Muface o SES
Pública o privada. El gobierno de Felipe González ya quiso eliminar los privilegios funcionariales
En enero de 2003, entrevisté a Guillermo Fernández Vara, que en ese momento era consejero de Sanidad. Le pregunté por la sanidad de los funcionarios ... acogidos a Muface y a otras mutuas y me confesó que los primeros gobiernos de Felipe González habían estado a punto de llevar a los funcionarios de la enseñanza, la justicia, militares, etcétera a la sanidad pública, eliminando lo que entonces (y ahora) se entendía como un privilegio, pero que no se habían atrevido. Eran los años posteriores al 23F y temían que los militares se molestaran.
Fernández Vara declaraba en esa entrevista: «Los funcionarios se acogen a Muface no porque crean que los van a tratar mejor como pacientes, sino como personas. Cuando ofertemos la epidural, cama individual, pediatría por las tardes, los dejaremos sin argumentos». Han pasado casi 22 años de esa entrevista y ni la epidural, ni las camas individuales en algunos hospitales han convencido a los funcionarios para cambiarse en masa a la sanidad pública.
La que sí está haciendo cambiar de opinión, y de adscripción sanitaria, a profesores, oficiales de juzgado y militares es comprobar cómo, tras la pandemia, ha habido tal aumento de asegurados privados que hoy, ir a hacerse unos análisis clínicos o visitar al médico de cabecera de Asisa, DKV o Adeslas es tan engorroso como hacerlo en el ambulatorio de zona del Servicio Extremeño de Salud (SES).
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Y qué decir de los servicios de Urgencias. La misma aglomeración te sueles encontrar en la privada que en la pública, pero el servicio de la pública no admite comparación. Al comprobar estas situaciones, cambiarse de Muface al SES se ha convertido en una opción interesante. Añadamos que los boomer de alrededor de 60 y, por tanto, con más achaques, saben dónde están los mejores cuadros médicos y, a cierta edad, siguiendo el razonamiento de Guillermo Fernández Vara, los ciudadanos prefieren que los traten mejor como pacientes que como personas.
Otro dato importante de índole más afectiva que clínica: los médicos del SES suelen ser jóvenes y su trato asombra a los pacientes por la cercanía y la sencillez. El tópico, seguramente falso, del doctor establecido y distante se ha quebrado con las nuevas generaciones de especialistas y médicos de familia con lo que se suma el buen trato personal al buen trato profesional.
Ítem más, Cáceres y en menor medida Badajoz no son ciudades donde haya grandes hospitales privados de referencia y esta es otra razón por la que los funcionarios públicos del llamado Régimen de Clases Pasivas optan cada vez más por la sanidad pública.
Pertenezco a Muface desde los 23 años. Saqué unas oposiciones y me adscribí a la sanidad mutualista sin pensarlo mucho. Es más, no recuerdo si me dieron otra opción y, sobre todo, a esa edad la salud te importa un pimiento, te crees eterno e invencible y no valoras la sanidad. Lo cierto es que, a lo largo de muchos años, solo he ido al médico de cabecera para que me recete jarabes y, a partir de cierta edad, para que estudie mis análisis clínicos y obre en consecuencia.
Pero soy incoherente y simple como el que más. Hace un par de meses, tras pasar mi tercer covid, me mareé en un entrenamiento y perdí el sentido. La entrenadora llamó al 112, que acudió raudo, pero al saber que no tenía tarjeta del SES, me informaron de que no me podían llevar a las urgencias de un hospital privado, sino a la pública, con el consiguiente papeleo y complicaciones posteriores. No pasó nada, era una simple bajada de tensión. Agua, algo de comer y una decisión inmediata: en enero me paso al SES.
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