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El peligroso enemigo de su familia en Gata
En 1981 un joven de 21 años mató con un hacha a su abuelo; una vez que cumplió condena volvió a vivir con su madre, a la que golpeó en la cabeza con un azadón cuando dormía
Un parricida, según la Real Academia de la Lengua Española, es quien mata a un pariente próximo, especialmente al padre o a la madre. En ... la localidad de Gata, en una familia tuvieron la desgracia de que uno de sus miembros, un joven, matara a su abuelo. Fue condenado. Cumplió condena, y al salir de la cárcel atacó a su madre: le golpeó en la cabeza cuando estaba indefensa durmiendo.
El parricidio ocurrió a las nueve de la mañana del 13 de julio de 1981, cuando un vecino de Gata de 77 años tuvo la desgracia de encontrarse en la calle con su nieto de 21, con el que tenía mala relación. Discutieron, el abuelo amenazó al nieto con el bastón, y entonces el joven se fue a la casa en la que vivía con sus padres, cogió un hacha grande y fue en busca del abuelo.
No le agredió con la parte cortante del hacha. Lo hizo con la posterior, pero le dio tan fuerte que acabó con su vida. Dos de los golpes que tenía la víctima fueron mortales, uno en el lado derecho de la cabeza y otro en el izquierdo. El nieto, al ver a su abuelo moribundo en el suelo escapó hacía el monte, en cuya cima está la imponente torre de Almenara.
Una ambulancia llevó al herido a la Residencia Sanitaria de Cáceres (el Hospital San Pedro de Alcántara), donde ingresó cadáver.
Una navaja y una sartén
La Guardia Civil comenzó a buscar al criminal. Y dio con él al día siguiente. El joven aguantó en el monte la noche de verano, pero de madrugada volvió a la casa de su familia en donde se escondió.
Con el permiso de sus padres los agentes entraron en la casa, en donde encontraron al acusado escondido en una gran caja de cartón. Al pedirle los guardias que se entregara, él se negó, haciéndoles frente con una navaja abierta en una mano y una sartén en la otra. Tuvieron que usar la fuerza para reducirle y llevarle ante el juez, que ordenó su ingreso en prisión.
El juicio no tardó, fue a los diez meses de ocurrir el crimen. El 25 de mayo de 1982 el nieto se sentó en el banquillo de acusados de la Audiencia Provincial de Cáceres, que entonces estaba en al Palacio de Justicia que ahora es sede del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.
El fiscal pidió que fuera condenado a 30 años de prisión, mientras que el abogado defensor solicitó una pena mínima, al considerar que el joven se había defendido, que había actuado en legítima defensa.
El tribunal destacó en la sentencia la escasa cultura del acusado, y que los informes forenses señalaban que padecía una oligofrenia en primer grado, con notoria disminución de sus facultades mentales y de control de su voluntad. Los médicos forenses decían que, «aunque la intensidad de tal limitación no llega a la plenitud necesaria para eximirle de responsabilidad, por no sufrir abolición total de las facultades psíquicas, sí le convierten en sujeto de imputabilidad disminuida al carecer de total control de sus actos».
Con este informe el tribunal aplicó la atenuante de debilidad mental, condenando al procesado a 17 años de prisión, también se le condenaba a pagar un millón de pesetas (6.000 euros) a los hijos del fallecido, incluida su madre, ya que a quien había matado era su abuelo materno. También se le imponía una multa de 35.000 pesetas (212 euros) por el delito de resistencia a agentes de la autoridad.
El crimen conmocionó a la localidad de Gata, que entonces tenía 2.345 habitantes. Ahora son 1.413 los vecinos.
El condenado tenía 22 años, y debió ser uno de los primeros presos en el entonces recién inaugurado Centro Penitenciario Cáceres II, en donde se encarcelaba a jóvenes de toda España desde los 16 a los 25 años.
Cuando cumplió los 25 el parricida de Gata ya fue trasladado al Centro Penitenciario Cáceres I, la llamada 'cárcel vieja' que está en la avenida Héroes de Baler, y que se cerró en el año 2000.
Fue condenado a 17 años de cárcel, pero a los 11 ya estaba en libertad y volvió a ocupar espacio en las páginas de sucesos de los periódicos, ya que agredió a su madre.
Con un azadón
Al salir de la cárcel volvió a Gata, en donde su madre le dio cobijo en su casa. No se sabe qué le pasó por la cabeza, pero a las ocho de la mañana del 9 de septiembre de 1992 cogió un azadón de labranza y se fue a la habitación de la madre.
Dormía tranquilamente cuando la pobre mujer recibió dos golpes de azadón, los dos en la cabeza. Pudo salir de casa y pedir ayuda. Los golpes con el azadón le produjeron una herida inciso contusa en la región frontoparietal, hematoma en la región frontal derecha y hematoma palpebral izquierdo (hemorragia en el interior del párpado), así como una hemorragia conjutival izquierda. Tardó 10 días en curar.
«Conducta primitiva»
El parricida fue llevado esta vez ante el Juzgado de lo Penal de Plasencia, que le condenó a estar 10 meses en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Sevilla. La condena no fue mayor ya que se le aplicó la eximente incompleta de enajenación mental, al considerar que había atacado a la madre con las facultades de entendimiento y voluntad seriamente disminuidas. La sentencia señalaba que padecía trastornos psíquicos y un retraso mental moderado, lo que le provocaba, decía el tribunal: «Un pensamiento arcaico y una conducta primitiva, siendo proclive a la comisión de delitos en donde se refleja una gran agresividad».
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