Cine y pizarra antes de llegar al vino
Julián Cuéllar Reynolds ·
Su pasión era hacer cine americano, pero terminó exportando pizarra a medio mundo desde Villar del Rey antes de retirarse a su bodega de Arronches, donde ha ganado un prestigioso premio con un vino que tiene el nombre de su madreSu padre decía de él, el sexto de once hermanos, que era un «enreda». Con los años Julián Cuéllar Reynolds reflexionó sobre sí mismo y ... lo comprendió. «Ser un enreda es ser un curioso insaciable y esto me ha llevado, sin quererlo, a ser empresario cuando mi vocación era en realidad la fotografía», explica este pacense ahora convertido en viticultor antes de descorchar una botella de 'Gloria Reynolds', un tinto de su cosecha de 2011 que ha merecido el primer premio de la prestigiosa revista 'Grandes Escolhas'. Lo sirve sobre una mesa de pizarra diseñada por él para las catas que inevitablemente conduce la conversación hacia su pasado reciente al frente de la industria pizarrera de Villar del Rey que dirigió varias décadas y cerró forzosamente, lo que le obligó a reinventarse como empresario.
Viajero incansable, con porte de 'gentleman', amante de las tertulias, la vida en el campo e instalado en la Raya junto a la Sierra de San Mamede, Julián Cuéllar confiesa que a todo se entrega con pasión y si no sabe de algo se rodea de los que saben. No obstante antes de llegar al vino empieza por el principio para que se entienda mejor su peripecia vital, la cual le ha llevado a cultivar viñas ecológicas en una finca de 400 hectáreas cuyos caseríos ha reconstruido poco a poco para instalarse junto a la población portuguesa de Arronches, a apenas media hora de Badajoz, su ciudad de referencia ahora mismo junto a Lisboa.
La sala de catas anexa a las hileras de barriles y toneles exclusivos de roble francés 'Seguin Moreau' fue una antigua cuadra de bueyes . Donde antes había pesebres ahora hay una motocicleta Norton Commando 750, la primera que llegó a España de este modelo y que revela que siempre le atrajo adentrarse en lo inexplorado. En la pared de enfrente, sus antepasados.
«Thomas J. Reynolds (1786-1867) vino desde el Reino Unido a Oporto, donde empezó a producir vinos tranquilos y su hijo primogénito Robert H. Reynolds (1820-1873) se instaló en Alburquerque para montar la primera industria del corcho...». La galería de fotos sigue hasta llegar a su madre, Gloria Reynolds. «De mis hermanos yo he sido el más viajero y sin saberlo he llevado la vida más parecida a mis antepasados, que en su época ya movían empleados entre Inglaterra, España y Portugal mucho antes de que existiera la Unión Europea. Mis tatarabuelos eran unos británicos que se hicieron extremeños y alentejanos al casarse con una española y con una portuguesa, nada común en aquella época colonialista», relata Julián Cuéllar, a quien la cámara del fotógrafo le da pie a hablar de su verdadera pasión, lo que explica su amistad con gente como Lee Marvin o Sean Connery.
Westerns en Almería
Matilde, hermana de su madre, estaba casada con José Gutiérrez Maesso (Azuaga, 1920-Madrid, 2016), guionista, productor y director de cine pionero en westerns europeos en Almería. Julián lo admiraba y esto lo llevó a estudiar cine a la Universidad de Leeds, en Inglaterra, lo que le permitió aprender otro idioma, una ventaja para un español de los setenta.
«Vivía en Inglaterra y yo quería hacer cine americano. Cuando me formé me fui con mi tío a Almería. Allí conocí a actores o productores como Samuel Bronston y terminé de ayudante de dirección para Columbia Pictures. Luego en Madrid creé una productora para documentales. Mi padre estaba horrorizado. Mis hermanos tenían profesiones normales y quería que yo fuera abogado. Al final estudié Comercio, que no sabía que me serviría para ser empresario, pero mi verdadera escuela fueron los americanos. De ellos aprendí la eficacia, ese 'crazy thinking' (pensamiento loco) necesario para tener resultados», cuenta.
Primeros pasos empresariales
«Mi primera empresa fue de importación y exportación, la monté en 1979 y con ella me pagué la carrera en Inglaterra, donde pasé de malvivir con 5 libras a la semana a ganar 1.000 libras en una operación. Fue trayendo pizarra de Galicia y esto me permitió conocer ese mercado». Lo siguiente fue aprender de geología y minería antes de adquirir en 1983 la cantera de Villar del Rey, que empezó a funcionar 300 años antes y estaba parada. La amplió, la modernizó y cuando tenía dos kilómetros de largo por 600 metros de ancho y cien de profundidad hubo un derrumbe tras unas lluvias. «Aquello fue en 2006, había unos 200 empleados y era una empresa rentable que de repente no podía producir», recuerda. Aquel suceso, la crisis financiera y la competencia china hicieron que todo acabara en un concurso de acreedores.
Antes de detallar estos hechos Julián ya ha soltado una frase que es el leit motiv de su vida. «Yo no puedo vivir sin un proyecto en la cabeza, esa es la obsesión de un enreda, como me decía mi padre». Y decidió honrar a sus antepasados. Seis generaciones después se puso a hacer vino en la finca ganadera que adquirió en 1996 pensando en su jubilación. En el año 2002 cuarenta hectáreas las dedicó a viñas y empezó a cultivar de modo ecológico bajo la premisa de poner a la naturaleza a trabajar para él y su hijo Carlos, administrador de la bodega 'Reynolds Wine Growers'. Las vides se reparten por el cabezo de Figueira de Cima, lo que le confiere una orientación y altitud idónea que él y su equipo de 12 personas mejoran con ovejas que tienen a raya la hierba y abonan el terreno. Leguminosas y tubérculos cuyas raíces trabajan a favor de las parras horadando el subsuelo y tres podas minuciosas terminan produciendo sobre 210.000 botellas al año. «Podríamos hacer hasta 500.000, pero me interesó más ser una pequeña bodega con poca producción y mucha calidad».
Su vino 'Gloria Reynolds' (53 euros la botella) en homenaje a su madre solo se produce cuando hay una cosecha excelente y el año pasado uno de 2011 fue galardonado con 19,5 sobre 20 en la lista de 30 mejores vinos por la revista Grandes Escolhas, que ha distinguido su bodega como la más singular de 2021, un reconocimiento que afirma estar disfrutando y que ha celebrado como extremeño y rayano a partes iguales.
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