Chico Cabrera

Recién ha habido unas jornadas en Brozas en torno al legendario bandolero «Chico Cabrera». Días antes me había llamado un antiguo alumno – Fran Martín Durán – para invitarme a ellas, puesto que recordaba él que, in illo tempore, cuando éramos alumno y profesor, yo le había dicho que por ser de Brozas me hiciese una redacción, o algo así, sobre «Chico Cabrera». Lo lamento por mi alumno Fran Martín, porque me hubiese gustado saludarlo, el caso es que no asistí ni sábado ni domingo. El sábado porque no pudo ser, y el domingo porque está antes la caza que otra cosa y me fui con mis paisanos a darle un gancho a «Monsieur Renard».

Fran me envió, vía email, un tríptico con el desarrollo de las jornadas, ponencias y actividades. En dicho tríptico aprecié una inconveniencia: La tercera ponencia se titulaba «Bernardo Abujeta Cabrera a la luz de la Historia». Bueno, veamos. Un servidor recibió, hace mucho ya, una fotocopia de la partida de nacimiento de «Chico Cabrera». Me la envió mi viejo amigo Luis Martínez Terrón, buen conocedor de historias de bandoleros, guardias y peripecias mil dentro y fuera de la ley. El caso es que en dicha partida de nacimiento dice que «Chico Cabrera» era hijo de Ignacio Abujeta y Antonia Becerra, por lo tanto el nombre completo del famoso bandolero tendría que ser Bernardo Abujeta Becerra, y no Cabrera. Cabrera era el segundo apellido de Matías Pérez Cabrera, el hombre que lo presentó en el registro civil de Brozas «a las cinco de la tarde del veinte y uno de Agosto de mil ochociento y sitenta y nueve…» (sic).

Pero, por lo visto, en la partida de defunción el nombre que aparece es Bernardo Abujeta Cabrera. Me parece perentorio que habrá que escribir a Fran Martín para que me envíe, si puede ser, la relación de conclusiones a las que se puede haber llegado en las pasadas jornadas. Y así saber si lo que sé de «Chico Cabrera» es verídico o pura filfa, es decir, historia verdadera o mera leyenda.

Recuerdo ahora la primera vez que oí hablar de «Chico Cabrera», allá en la niñez, cuando acudíamos, noches de verano, los niños de la calle a sentarnos cerca de la Sra. Obdulia Antas, que nos embebía con sus cuentos de bandidos y bandoleros. Luego pasó la vida, pero ya un servidor presente en periódicos, libros y revistas, volvió ocuparse, eso sí, esporádicamente, de la figura del legendario caballista del Salor y de la Raya.

Luis Martínez Terrón me pasó un texto que había publicado en una revista sobre lo que él había oído de «Chico Cabrera». Muchas peripecias, personas, versos, leyendas, lugares ¿Serían ciertas todas ellas? Y no sólo Luis, ya en el libro del señor Rosado (he olvidado el nombre) sobre Ceclavín aparecía la figura de la que tratamos. Y más cosas: Me decía Fran Martín que era curioso que en casi todas las localidades de la comarca había alguna cueva o gruta con el nombre del bandolero. Cierto: Una tarde de verano calcinante, mi mentor en cacerías y difunto amigo, Clemente Silva, me llevó a una lapa en el lugar de Granjeras, a la que accedimos tras apartar unas espesas matas de barzal. Una gran oquedad en la que el frescor daba para buscar el reposo en tiempos de calores y chajuanes. «Esta dicen que fue una guarida de Chico Cabrera» comentó Clemente.

En fin, de todo ha habido. Me congratula que se vuelva a hablar de figuras legendarias. Por cierto ¿Cuándo resucitamos al famoso y olvidado «Semental», aquel Victor de Simental, del que nadie dice nada? SCM.