Las cabañuelas prevén agua y tormentas para 2022 en Extremadura

Estos datos no tienen una fiabilidad demostrada científicamente pero tradicionalmente se ha usado para hacer una estimación de cómo será el próximo año climatológico en un radio de 300 kilómetros. Por sus cálculos, llega un año bien cargado de agua, y raro es el mes que no pronostica tormentas.

Con esta técnica, que ya pocos usan y conocen, agricultores y pastores se guiaban para sus cultivos y recolectas. «Mi padre ya sabía cuándo iba a llover y si podía sembrar más alto en la sierra solo con mirar al cielo», recuerda. Su inquietud por conocer qué tiempo iba a hacer y su pasión por el campo hizo que Pedro Carballo, conocido en el pueblo como 'Popó', aprendiera los entresijos de las canículas y las cabañuelas. Observó al maestro y como buen pupilo, lo aprendió. Ahora, este matarife jubilado vigila el molinillo artesanal de su huerto y anota en un cuaderno por dónde sopla en viento, si las nubes están altas o bajas y los litros de agua que recoge el pluviómetro que tiene instalado entre los frutales de su parcela.

Pedro escudriña el cielo y olfatea el aire cada día, pero para calcular las canículas y cabañuelas debe analizar estas variables en agosto. Cuenta que adivinar el tiempo a largo plazo –tomando como referencia los datos recogidos en agosto– es complicado por las altas temperaturas que registran los termómetros en la región. «Nubes se ven pocas en agosto, por eso el viento es tan importante. Hay hasta tres o cuatro cambios en el viento a lo largo del día», dice. De ahí que su mayor referencia sea la masa de aire en movimiento. Un remolino o una racha de viento puede ser una pista para augurar una tormenta en 2022.

Como ocurre con la mayoría de costumbres y tradiciones con más arraigo en el mundo rural, se van perdiendo y además varían dependiendo de la zona del mapa. Según las ha conocido Pedro Carballo, «son más fiables las cabañuelas que las canículas», explica. Para estudiar las canículas, toma como referencia los primeros días de agosto y cada jornada representa un mes del siguiente año. Así, el día 1 de este mes de verano lo llama 'el día del juicio', el 2 sería enero, el 3 febrero, y así sucesivamente.

Al llegar el día 14 comienzan las cabañuelas pero se valora justo al contrario: contando los meses hacia atrás. El 14 de agosto sería diciembre, el 15 noviembre y así continuaría la secuencia.

Por ello confía más en los cambios que arrojan las cabañuelas, cuando van bajando las temperaturas y asoman algunas nubes y la relación entre los días del final de este mes de verano y su equivalente en el mes del nuevo año cobra más sentido.

Pedro también sabe cuándo toca sacar el abrigo. Dice que el termómetro bajará especialmente en noviembre y diciembre. También augura un verano muy caluroso desde casi el inicio de junio. Unas veces atina y otras no tanto. Este año argumenta que sus estudios han acertado en un 65-70%, pero a su vez lamenta que mientras esperaba algunas semanas de mucha agua, «solo caían cuatro gotas en el pueblo». En cambio, las estaciones de Tornavacas o Monesterio si recogían las precipitaciones esperadas. Ahora solo toca esperar para comprobar si de verdad Carnaval y Semana Santa estarán pasados por aguas como anuncian sus canículas y cabañuelas.