Una artista que nació en Internet
Extremadura en femenino ·
Desirée Delgado FotomontajistaDesirée Delgado salta de las redes a la librería. La fotógrafa de Badajoz tiene más de trescientos mil seguidores en Youtube y casi ochenta mil en Instagram gracias a los fotomontajes que cuelga en Internet. Empezó a mostrar sus creaciones a los quince años. Ahora tiene treinta y cuatro. En 2008 consiguió el reto de subir a Flickr un autorretrato creativo diario. Fue agotador, pero de aquella experiencia salió la artista que ahora plasma su camino en el libro 'Fotomontaje creativo' . «Espero que sea inspirador para los demás».
Su ecosistema natural es el mundo digital, aunque ahora aterriza en el editorial. Apenas lleva unos días, pero está contenta con la acogida. Su manual 'Fotomontaje creativo' ha entrado en el top cien de los libros que vende Amazon y como primero de los temáticos de fotografía.
-
Nombre Desireé Delgado. 34 años. Fotógrafa y artista digital.
-
Trayectoria Caricaturista desde niña descubrió la fotografía en 2008 cuando le regalaron una Nikon DSLR.
-
365 días De forma autodidacta empezó el proyecto 365 días en la red social Flickr en 2008, cada día subió un autorretrato creativo. En la actualidad combina sus propias creaciones y trabaja para agencias de contenidos.
«Llevo diez años dedicada al fotomontaje y como siempre he sido de explicar a los seguidores el trabajo previo, Anaya contactó conmigo y me propuso hacerlo en un libro, una especie de manual, pero muy personal».
Ha hecho del fotomontaje su forma de expresión y tiene tanto éxito en las redes sociales que Anaya le ha encargado un libro
En parte, explica, el libro nace para devolver lo que le han dado otros artistas en los que ellas se fijó.
Desirée es autodidacta. Empezó con las fotos y exploró tanto las posibilidades de los programas de edición que desarrolló un lenguaje propio. Se multiplicaron sus seguidores en las redes sociales.
«Aprendí que todo parte de una idea, pero materializarla depende de muchos factores. En el resultado final influye el material, la técnica o la edición. Hay que echar muchas horas».
Es consciente de que el mundo artístico resulta muy exigente y cuesta hacerse un hueco. Pero entiende que lo determinante para llegar al público es la creatividad de cada uno. «Aunque las herramientas sean las mismas para todos, al final, cada uno sigue su camino, yo en mi libro hablo un poco de eso, de las posibilidades de creación que tenemos con los medios digitales, pero la materia prima la tiene que poner el que se coloca detrás de la cámara». Y para encontrar el camino propio, apela a los que vinieron antes y dejaron su legado creativo.
Sus referencias no vienen solo de la fotografía. En su trabajo se intuye el lenguaje visual de la ciencia ficción, la fantasía o los cómics. Pero también ha estudiado a fondo a artistas Luis Royo, o los ilustradores Ciruelo Cabral y Victoria Francés. «Me gusta ser una esponja».
Dice que le fascina El Bosco o Dalí y define su estilo como un trabajo muy de blockbuster. «Me fijo en la estética de la fantasía medieval. Trabajo piezas fáciles de entender. Si una imagen necesita un texto de apoyo o explicación quizá no resulte tan buena».
Como artista ha crecido en Internet. Empezó compartiendo sus creaciones cuando era adolescente. «Le debo mucho a las redes sociales, la mitad de mi vida ha transcurrido allí. La gente me ha visto crecer como artista en ellas».
De niña dibujaba y buscaba lo que hacían otros dibujantes por Internet para aprender. Por eso vio como algo natural compartir su evolución con los demás.
El 2008 fue un año determinante en su trayectoria. Se puso con el proyecto 365. Flickr era entonces una red social muy popular y sacó un autorretrato artístico cada día.
Nada de recurrir al selfie fácil para salir del paso, sino de crear portadas creativas y diferentes entre sí. «Fue realmente agotador. Costó bastante porque había que explorar muchas alternativas. Pero mereció la pena. Esa autoexigencia como artista me enseñó mucho. Todavía conservo seguidores de aquella época».
Y en este camino a la profesionalización, reivindica el papel del fotomontaje como un arte mayor.
Quizás los fotógrafos más puritanos no entiendan lo de retocar, pegar, transformar y manipular la imagen, pero defiende la creatividad de los resultados.
«Me permite diseñar mundos propios. Cuando veía las películas de ciencia ficción quería convertirme en personajes de fantasía. En la fotografía realista no puedes levitar, volar, coger una espada medieval... La magia viene al generar esa ilusión». Su aprendizaje se ha basado en el acierto-error. Traía el talento para el dibujo desde niña.
Controlaba los parámetros visuales básicos. Composición, color, perspectiva... Y de esa mezcla de fotografía y dibujo se alimenta. «Evidentemente hay una evolución. Las creaciones del 365 no tienen nada que ver con las de ahora. Quizá en mi etapa amateur tenía menos miedo. Cuando uno está aprendiendo no tienes la presión de mantener un nivel. Ahora me pienso más las cosas». Apuesta por no quedarse solo en la estética, sino en trabajar también el contenido y los detalles. «Cada elemento que incorporo tiene una razón, como artista busco una reacción en el espectador y si no la consigo es porque algo ha fallado». Agradece el papel que han tenido las redes sociales para llegar al gran público. «Este libro se lo debo a las redes. Anaya no me hubiera encontrado sin estar en las redes». Defiende las redes como punto de encuentro entre creadores y público. «Ahora cuando descubres a un artista lo primero que haces es buscarlo en Google».
En cartera tiene varias presentaciones por librerías con su trabajo y también las vistas puestas en Estados Unidos. Tiene planeado un viaje por allí con un colectivo de fotógrafos. «Seguro que saldrán grandes fotos». A los que quieren empezar a expresarse con la cámara solo les da una recomendación: que trabajen muchos. «Los resultados no salen solos y nadie te los regala».