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Eugenio D.H. HOY
«Es casi alérgico a las mujeres, y por otra parte se obsesiona con ellas»

«Es casi alérgico a las mujeres, y por otra parte se obsesiona con ellas»

Así define a Eugenio D. H. alguien que le conoce desde niño

C. M.

madrid.

Sábado, 19 de septiembre 2020, 09:09

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«Es casi alérgico a las mujeres, les tiene aversión y, por otra parte, se obsesiona con ellas». Así define a Eugenio D. H. alguien que le conoce desde niño. «Siempre estaba solo, ha tenido una vida muy complicada aunque eso no justifique nada, todo lo contrario porque ha traicionado a los pocos que le han ayudado». Los padres de Eugenio, vecino de Manuela, se separaron cuando él era un niño. Fue un divorcio difícil, que él vivió de forma traumática. Se quedó con su padre mientras su hermana se marchaba con su madre fuera de Monesterio e iniciaba otra vida. Era frecuente verle pegado a su progenitor, un hombre dedicado al campo, a sus fincas y a sus caballos, y con un punto autoritario. El chico hablaba mal de su madre, la culpaba de que su vida hubiera saltado por los aires.

Su progenitor también rehízo su vida y de nuevo la mala suerte llamó a la puerta de la familia. Fue Eugenio quien encontró a la pareja de su padre en el baño muerta tras sufrir un ictus, según la autopsia. La relación con su madre era casi inexistente.

Su vida se desarrollaba entre los caballos y el campo, sin amigos ni familiares cercanos. Solo su padre y su abuelo, hombres rudos, de campo, con el despliegue justo de afectos. Su timidez era una barrera continua. «No intimaba con casi nadie», explica la misma persona.

Su padre murió de cáncer hace unos años y el declive de Eugenio continuó. Empezó a malvender el patrimonio que había amasado, su familia, sin contar con su hermana en algún caso, según personas allegadas. Ni novias ni amigas especiales. Alguna obsesión con mujeres del pueblo con las que tenía cierto trato o conocimiento por el trabajo.

Tras la muerte del padre se trasladó a vivir a la que fue casa familiar en la calle Cerezo, a dos pasos de Manuela, que se había separado de su marido.

La Guardia Civil lo tuvo en su radar desde el principio, como a otros. Lo llamaron a declarar. Contó que estaba en la playa con unos conocidos suyos también de Monesterio. Era verdad, estuvo de vacaciones unos días, pero no el que desapareció Manuela.

En los últimos meses el cerco se había estrechado contra él, pero faltaban elementos. Lo han citado varias veces en el cuartel. Él ha negado en todo momento saber qué le ocurrió a su vecina. Algunos más o menos cercanos también lo interrogaron. «¿Cómo voy a hacer yo algo así?», les decía. Le pisaban los talones. Lo detuvieron por robar señales de tráfico y colocarlas en uno de sus terrenos. También tuvo un contratiempo con ganado.

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