Nueve hoteles extremeños donde se come de maravilla
De la Sierra de Gata a Tentudía, alojamientos donde gastronomía y entorno van de la mano para disfrutar estas vacaciones sin salir de la región
Alba Baranda
Viernes, 18 de julio 2025, 12:31
En Extremadura hay hoteles que invitan a quedarse varios días… y no solo por las almohadas. Quienes planeen pasar sus vacaciones en la región están de enhorabuena, ya que hoy En Salsa se adentra en esos alojamientos que ofrecen un doble placer: descanso y buena mesa. Porque si algo tiene Extremadura es tranquilidad sin masificaciones.
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Aquí, entre dehesas, valles, piscinas naturales y pueblos con historia, todavía se puede viajar con calma, conectar con el entorno y saborear lo que ofrece la tierra. Desde casas rurales con encanto hasta hoteles urbanos de diseño, repasamos esos lugares donde dormir bien va de la mano de comer aún mejor.
Uno de los más exclusivos es Hábitat Cigüeña Negra, un hotel rural solo para adultos ubicado en Valverde del Fresno, que cuenta con doce habitaciones, piscina «infinita» con vistas a la dehesa, hammam para relajarse, tienda gourmet y un asador donde es posible degustar las carnes de su propia ganadería que, además, es un cruce exclusivo que ha llevado a cabo la familia Roselló, propietaria del complejo. Se trata de la raza Retwagyu (mezcla de retinta y wagyu), criada en extensivo en las inmediaciones del hotel. Esto, además de los embutidos ibéricos de bellota elaborados con los cerdos alimentados en montanera, el aceite de oliva virgen extra ecológico producido en su almazara y los vegetales extremeños del huerto propio le valieron a finales de 2023 la Estrella Verde de la prestigiosa guía Michelin, siendo el único lugar de la región que ostenta este distintivo que premia la sostenibilidad.
En Valverde del Fresno también se encuentra A Velha Fábrica, una antigua fábrica de textiles reconvertida en hotel con encanto. Rodeado por las montañas de la Sierra de Gata, este alojamiento conserva la arquitectura industrial original y la combina con un ambiente cálido y familiar. Su restaurante es conocido por su cocina casera elaborada con productos locales, donde no faltan platos como el arroz caldoso con bogavante, el bacalao dorado o la paletilla de cabrito serragatino, todo ello regado con su aceite de oliva virgen extra propio, el aclamado Vieiru. Además, acaban de reformar su bodega, convirtiéndola en un impresionante espacio en el que comienza el menú degustación de su restaurante gastronómico Carlos Carrasco.
En Miajadas, acaba de cumplir su primer año de vida Finca la Desa. Se trata de un hotel rural de cuatro estrellas, compuesto por 24 habitaciones, una zona de cafetería cuya protagonista es una barra de latón donde el cliente puede degustar varias opciones de 'lateo', ibéricos, quesos y platos calientes; un salón donde comer a la carta especialidades como carnes y pescados a la brasa y, por si todo esto no fuera suficiente atractivo, alberga un restaurante gastronómico en su corazón.
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Se llama Tupío, recibió un Sol de la guía Repsol en sus primeros meses de vida y está pilotado por el chef Guti Moreno y el sumiller Mario Fernández. Además de un menú que gira en torno a la caza, cuenta con una exquisita bodega con 330 referencias nacionales e internacionales.
Finca la Desa pertenece al Grupo Laura Otero, que compró el antiguo hotel La Torre para reformarlo y convertirlo en este oasis desde donde se contemplan unos preciosos atardeceres.
Por otro lado, en el corazón del casco histórico de Plasencia, a pocos pasos de la catedral y en pleno barrio judío, se alza el hotel Palacio Carvajal Girón. Este antiguo palacio renacentista del siglo XVI, restaurado con mimo en 2012 y declarado Bien de Interés Cultural, combina historia, hospitalidad y una cocina con identidad.
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Sus 28 habitaciones, algunas abuhardilladas y otras con vistas a los tejados de la ciudad, conservan la esencia noble del edificio sin renunciar al confort contemporáneo. Asimismo, es un alojamiento 'pet friendly', lo que lo convierte en una opción perfecta para quienes viajan con sus mascotas.
Uno de sus grandes atractivos es el gastrobar situado en el claustro del propio palacio, un espacio con encanto donde tomar un vino o picar algo entre columnas de piedra. Pero la propuesta gastronómica más ambiciosa se encuentra en su restaurante, cuyo chef ejecutivo es Carlos González. Su cocina, de fuerte raíz extremeña, interpreta recetas tradicionales con frescura. Prueba de ello son platos como el zorongollo asado a la llama, el cojondongo de melón, la berenjena asada con sopa de tomate y queso de Granadilla, o el bacalao monacal. No falta un guiño al entorno con su trucha al estilo del Jerte y, para completar la experiencia, cuenta también con un hammam para relajarse tras un paseo por las empedradas callejuelas placentinas.
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A solo diez minutos en coche de Cáceres, el Hospes Palacio de Arenales & Spa ocupa una antigua casa señorial rodeada de olivos centenarios, con un entorno que invita al sosiego: cielos abiertos, nidos de cigüeña recortando el horizonte al atardecer y una vegetación autóctona que se ha respetado al máximo. La armonía de sus estancias, los tonos suaves y la conexión con el exterior forman parte de su filosofía, que apuesta por mantener viva la esencia de la finca. Cuenta además con el spa Bodyna y dos piscinas —una de ellas «infinita»— que hacen aún más tentadora la estancia.
Su propuesta gastronómica se reparte entre el restaurante Las Corchuelas, de cocina local con carta de temporada, y el más informal PoolBar Atalaya, perfecto para los días de verano. En ambos se pone en valor el producto de cercanía, incluido el de su propio huerto, con platos como las verduras a la parrilla, el tataki de gamo sobre crema de torta del Casar, el bacalao asado con tatín de tomates al pimentón o la ensalada de codorniz. Pero si hay un plato que conquista es su arroz cremoso con patatera.
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Provincia pacense
También en el sur de la región hay propuestas hoteleras que combinan cocina y descanso. En Badajoz capital, el hotel NH Gran Casino tiene en su tercera planta el restaurante Mirador del Guadiana, nombre estupendamente colocado dada las vistas panorámicas de la ciudad que se contemplan desde su ventanal. Está recién reformado y, de hecho, Felipe VI comió aquí el pasado mayo. Ofrece varias opciones:una carta en la que destacan los arroces, pescados salvajes y propuestas basadas en el recetario extremeño; un menú ejecutivo de lunes a viernes al mediodía; un menú degustación de nueve pases y un paseo por la cocina nikkei en las veladas nocturnas.
Este hotel también dispone de una terraza urbana, la EOS, donde paladear de jueves a domingo platos diversos, refrescantes cócteles y cafés especiales, aunque su punto fuerte es un kamado en el que elaboran allí mismo carnes ibéricas en distintos cortes, brochetas, solomillo de vaca, hamburguesa... todo ello con el sabor ahumado de las brasas.
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Y de comer bien sabe un rato Pepe Valadés, un afamado cocinero extremeño cuyo nombre es sinónimo de tradición y buen hacer, no en vano cuenta más de 20 años de trayectoria a sus espaldas. Este chef montijano es uno de los grandes defensores del producto local y actualmente dirige los fogones del hotel resort hípico El Hinojal. En plena sierra de Montánchez, rodeado de encinas y alcornoques se ubica este alojamiento rural de cuatro estrellas que apuesta por el descanso y la cocina de raíz. Con doce habitaciones dobles, pone el foco en la gastronomía regional.
Y es que Pepe, que fue nombrado el pasado año «mejor cocinero» por la Cofradía Extremeña de la Gastronomía, reivindica las recetas tradicionales y los ingredientes con denominación de origen. Desde las carnes ibéricashasta los quesos, aceites y hortalizas de cercanía, el menú del hotel es todo un homenaje a lo que da la tierra, interpretado con oficio.
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Por último, en la dehesa pacense, con vistas panorámicas al embalse de Tentudía, se alza Hoteles Desconecta2, un exclusivo refugio rural de cinco estrellas en Monesterio. Con solo nueve habitaciones, este proyecto apuesta por el descanso total, la desconexión digital y el contacto profundo con la naturaleza. Sus instalaciones —piscina infinita, piscina termal, spa, gimnasio y amplias zonas exteriores— se combinan con una arquitectura cuidada y sostenible que respeta el entorno y realza la estancia.
La propuesta gastronómica se materializa en su restaurante llamado La Flor de la Candela. Cuenta con productos como jamón de Monesterio, cordero, quesos de la región y cecina, completados con una selección de vinos de la tierra. El espacio también funciona como lounge bar y abacería. Y, al igual que en los anteriores, se puede comer aunque no se esté alojado.
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