Recompensa inmediata
Dejo comanda ·
Retiras un plato, el cliente te mira, le brillan los ojos. Sirves una copa de cava, la levanta, brinda y estalla en una carcajada de ... júbilo. Te cuenta anécdotas de su familia, evoca recuerdos de los que ya no están y que quizá un día se sentaron a la misma mesa. Puede que haya llegado alicaído o con cara de pocos amigos, pero se despide sonriente y dándote un abrazo. De alguna manera, durante el par de horas que ha pasado en el restaurante, le has hecho feliz y no ahorra prendas en transmitírtelo.
Si a uno le gusta el oficio con el que se gana el pan, ya puede irse a descansar con la conciencia tranquila y cierta sensación de plenitud, pues esas son las señales de un trabajo bien hecho. No es tan habitual que en una profesión uno obtenga frutos al instante. Yo no tengo oportunidad de mirarles a los ojos mientras leen estas líneas, el arquitecto no comparte la placidez de una vivienda con la familia que disfruta de ella, el cineasta no ve la lagrimilla que se escapa furtiva en la butaca durante la escena cumbre de su película. Ese es un privilegio de los tan denostados trabajos de cara al público.
Un aliciente que compensa la exigencia propia de tener que adaptarse a las particularidades de quien reclama nuestros servicios. Para muchos, ese tener que lidiar con las pequeñeces de los mortales es motivo suficiente para desechar la mera posibilidad de dedicarse a un oficio del ramo. Para otros es casi la razón que les hace levantarse por la mañana o que les reconforta al final de la jornada; compensa el cansancio, las piernas doloridas o la falta de sueño.
Durante años se despachó a los camareros como meros transportistas de platos, cuando lo cierto es que son sus cualidades humanas las que pueden conseguir que sentarse a la mesa de un restaurante sea algo memorable. Esa calidez, amabilidad, dotes de comunicación, paciencia o empatía que contribuyen a la llamada 'experiencia gastronómica', suponen un esfuerzo que puede llegar a pesar más que la bandeja; merece por tanto un salario digno y un horario razonable. Pero en estos tiempos de escasez de vocaciones en la hostelería, no está de más recordar que pocos oficios ofrecen una recompensa tan inmediata.
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