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Miguel Martínez, el propietario. HOY
Cierra el Bar Miguel tras casi 40 años de historia
Badajoz

Cierra el Bar Miguel tras casi 40 años de historia

Un establecimiento mítico de la hostelería pacense que dice adiós «temporalmente» por los problemas de salud y estrés de su propietario, Miguel Martínez

A. Baranda

Jueves, 16 de enero 2025, 19:56

Tras más de tres décadas sirviendo con dedicación y mucha raza en la calle Rafael Lucenqui de Badajoz, el Bar Miguel, un ejemplo de bar de barrio y referente en la ciudad por su relación calidad-precio, cierra sus puertas. Su propietario, Miguel Martínez, ha anunciado el cierre temporal debido a problemas de salud que, agravados por el estrés laboral, le han llevado a tomar esta difícil decisión. «Me duele profundamente tener que llegar a este punto, pero las circunstancias actuales me dejan sin otra opción viable», ha expresado en un escueto comunicado.

Aquí se viene a comer raciones.

Este hostelero comenzó su andadura profesional con 14 años y de forma casual. Pasó por el hotel Zurbarán, Estudio 54, el Pichi y el Pepe Jerez de la calle San Juan. Lugares emblemáticos que, sin duda, le hicieron acuñar el carácter que le ha valido el cariño de miles de pacenses. Hace 39 años decidió emprender y montar, acompañado de su mujer en la cocina, su propio negocio en Rafael Lucenqui, una de las calles con más trasiego de la ciudad.

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Sin embargo, no es ese local el que ahora baja su persiana, ya que hace 18 años cambió de ubicación -pero no de calle-. Era mítico el cartel que anunciaba en la entrada «Aquí se viene a comer raciones». Y vaya raciones. Pescado según mercado, buena fritura y también muy aclamados sus boquerones y mejillones en vinagre. Tenía buena oferta en carnes ibéricas y una vinoteca bastante cuidada, además de mucha rotación en el barril, lo que hacía de su cerveza un trago glorioso. Puedes leer aquí la crítica de Turófilo.

En el Bar Miguel todavía se trataba de usted a los clientes más mayores y no había televisión. Tampoco era necesaria. Lo que lo hacía especial era la conversación amena, el ambiente cálido y la chispa de su dueño, siempre dispuesto a entretener a sus clientes con una ocurrencia ingeniosa o una historieta.

El cierre de este local, que contaba con un Solete de la Guía Repsol, supone la despedida, al menos temporal, de un establecimiento que ha marcado a varias generaciones y que deja un hueco en la hostelería de Badajoz.

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