Crece la renta agraria

Este indicador, que mide el valor generado por la actividad agrícola y ganadera, muestra un mayor crecimiento en 2024 que en 2023. Según datos preliminares del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la renta agraria ha crecido un 14,2%, alcanzando los 37.759 millones de euros en 2024, frente al 11,1% que subió en 2023. Este incremento se debe, en parte, a la estabilización de algunos costes productivos, especialmente la energía y fertilizantes, que en 2022 y 2023 alcanzaron cotas históricas debido a la crisis energética y a las tensiones geopolíticas globales.

Echando la vista atrás, entre 2015 y 2019, la renta agraria presentó un comportamiento relativamente estable, con crecimientos moderados que rondaban el 2-4% anual. Sin embargo, la llegada de la pandemia de covid-19 alteró de manera brusca las cadenas de suministro y los patrones de demanda, lo que generó un incremento de los precios de algunos productos agrarios y mayores incertidumbres. Aun así, en 2020 todavía creció un 4,3% En 2021 y 2022, los agricultores vieron cómo sus ingresos se vieron presionados por el aumento de los costes de producción y los efectos climáticos extremos, como sequías prolongadas y olas de calor, que afectaron a los rendimientos de los cultivos, lo que llevó a una caída del 5,5% en 2022.

En el año 2023, la persistencia de una inflación alta y una demanda interna e internacional más moderada impactó en el precio de los productos agrarios y limitó la capacidad de los productores para mejorar su rentabilidad. Además, la aplicación de la nueva Política Agraria Común (PAC) 2023-2027 introdujo nuevos criterios medioambientales que, si bien buscaban una agricultura más sostenible y eficiente, también han supuesto mayores exigencias burocráticas y costes adicionales para algunos productores.

La recuperación observada en 2024 está vinculada a varios factores que se tradujeron en un incremento de las producciones, que aumentaron en volumen un 11%, en particular en cultivos estratégicos, como el trigo, el maíz y el olivar. Esto ha compensado una bajada media de los precios que ha rondado el 6%. Por otro lado, y como mencionábamos al inicio del artículo, la caída en el precio de los fertilizantes y de la energía ha permitido aliviar parcialmente la presión sobre los costes de producción. Además, unas condiciones climáticas más favorables en comparación con los últimos dos años han favorecido el mencionado incremento de rendimientos. No obstante, la sequía sigue siendo un problema recurrente en algunas regiones, donde las reservas hídricas continúan en niveles críticos.

Con respecto a la producción vegetal, aumentó un 8,9% pese a la caída del 8% en los precios agrícolas, gracias a que la cosecha creció un 19% Destacaron los cereales y el aceite de oliva, con un aumento del 50% en valor. La producción de vino y mosto repuntó un 10%, mientras que las frutas subieron un 6% y las hortalizas bajaron un 1%. Por su parte, la producción animal cayó un 1,3% en valor, destacando en positivo el bovino y las aves, con un aumento del 15% y del 5% respectivamente, mientras que porcino, leche y huevos redujeron su valor.

Otro aspecto clave es el comportamiento de los mercados internacionales. La demanda de productos agrarios españoles, como frutas, hortalizas y aceite de oliva, ha mantenido un nivel relativamente alto, especialmente en países de la Unión Europea y de Oriente Medio. Sin embargo, la competencia de terceros países, como Marruecos y Egipto, sigue siendo un reto importante, particularmente en sectores como el hortofrutícola.