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Javier Cienfuegos, en el círculo del lanzamiento de martillo en los Juegos Olímpicos de Río. :: Pawel Kopczynski Reuters /
El martillo de Montijo

El martillo de Montijo

El lanzador y diputado extremeño Javier Cienfuegos, que se inició estudiando un vídeo, ya está entre los mejores del mundo

FERNANDO MIÑANA

MADRID.

Martes, 10 de septiembre 2019, 11:22

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El carnaval tuvo la culpa. Disfrazados de vete tú a saber qué, la madre de Javier Cienfuegos, una peluquera de Montijo (Badajoz), y Antonio Fuentes, un humilde entrenador de atletismo, se divertían en la juventud con la cuadrilla. Cuando las responsabilidades espantaron la buena vida, ya con hijos, se reencontraron por la calle. Dori le preguntó a qué se dedicaba y cuando éste le explicó que entrenaba a chavales lanzadores, le soltó: «Pues te voy a llevar a mi hijo, que es enorme».

Aquel chiquillo era el grandullón de la clase. Y ya se sabe que sobresalir en el colegio no siempre es lo mejor. Pero el hijo de Dori y José María, un funcionario del Ministerio de Medio Ambiente, tuvo suerte. «Una profesora nos hizo entender que la clase era una familia y eso nos hizo respetarnos. Nunca tuvimos malos rollos. Yo tenía 14 años y jugaba al fútbol de portero. Fui por probar con Antonio Fuentes porque era la época de Manolo (Martínez, lanzador de peso) y de Mario (Pestano, discóbolo)». El invierno lo condenó a probar con el peso a cubierto y en su segunda competición ya logró clasificarse para el Campeonato de España cadete.

UN PORTENTO

  • Cuatro récords en 2019 Este año está siendo el de su confirmación. El que fuera plusmarquista mundial júnior ha batido el récord nacional de lanzamiento de martillo cuatro veces. La última lanzó 79,38.9

No tardó en brillar el sol, que invitaba a salir a la pradera a lanzar el martillo -muy básicamente, una bola unida a una cadena-. Tuvo que aprender a la misma velocidad que su entrenador, que tenía las nociones básicas pero que no era un experto. «El pobre solo tenía el vídeo de los Juegos de Atenas. Y entre que le daba al 'play', al 'pause' y otra vez al 'play', para ver cada paso del lanzamiento, ya nos habíamos perdido...», recuerda el atleta del Playas de Castellón, de 29 años.

«Madrid está bien para un rato, pero a mí me gusta la vida más sencilla de mi pueblo»

Cuando el chaval fue invitado a una concentración de lanzadores, vieron una oportunidad. Antonio le pidió a su pupilo que se llevara una libreta y que fuera anotando todo lo que le fueran enseñando. A la siguiente ya viajó el técnico y allí, gracias a la generosidad de José Luis Velasco, el entrenador de la tarraconense Berta Castells, hoy 16 veces campeona de España, recibió un máster acelerado.

Cienfuegos quería aprender, crecer, ser el mejor. Y por eso, con 16 años, dejó Extremadura y pilló una cama en la residencia Blume, en Madrid, para entrenarse con Raúl Jimeno. «Sabía a lo que iba: a entrenar y a estudiar. No me iba a salir de ahí. Mi padre ya me había advertido que si pinchaba en los estudios, me volvía a casa». Y cumplió. Acabó Ciencias del Deporte y se convirtió en la gran promesa de la especialidad. Plusmarquista mundial júnior y olímpico en Londres 2012. Canela en rama.

«Hay tiempo para todo»

Pero se hartó. «Madrid está bien para un rato, pero a mí me gusta la vida más sencilla y menos estresante de Montijo. Y a mí me importa mucho lo que pasa en mi tierra, en Extremadura». El chico llamado a ser una estrella mundial del lanzamiento de martillo no terminaba de cuajar. Mandaba en España y patinaba fuera. Así que después de los Juegos de Río, de nuevo con Antonio Fuentes, se encomendaron a Carlos Burón, un técnico considerado toda una institución en los lanzamientos.

En 2017, cuando se había quedado ya a nueve centímetros del récord nacional, su espalda se resintió, tuvo que operarse y no pudo volver a entrenarse a tope hasta finales de 2018. Los frutos han comenzado a caer de golpe en 2019. «El clic ha sido Burón, que ha dado con la tecla», señala. Cuatro récords de España consecutivos. El primero llegó el 3 de marzo. A medionoche llegó a Montijo y, solo unas horas después, Ari, su mujer, le despertó: Lola, su primera hija, estaba de camino.

Su vida ha entrado en otra dimensión. Un fuerte acelerón le ha pegado contra el respaldo. La preparación física del Montijo, que está en Tercera; un bebé que no entiende de campeones, y la llamada de José Antonio Monago para convencerle de que fuera su número 3 en las lista del PP en las elecciones. «Primero le consulté a Ruth Beitia y ella me dijo que no había ningún problema, que se podía compaginar. Y si Ruth dice que se puede, no hay más que hablar».

El atleta extremeño posa junto a su última plusmarca
El atleta extremeño posa junto a su última plusmarca EFE

Nada de todo esto le ha lastrado. En siete días ha vuelto a batir dos veces el récord de España. El último (79,38) ya le coloca como el tercer mejor lanzador del año, incrustado entre dos polacos y dos rusos, los dominadores de la especialidad. «Hay tiempo para todo», presume. Y ayer, nada más levantarse, antes de ponerse a planchar, lo primero que hizo fue ver el resultado de los Panthers en la liga de fútbol americano. Le apasiona la NFL y ya está planeando ir a ver a su admirado Cam Newton. Aunque primero le espera Catar. El Mundial de Doha se celebra a final de mes, y allí quiere hacer historia y convertirse en el primer martillista español en ganar una medalla internacional.

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