El Llerenense cumple con honor pero desciende a Tercera

Crispación fue lo primero que se palpó entre la hinchada local, que acudió minoritariamente al Nuevo Vivero y silbó a los suyos en el corro inicial, en la retirada a vestuarios tras el calentamiento y en la narración de las alineaciones. '¡Fuera, fuera!, se gritó cuando se nombró a Luis Oliver Sierra. En algunas acciones puntuales, los descontentos seguidores blanquinegros pitaban a los suyos, aunque esa tendencia se fue difuminando. La otra cara, unos 450 representantes de la animosa parroquia visitante, que ocupó uno de los sectores de preferencia para arropar a los suyos en uno de los envites más importantes de la historia del club. En esa cita no pudieron vestir su uniforme, porque el trencilla determinó que las dos equipaciones del Llerenense podían confundirse con la blanquinegra del Badajoz y los de la Campiña Sur tuvieron que saltar al verde con la segunda (camiseta azul y calzonas negras) de los locales con el escudo tapado.

El inicio fue tibio, gris, con los de Luismi tratando de posicionarse con orden en un campo de dimensiones que difieren de su ecosistema habitual. Declinaron el vértigo o una intensidad desmedida para los primeros compases y se fueron asentando paulatinamente. Tardaron un cuarto de hora en mostrar sus armas a balón parado y sus cualidades en el juego vertical y de transición rápida pillando la espalda de la zaga en una contra que comandaron Gus Quezada y Maikel, pero la apertura del ariete no fue precisa y desactivó el peligro.

Fue el toque de corneta, porque desde ese momento el cerco a la meta blanquinegra fue absoluto, asfixiante durante cinco minutos de frenesí con ocasiones de los llerenenses de todos los colores. Maikel tuvo el primero en sus botas con un remate en el área pequeña que sacó con una mano milagrosa Narváez cuando la grada visitante ya cantaba el gol. Paradón. El asedio proseguía con un Badajoz inerte y frágil incapaz de estirarse ante la ráfaga ofensiva de su rival. Un minuto después, de nuevo el meta canterano, que no se venció y se mantuvo erguido para sacar con los pies un disparo, eso sí, muy centrado, de Gus Quezada. El centrocampista ecuatoriano fue el protagonista tres minutos después de otra ocasión franca para adelantar a los suyos con un chut escorado a la derecha que se estrelló en el lateral de la red. En el 37, Narváez se lanzaba para tapar un centro-chut de Juanpe con mucho peligro. Era un tramo de exuberancia del Llerenense y de decadencia local, porque la viva imagen de lo que fue este domingo el Badajoz se escenificó en un cambio de juego hacia ninguna parte de Fran Grima que aplaudió la hinchada blanquinegra irónicamente tratando de transformar la frustración en humor. Un intento desde el balcón del área de Adri Carrasco fue el pobre bagaje del bloque de Oliver Sierra en la primera parte. Con la sensación de merecer mucho sin rédito se marchó la escuadra de Luismi a vestuarios, ya con el apremio del tiempo y de los resultados que se estaban dando en otros campos.

Al Llerenense le costó mantener la inercia y arrancó con menos brío tras el interludio, o eso parecía, porque de repente se puso el traje de faena y volvió a asfixiar a un Badajoz pusilánime y depresivo que se mantenía en pie sostenido por las manos de Narváez, que sacó otra manopla prodigiosa a un remate de Makiel a la salida de un córner, pero que nada pudo hacer en los dos zarpazos siguientes de los llerenenses. Esta vez sí, Gus Quezada aprovechaba un balón suelto en el interior del área para cruzarla al palo largo fuera del alcance del felino meta local. Júbilo desatado en el casi medio millar de hinchas foráneos que vociferaban '¡sí se puede!'. Y tanto, porque acto seguido, en el 55, daba la puntilla con una acción de Pablo Platero, que se fue perfilando el lanzamiento y la clavó en la red. El Badajoz estaba en la lona y no lo desaprovechó su adversario, que le asestó el golpe definitivo con el tercero en el 64, obra de Pablo Platero, que recogía en el segundo palo un rechace tras el misil de Juanpe que había sacado Narváez. Apenas unos instantes después, recortaba el Badajoz tratando de tirar de orgullo, con Fran Grima inaugurando el marcador para los suyos tras un barullo en un saque de esquina. A partir de ese momento, todo el interés estaba en los transistores para conocer los resultados en otros campos, pero las noticias no eran positivas y se confirmó el desenlace dramático para los visitantes. El duelo terminó con el tanto de Pablo Gálvez en el 97 que maquillaba la contienda.

Entre tanta ignominia blanquinegra, brotó este domingo un brote verde en la cantera con el ascenso del Badajoz B a Primera Extremeña. Ya habían encarrilado la eliminatoria con el triunfo por 1-2 en Valdivia y este domingo lo refrendaron ganando en casa por 3-0. Los pacenses inauguraban el marcador en el minuto 29 y sentenciaban el envite en la segunda mitad con los tantos en el minuto 63 y 86.