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M. Gª Garrido
Badajoz
Lunes, 12 de mayo 2025, 20:44
Confianza y remontada son, quizás, las palabras más repetidas en el núcleo duro del entorno del Cacereño en las últimas horas, arrebatando ese estatus ... a una decepción que cayó como una losa tras un 2-0 tan negativo como inesperado. Ni en los peores pronósticos se barajaba la posibilidad de regresar al Príncipe Felipe (domingo, 12.00 horas) con la perentoria exigencia de levantar un marcador tan adverso en la vuelta de las semifinales del playoff de ascenso a Primera RFEF.
Sin embargo, si hay un equipo capaz de voltear una eliminatoria con ese signo es el Cacereño, que ha demostrado una fiabilidad casi inquebrantable que se ha topado con su horma precisamente en el momento más inoportuno. Tras el mazazo sufrido en el estadio Adolfo Suárez, Julio Cobos analizaba la evolución del sentir en el seno de la familia verdiblanca. «Hoy va a ser muy jodido, va a ser una noche mala», reconocía, pero desde el día siguiente se trataba de digerir y metabolizar para a partir del lunes sentar las bases de otra cita para el recuerdo en el feudo verdiblanco, «el lunes estaremos enganchados y creeremos en que vamos a poder darle la vuelta», no es un dogma de fe, sino la adscripción a un empirismo irrefutable que otorga una credibilidad más que merecida a sus posibilidades, «yo confío plenamente en que nosotros somos capaces de darle la vuelta a la situación y hay que ponerse manos a la obra», concluía el técnico de Valdehornillos.
Pero tiene trabajo, porque si en algo insistió durante su comparecencia, todavía con pulsaciones en alza por el fervor de la batalla, es que no gestionaron bien las claves de un cruce de estas características, «hay que tener más sangre fría», reclamaba, «nos ha faltado saber leer el partido».
Cobos considera que poseen una cuota considerable de culpa de los réditos que sacó su rival, «hemos metido al Ávila en el partido», focalizándose en que «hemos cometido dos o tres errores no forzados». Con el primer gol, en vez de contemporizar y pensar en un encuentro de 180 minutos, se aturrullaron y la precipitación se convirtió en el principal enemigo, «queríamos empatar el partido, nos hemos puesto demasiado nerviosos y hemos hecho un penalti clarísimo». Porque el segundo tanto ya sí encendía las alarmas en el cómputo global, «se nos ha complicado la eliminatoria, pero queda el partido de casa y vamos a ver qué somos capaces de hacer allí», comentaba el preparador extremeño.
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