Los daños colaterales de la planificación deportiva del Badajoz
El flanco defensivo se ha convertido este curso en la zona más vulnerable, sujeta a permutas por falta de efectivos, lesiones y un rendimiento irregular
Que la planificación deportiva del Badajoz el pasado verano fue ‘sui generis’, haciendo una lectura amable, y deficiente, bajo el paraguas de un análisis realista ... y empírico, no es ningún secreto. Las limitaciones presupuestarias, la inestabilidad institucional y la idiosincrasia de un mercado con pujadores pudientes, condicionaron los movimientos de la dirección deportiva. Valga como ejemplo la imposibilidad de poder firmar a futbolistas extranjeros por las deudas contraídas con la Seguridad Social y Hacienda, que restringían aún más el espectro. Esa circunstancia frustró la inscripción de Marco Tulio, una de las sensaciones de la pretemporada.
Con esos mimbres, el conjunto blanquinegro armó una plantilla corta y descompensada, con un solo delantero, un centro del campo carente de un futbolista de creación puro tras la marcha de Javi Ros y una defensa con alfileres. En el eje de la zaga, solo tres opciones, Cordero, Mariano y Borja García, aunque esas carencias se subsanaron en el mercado de invierno, incluso por exceso, porque llegaron dos piezas más, Josete y Juanmi García, por petición expresa de José María Salmerón, que había apostado por un dibujo de tres centrales.
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Pero era en los laterales donde la escasez de efectivos se convirtió en un quebradero de cabeza para el cuerpo técnico. Luis Valcarce recalaba en las filas blanquinegras con la vitola de futbolista contrastado, con experiencia en Segunda y todo apuntaba a que se adueñaría del flanco izquierdo. Así fue en los primeros compases del curso, pero en la cuarta jornada fue sustituido por lesión ante el Algeciras y ahí empezó su declive. Se perdió tres compromisos, reapareció gozando de minutos en los tres siguientes y su rodilla dijo basta, no volviendo a vestirse de corto en los diez restantes previos a su salida en enero. Su baja en la segunda ventana de fichajes no la cubrió nadie, dejando aún más desguarnecida esa demarcación.
Ahí empezó el casting para cubrir una vacante sin relevo natural, más allá de que Carlos Cordero podía, y de hecho así ha sido en multitud de alineaciones, desenvolverse en el ese perfil. Fue el almendralejense quien cubrió la baja de Valcarce en primera instancia, saliendo de inicio frente al Castilla, pero su reconversión suponía destapar los pies para cubrir la cabeza, porque el centro de la defensa se quedaba sin alternativas.
La baja de Borja García ante el Racing de Ferrol obligó a Isaac Jové a resituar a Cordero y jugar con José Más (a pierna cambiada) y Pérez Acuña, que se habían rifado en los duelos anteriores el puesto en la derecha sin que ninguno aprobara la oposición para conseguir la plaza fija. Héber Pena destrozó al argentino y Edu Sánchez lo sustituyó en el ecuador de la segunda parte, jugando 24 minutos como preludio a su estreno en la titularidad. Porque frente a los gallegos era expulsado José Mas dejando desierta esa demarcación para medirse al Ceuta.
Edu Sánchez, la alternativa
En su primer partido al frente del banquillo, Salmerón recurrió entonces al canterano, que permaneció en el campo los 90 minutos. Ante el Fuenlabrada, más cambios: Borja García volvía a estar disponible y Cordero se desplazaba a la banda zurda. Tampoco repetía en el siguiente duelo, recuperando su puesto Valcarce y con José Mas en el otro costado, pero el ex del Numancia seguía sin estar al cien por cien y en Alcorcón, donde el técnico almeriense inauguró la defensa de cinco, el juvenil moralo volvía a ser de la partida y desde entonces se convirtió en un fijo. Parecía que la papeleta del lateral izquierdo estaba resuelta, hasta que se rompió en el choque inaugural de 2023 frente al Pontevedra. Se esperaba que su convalecencia durara algo más de un mes, pero se triplicó tras sufrir alguna recaída. Se perdió diez jornadas y el quebradero de cabeza se agudizó de nuevo, porque el relevo que tan buen rendimiento había cuajado dejaba otra vez un profundo agujero. No solo en las alas, sino también en el corazón de la retaguardia, porque esa baja obligaba a realizar malabares para reestructurar el equipo, sobre todo porque coincidía con los problemas físicos de Borja García, que lo dejaron en el dique seco tres meses.
Ante el Pontevedra, por ejemplo, Salmerón tuvo que retomar la defensa de cuatro y colocar a Pérez Acuña como central. Urgían los refuerzos y de una tacada llegaron Juanmi y Josete, que aliviaron una situación crítica por la plaga de ausencias y pasaban a ser inamovibles junto a Mariano, lo cual permitía tapar de nuevo con Cordero la vía de fuga pacense en la siniestra.
La realidad es que la confianza en los dos laterales diestros se fue erosionando y el técnico almeriense ideó una variante retrasando a Carlos Calderón, que se fue afianzando de manera paulatina en el carril de la derecha. Por primera vez se repetía una defensa con cierta asiduidad y contaba con estabilidad, pero la directiva destituyó a Salmerón y David Tenorio rompió con esa tendencia. Ante el Unionistas, Calderón volvió a adelantar su posición al extremo y José Mas partía en el ala derecha, aunque sería sustituido al descanso por Pérez Acuña y no ha vuelto a ser titular, al contrario que el argentino, que adquirió peso específico en los planes del entrenador granadino con tres titularidades. Aunque sería efímero, porque en los últimos dos choques ha regresado a la suplencia en favor de Calderón, que volvió retrasar su posición, mientras que Cordero y Edu Sánchez han ido alternándose en la izquierda.
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