El Badajoz coge vuelo para la segunda fase

El encuentro no pudo tener peor carta de presentación, con dos tarjetas amarillas -una para cada equipo- nada más ponerse en juego la pelota. Solo un preludio de lo que iba a acontecer. Todo comenzó en una acción por banda de Adilson, en la que el jugador portugués se encaró con Víctor Ruiz. No quiso perder el control el colegiado Alemán Pérez y recurrió al tarjetero como ayuda. La actitud del zaguero local, siete minutos después, supuso su expulsión por una acción infantil del defensa en campo contrario. El cuarto de hora negro finalizó con Adilson tomando la justicia por su mano ante Góngora, segundos antes de ver la cartulina roja. Quince minutos con mucha polémica y nada de fútbol, aderezados entre medias por un disparo sin demasiado peligro de Rodrigo. Ambos tenían que afrontar con diez lo que restaba de choque.

El equipo de Estévez se reordenó con defensa de tres, dejando a César Morgado en el eje central, siempre apoyado por Pablo Vázquez en las coberturas. Por delante, el técnico colocó una línea de cuatro futbolistas con constante movimiento entre líneas para maniatar la circulación rival.

Pasada la media hora de juego, el ataque local pisó área con una buena ocasión que Chaco remató por encima del travesaño ante la presión de la zaga pacense. Contestó en la portería contraria Dani Fernández, con un remate durísimo desde la frontal que rozó el larguero. La ausencia de dos protagonistas sobre el césped propició el entorno necesario para dos equipos que gustan de tener la posesión y jugar con espacios. Sin embargo, todo fue una coreografía estéril en la zona ancha, con alguna ocasión aislada hasta el descanso. La más clara de todas la disfrutó Toño Calvo, tras un pase filtrado de Rodrigo que el jugador madrileño cruzó en exceso sobre el poste izquierdo. A partir de ahí, el sistema de Cea se adueñó del esférico y cercó a su rival sin lograr anotar. Quien más cerca estuvo de hacerlo fue Rodrigo, con un lanzamiento al primer toque que volvió a desbaratar Kike Royo. El guardameta riojano se multiplicó para tapar la falta de entendimiento de una defensa poco acostumbrada a sentirse en inferioridad.

También la segunda mitad deparó un dominio inicial del equipo anfitrión, con los futbolistas del conjunto blanquiazul ocupando posiciones en campo contrario. De nuevo, fue un dominio estéril ante un Badajoz que demostró, una vez más, ser uno de los equipos con más oficio y mejor lectura de juego de la categoría. Los chicos de Estévez hicieron pequeño El Prado al jugar muy juntos y esperaron su momento. Llegó cerca de la hora de juego, cuando un error garrafal del meta local propició el primer tanto de la mañana. Parra, cerca de la línea de cal, quiso combinar con su central y habilitó a Álex Corredera para que el mediocentro robase la pelota y anotase el 0-1 a puerta vacía. No fue casual que el gerundense estuviese atento a la salida de balón del contrincante, sabedor de las preferencias de Víctor Cea sobre esa fórmula de juego.

El mazazo aturdió a un Talavera que intentó reponerse y dar profundidad a su juego. Así nació una llegada de Rodrigo, en la que se reclamó penalti por parte de la zaga visitante sin mayores consecuencias. Con el gol a favor, Estévez pertrechó a los suyos ante un Talavera que insistió en busca del empate, con mucha presencia cerca del área de Kike Royo. Sin embargo, este Badajoz es líder por algo: en el minuto 74 robó el balón en campo propio, montó una contra vertiginosa y Aquino colocó una vaselina de puro talento para sentenciar el choque. Dos minutos después, el punta volvió a emprender la carrera en solitario y forzó la segunda amarilla de Vicente para dejar al Talavera con dos futbolistas menos.

Con el equipo cerámico hecho añicos, aún hubo tiempo para que Guzmán rematase a placer una volea dentro del área para dar por finalizada una acción desde el perfil izquierdo. Fue el broche perfecto para un choque que solo puede invitar al optimismo.