Vostell y la naturaleza como confrontación
Con 'El arte que quema' se celebra el 90 aniversario del nacimiento del artista alemán
Sábado, 18 de marzo 2023, 15:36
La muestra 'Wolf Vostell. El arte que quema' se ha articulado con piezas pertenecientes a The Wolf Vostell Estate, colecciones particulares, fondos propios del Museo ... y el Archivo Happening Vostell. En el texto de inicio podemos leer: «El arte que quema escenifica uno de los nexos posibles entre las violencias de la guerra –las propias y las adyacentes– y el efecto devastador y, en gran medida, irreversible de las actividades humanas sobre los ecosistemas terrestres». Una temática de tintes ecológicos hoy asumida, para entender su verdadero valor, la novedad de este discurso, habría que retrotraerse a la década de los sesenta. Ya en aquel entonces Wolf Vostell tildó de «nueva naturaleza» al auge de televisores, coches, aviones... No obstante, después de leer el libro 'La vida secreta de las plantas', donde aprendió: «Hasta la hoja más sencilla, de la planta más simple tiene un sistema nervioso» empezó a incluirlas en los happenings, pero eso sí, «sin caer en el error de los jóvenes de ahora que quieren bosques limpios y no se preocupan de educar a la gente».
Arte con consciencia. Llegados a este punto estaba interesado por saber qué significado le dio al término «naturaleza» en su alfabeto 'Vostell, las revoluciones en la plástica' y dice así: «El artista se interesa por la naturaleza, pero esta no se interesa por la obra de arte». Bien mirado, nuestro artista se sirve de la naturaleza como dispositivo de confrontación, una vez más su arte no es ajeno al ser humano, no excluye su tragedia: «Cuando Adorno decía, «después de Auschwitz no es posible seguir haciendo arte», yo respondía, «después de Auschwitz hay que hacer obra de arte, precisamente», pero repito, con consciencia, lo que naturalmente produce una obra distinta de la de antes de la guerra».
Guerra/Naturaleza. Nuestra mirada se dirige a la instalación 'Los fuegos' (1981), un 'bodegón' contemporáneo que forma parte del Ciclo 'Fluxus Zug' ('Tren Fluxus'), en el que vemos unos perros disecados sobre un manto de pimentón de los que nacen cuchillos; en mi cabeza, otra imagen tremebunda, la lorquiana «un montón de perros apagados». A partir de esta pieza se vertebra el resto de la exposición con diferentes series emblemáticas del artista que tratan sobre la guerra y la naturaleza, como 'Sara-Jevo', sobre la Guerra de los Balcanes; 'El muerto que tiene sed', sobre el perpetuo renacer de la naturaleza; 'VOAEX. Viaje de (H)Ormigón por la Alta Extremadura', resultado del impacto que produce en Vostell su primera visita a Los Barruecos en 1974, o la escultura (maqueta) 'Arc de la Paix/París' (1991), en donde un avión cementado viene enmarcado por el Gran Arco de la Fraternidad parisino.
Besos. Al final de la visita me detengo para leer el 'Manifiesto happening', Nueva York, 26 de marzo de 1966: «En lugar de bombas... guerra de Vietnam, los aviones estadounidenses deberían bombardear a la población con pienso para pollos, cordones de zapatos, chicles, puré de tomate, hamburguesas, bagels, Coca Cola, imperdibles, discos de los Beatles, palomitas, tartas de nata, destornilladores, gomas de borrar, colonia 4711, sujetadores, ligueros, kleenex, cámaras Polaroid, cremalleras, mermelada, el periódico New York Times del fin de semana, barras de labios...». Al menos, este último deseo cobra forma en la serigrafía en b/n 'Lippenstifbomber' (1968), donde un bombardero lanza precisamente «besos al aire».
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