Morse, el inspector culto y melómano
Colin Dexter combina la intriga policiaca con las inquietudes de un gran personaje. Una cita literaria anticipa el tono de cada capítulo
J. Ernesto Ayala-dip
Sábado, 26 de abril 2025, 15:03
La ficción policiaca ha creado protagonistas de tal entidad que difícilmente se escapan de nuestra vida real. (Mario Vargas Llosa tenía una teoría sobre esta ... cuestión, la de la realidad, que dividía entre realidad real y ficticia, insinuando que la ficción no está tan alejada de la realidad). Cómo no va a estar incorporado a nuestra propia existencia el comisario Maigret, por citar un ejemplo universal. Gracias a Colin Dexter yo incorporé a mi vida a su ínclito inspector Morse, como ese amigo que ves poco pero siempre necesitas ver. Lo incluí porque envidio su intuición, pero también es fiel a los autores que he leído y algunas veces también releo. Morse trabaja en la policía metropolitana de Londres y como era de esperar tiene un ayudante, Lewis, en sus antípodas, pero muy eficaz. (El origen de las parejas de policías, en la novela y en el cine, tan opuestos en sus maneras y caracteres, está inspirado en la célebre y universal pareja que conformaron el Quijote y Sancho Panza). Es importante consignar que este autor inglés es el creador de una escuela de novela de misterio: el 'whodunit', donde el lector «investiga» junto a los héroes del relato. Lo que saben los detectives de Dexter también lo saben los lectores, aunque a veces los lectores saben más. Por ejemplo, en esta novela hay un momento en el que sabemos algo muy importante que ignoran Morse y su ayudante.
Todo comienza en una fiesta muy selecta a la que ha sido invitado nuestro Morse. Allí conoce a Anne Scott, una guapa mujer de la que Morse queda prendado, como a veces suele sucederle. Toda esta historia ocurre en Jericó, no el de Jerusalén sino el barrio de Londres con ese nombre. A las pocas horas, se encuentra el cuerpo de la señorita Scott. Todo apunta a un suicidio. En realidad se llega a esa conclusión, que comparten Morse y Lewis. En los siguientes días aparece muerto otro integrante de la trama. La diferencia con otros títulos del mismo autor estriba que en este Morse podría aparecer como sospechoso de algo turbio. Los lectores sabemos que no es cierto, pero los otros personajes, incluidos algunos policías, llegan a sospecharlo. Al final todo tiene una explicación. Pero por encima de esta circunstancia, nos quedamos con el Morse de siempre: además de piadoso, en la línea del comisario Maigret, melómano (en esta novela escucha el Concierto número 21 para piano de Mozart, en la antológica versión de Daniel Barenbaun), empecinado lector de Rudyard Kipling y los relatos de Franz Kafka. Otro ejemplo de la cultura literaria de Colin Dexter es que cada capítulo de 'Los muertos de Jericó' está precedido de una cita literaria, como anticipándonos el tono o la naturaleza de lo que nos contará. Entretenimiento y calidad literaria asegurados.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión