El mayor de nuestros gramáticos
V centenario. Gregorio Mayans hace un luminoso recorrido biobibliográfico por la producción de Francisco Sánchez de las Brozas 'El Brocense'
MANUEL PECELLÍN LANCHARRO
Sábado, 20 de mayo 2023, 15:58
El 5 de diciembre de 1600 fallecía en casa de uno de sus hijos Francisco Sánchez de las Brozas, 'El Brocense'. La Inquisición, que lo ... encausaba por segunda vez (la anterior fue en 1584), lo mantenía bajo arresto domiciliario, imputándole acusaciones que algún estudioso reduce a «pura chismografía». Se defendió según pudo el de Brozas e hizo célebre su solicitud al temido Tribunal: «...protestando de su adhesión a la santa fe católica, pedía que se borrase de sus manuscritos cuanto se hallase malsonante, para imprimirlos después en beneficio de sus hijos, y que estando ya muy próximo a morir, mandase la Inquisición, luego que ocurriese su fallecimiento, darle sepultura honorífica, según el estado y calidad de su persona...».
Para entonces, la fama de 'El Brocense' había trascendido las fronteras patrias e incluso era más admirado en el extranjero que en España, donde los profesores continuaban más fieles al propio Nebrija, cuyas tesis gramaticales 'El Brocense' propuso superar. («Muchos se seguían alimentando de bellotas cuando ya se había descubierto las mieses», ironizaba en 'Verdaderas y breves Instituciones de Gramática latina'). El gran filólogo belga Justo Lipsio (1547-1606) escribía a Manuel Sarmientos: «A Francisco Sánchez de las Brozas ya hace muchos años que lo conozco, amo y venero. Su probidad y erudición se lo merecen... Él es el Mercurio, él es el Apolo de vuestra España...».
Consagrado ya el extremeño por su obra más conocida, 'Minerva o de causis linguae latinae', como el gramático por el que Europa aprendió correctamente la lengua del Lacio durante la Modernidad, fue un hombre de la Ilustración, Gregorio Mayans i Siscar (1699-1781) el primero en asumir la compilación de la obra completas de 'El Brocense' (Ginebra, apud Fratres de Tournes, 1766). Al primero de los cuatro volúmenes, el valenciano adjuntaba «una cum eiusdem scriptoris vita». Compuesto en latín, sigue siendo estudio muy apreciable, pese a sus indudables limitaciones (al autor le faltaban datos; daba por bueno el testamento apócrifo de Sánchez) y a otros que después irían publicándose, como los del Marqués de Morante ('Biografía de Francisco Sánchez El Brocense', 1859), P.U. González de la Calle ('Ensayo biográfico', 1922), A. Bell ('Francisco Sánchez, El Brocense', 1925), A. Tovar y M. De la Pinta' (Procesos inquisitoriales contra Francisco Sánchez de las Brozas', 1941), A. Holgado Redondo ('El Brocense o la arrogancia del saber', 1989). J. M. Mestre ('La poesía de El Brocense y su tiempo', 2000) o C. Codoñer y otros ('El Brocense y las humanidades en el siglo XVI', 2003).
Entre los numerosos profesores de la Universidad de Extremadura que también han hecho sesudas investigaciones sobre el personaje (Eustaquio Sánchez, César Chaparro, Luis Merino, J. Villalba), Manuel Mañas Núñez, catedrático de Filología Latina, cuenta con amplio elenco de estudios sobre 'El Brocense'. Para conmemorar el V centenario de su venida al mundo (c. 1523), ha tenido el acierto de editar, traducido al castellano, con extenso preámbulo y casi 600 notas explicativas a pie de página, el introito con el que Mayans, según dijo, prologó las 'Opera omnia' de nuestro extraordinario humanista.
Realmente, se trata, sobre todo, más que de una obra biográfica al uso, de un luminoso recorrido biobibliográfico por la producción del autor: génesis de las obras, contenido ponderado de cada una, círculo de amistades, nómina de personajes aludidos, resonancias clásicas y ventura editorial. Consumado bibliófilo, asombra las localizaciones que Mayans realiza, lo que no le impide cometer algún error o laguna, que Mañas corrige documentadamente. Sin duda, su trabajo constituye magnífica propedéutica para cuantos sientan interés por la veintena de obras que el catedrático de la Universidad de Salamanca (más madrastra que madre con él mismo) compuso, alternándolas con labores múltiples para mantener su numerosa prole. Recordemos que, junto a la veintena de producción propia, 'El Brocense' asumiría también la edición crítica de escritores tanto clásicos (Ovidio, Ausonio, Persio, Epícteto, Virgilio, Pomponio Mela, Porfirio), como coetáneos (la de Garcilaso pasará a la historia de la literatura española).
Tras las aportaciones gramaticales de Port-Royal, F. de Saussure o Chomsky se juzgan cada vez más valiosas las hechas en su día por 'El Brocense'. Convencido de la propia importancia y, dado su polémico carácter, no extrañará chocase con los muchos 'bárbaros' o 'Perotos' que ni Nebrija mismo pudo extirpar de los lares ibéricos. Y no se olviden los apuntes del de Brozas en torno a cuestiones teológicas, filosóficas, didácticas e incluso científicas, siempre elaborados con criterio personalísimo, al margen o incluso en contra del «magister dixit».
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