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El escritor francés Philippe Claudel en la presentación del libro. EFE

Malos vecinos

Philippe Claudel aborda cuestiones de actualidad con lirismo y humor y nos sumerge en las zonas más sombrías del alma humana

Pablo Martínez Zarracina

Viernes, 9 de mayo 2025, 23:32

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Un pueblo en un confín de un imperio innominado es el escenario de la última novela de Philippe Claudel. Envuelto en la bruma histórica y ... recorrido por un aire que hace pensar en el comienzo del siglo XX en la convulsa Centroeuropa, el lugar reproduce un orden simbólico y esencial. Hay en él una iglesia, una mezquita, un alcalde, un notario, un médico y ningún judío porque en algún momento se los expulsó a todos. También hay, claro, un policía., Nurio, que tiene un ayudante gigantesco y peculiar llamado Baraj. Ambos componen una pareja quijotesca y examinan al comienzo del libro la escena de un crimen que incendiará la convivencia en el pueblo: el cura ha aparecido muerto, con la cabeza destrozada, en una callejuela junto a la iglesia. El narrador omnisciente, lírico y cáustico –una fórmula característica en el autor– no esquiva el humor negro en torno al religioso asesinado: «Por fin iba a saber si había hecho bien en consagrar su vida a Dios o si la había malgastado en tonterías». Lo que viene después es la mezcla entre investigación y alegoría que define muchas de las novelas de Claudel. Si la primera parte, la puramente policial, rebosa intriga y se eleva con la descripción de un mundo cerrado, cruel y expresionista, la segunda soporta un exceso de intención que resulta ineficaz. Convenientemente instrumentalizado por el poder, el crimen del cura aviva los peores instintos en el pueblo y precipita a la gente hacia el odio entre religiones.

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