Lectores en el fin del mundo
ángel Manuel Silva Ruiz
Viernes, 2 de mayo 2025, 18:33
Hoy no vamos a hablar únicamente de Cercas ni de su best seller, El loco de Dios en el fin del mundo. Hoy, con tu ... permiso, vamos a hablar de ti, lector, lectora, que contabas los días para acercarte a tu librería de referencia y encerrarte a solas en el Vaticano con el papa y poder viajar hasta Mongolia.
Lector intrépido y analítico capaz de formular y formularse preguntas y de recorrer con una mirada prospectiva, dispuesta a proponer con humildad nuevos caminos, las casi quinientas páginas que atesora entre sus manos, porque sabe que solo desde una mirada humilde se pueden emprender nuevos caminos, como lo hiciera Bergoglio con la Iglesia o el propio Cercas con su última entrega.
El loco de dios en el fin del mundo
Javier Cercas
Editorial: Random House.
488 páginas.
22,70 euros.
Y hablamos de ti porque esta novela va de un lector que, siendo un niño, preguntaba curioso, mientras escuchaba con atención una historia en boca de una mujer joven, su madre, Blanca Mena Martínez. Un niño que mamó los hábitos de vida de su familia tradicional católica extremeña; un niño desterrado en un entorno social, a menudo, hostil, y que apostató de todo y de todos, tras una experiencia amorosa truncada en su pueblo, en el fin del mundo, a los catorce años, y de la que necesitó, para escapar, convertirse en un lector renovado y perdido -tal y como se encontraba su país por aquel entonces- que devoraba a pecho descubierto la obra metafísica completa de Unamuno, comenzando por aquel don Manuel Bueno, un cura sencillo que, según contaban por Valverde de Lucerna, llegó a ser mártir.
La mezcla de esos dos lectores, la del niño confiado que pregunta y la del adolescente dubitativo que inicia un itinerario desconocido, confluye en la estética de este narrador adulto, pertinaz, por un lado, en su pregunta, tambaleante, por otro, cuando se acerca a la figura del religioso, especialmente a través de los misioneros, hasta sentirla muy próxima. Ese narrador seguro, carente de referencias dogmáticas, pero, a la vez, atónito, aturdido y desubicado, que recurre en su crónica a los géneros más diversos, deambula por las páginas del libro como si, a ratos, tratara de reescribirse a sí mismo -cómo no, para su madre, su primera y principal lectora- desde otra perspectiva donde se reencuentra, quizá, en otro fin del mundo, con aquel niño y aquel adolescente que un día quiso colgarse del cimborrio de la catedral de Girona, y que ahora, con ese descaro que incluye un sesgo de rebeldía, conversa durante el viaje con el papa Francisco y se atreve a preguntarle, con esa ingenuidad tan infantil, si su madre, viuda y creyente, podrá ver a su marido en el más allá, para llevarle a ella la respuesta del santo padre como un aval irrebatible.
El pasado mes de diciembre falleció Blanca Mena Martínez.
¿Quién sabe? A lo mejor, en este momento, los padres de Cercas y Bergoglio están charlando sobre aquel niño lector en compañía de Vargas Llosa que, posiblemente, intenta elucubrar, incorregible, conexiones eruditas entre El loco de Dios en el fin del mundo y La guerra del fin del mundo que nos legara el Premio Nobel.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión