Avicebrón, filósofo andalusí
Ensayo. Juan Antonio Pacheco revisa tanto la filosofía y fuentes inspiradoras, como la poética de Selomó ibn Gabirol
Manuel Pecellín
Sábado, 13 de septiembre 2025, 02:00
En la rica nómina de filósofos españoles medievales (cristianos, musulmanes y hebreos andalusíes) figura por derecho propio Salomón ibn Gabirol, más conocido como Avicebrón (Málaga, c. 1022-Valencia, c. 1069). La vida de este pensador nómada continúa marcada por lagunas y sus ideas todavía son objeto de debate. Parece el destino de aquel pequeño hombre, poco agraciado físicamente, con escasa salud, que durante su corta vida cambia una y otra vez de residencia, a la búsqueda de mecenazgos o tal vez por rehuir enfrentamientos que su mal carácter propiciaba. Málaga, Zaragoza (donde también se refugiará poco después Ibn al-Sind de Badajoz), Granada, Valencia contemplaron el ir y venir de un escritor pobre, sin otro oficio que la pluma, capaz de usarla en árabe, cuando desarrolla ideas, aunque recurre a la lengua materna israelí si la poesía lo arrebata. Deseoso de conciliar la fe del creyente con los imperativos de la razón, su ideario constituye una síntesis difícilmente interpretable de teorías neoplatónicas (emanación), aristotélicas (lógica e hilemorfismo) y musulmanas (mística), siempre sobre un fondo bíblico irrenunciable (unicidad y simplicidad de Dios, creador del mundo a través de su palabra).
La verdad es que la obra de Gabirol, en realidad escasamente conservada, pasó casi desapercibida para los coetáneos. Sólo comenzó a difundirse cuando Domingo Gundisalvo y Juan Hispalense vertieron respectivamente la más importante, al latín como Fons Vitae y al castellano, como La Fuente de la Vida. (Hubo también una parte traducida al hebreo por Ibn Falaquera en el siglo XIII). Atrajo entonces el interés de los escolásticos medievales, pero sin lograr una interpretación unánime. Así, Alberto Magno y Tomás de Aquino, aristotélicos, lo tacharán de materialista, mientras encuentra defensores entre agustinos y franciscanos, como Duns Scoto o San Buenaventura, más proclives a las tesis neoplatónicas.
Hay que esperar al Renacimiento para que Ibn Gabirol encuentre partidarios decididos, algunos tan importantes como Giordano Bruno o el sefardita B. Spinoza. En realidad, su fama de filósofo no se consolida hasta el XIX, cuando S. Munk publicó en Mélanges de philosophie juive et árabe una versión (parcial) una antigua versión hebraica de la obra Fuente de la vida, mientras otros se interesaban por la lírica del malagueño, al que considerarán uno de los grandes poetas judeoespañoles, junto con Judá Levita e Ibn Ezra. Menéndez Pelayo, siempre avizor, incluye un resumen comentado de dicha obra en su Historia de las ideas estéticas en España (1883-89).
Pacheco, Juan Antonio
IBN GABIROL: EL PENSAMIENTO JUDÍO-ANDALUSÍ. Córdoba, Almuraza, 2025.
Recientemente, han aparecido trabajos como los Tomás Fernández y Elena Tamaro, 'Biografia de Selomó ibn Gabirol [Avicebrón]'. Barcelona, España: Editorial Biografías y Vidas, 2004), a los que ha venido a sumarse este estudio de Juan Antonio Pacheco, que revisa tanto la filosofía y fuentes inspiradoras, como la poética del malacitano, tan impregnada también de profundas reflexiones. Natural de Badajoz (1949), arabista reconocido, ha ejercido la docencia en las universidades de Barcelona, Sevilla y Ammán. Es también autor de libros como El Pensamiento árabe contemporáneo (1999), La espiritualidad islámica en la Andalucía medieval (2001), Ibn Arabí: El Maestro Sublime (2019), Filosofía y pensamiento espiritual en Al´Ándalus (2017) y El califato islámico. Religión y política entre la realidad y la utopía (2022). Nosotros tuvimos el honor de publicarle Extremadura en los filósofos árabes (1991).
El estudioso extremeño hace un exhaustivo análisis de La Fuente de la Vida, sirviéndose de la versión realizada por Federico de Castro (1901), corregida por Carlos del Valle (Barcelona, 1987), y de dos poemas, que reproduce parcialmente, 'Te he amado' y 'Corona real' (una larga composición de 400 versículos en prosa rimada, a semejanza de los Salmos bíblicos). Aquel diálogo filosófico entre un maestro y su discípulo, según el modelo consagrado por Platón, se estructura en cinco secciones, con una tesis dominante: el universo lo constituyen la sustancia primera (Dios), más los seres que de él dimanan, formados, incluso los espirituales, por dos elementos, la materia universal y las formas específicas. La complejidad teórica de Avicebrón exige notable esfuerzo para seguir su estudio, por más que el ensayista busca hacerse comprender, incluso a base de repeticiones frecuentes, pequeños resúmenes, rastreos etimológicos y otros recursos expresivos. Por último, Pacheco lanza y argumenta la hipótesis de que Ibn Gabirol pudo inspirarse en al-Kirmani, un neoplatónico de tendencia ismailí (El Cairo, 996-Irak, 1021).