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Viernes, 16 de mayo 2025, 10:11
La excepción a la regla, la regla de una general mansedumbre, fue un segundo de la corrida de este jueves en la Feria de San ... Isidro -precisamente en el día de la festi vidad de la capital madrileña- que le tocó en suerte a José Enrique Fraile, quien muy en el tipo Atanasio salió abanto y suelto, se enceló en un primer puyazo, cobró un volatín completo que tuvo efecto sedante y atacó pronto en banderillas. Fue el toro de la devolución de trastos. Alejandro Chicharro, madrileño de Miraflores de la Sierra, acababa de confirmar la alternativa con un toro muy en Atanasio también pero que solo pudo picarse a salida tapada primero y en la puerta y en plena huida después, que buscó saltar antes y después de picado y de banderillas, y pegó muchos cabezazos antes de rajarse sin remedio. Un trasteo convencional, largo, de insistir repetidamente, con aire de faena justificatoria y final de riesgos porque el toro acabó a la defensiva.
Padrino de la alternativa -largo parlamento, abrazos a tres bandas, el testigo también-, Paco Ureña se encontró con el toro de la excepción, que descolgó sin hacerse esperar, vino pronto, repitió y tuvo el son propio de su encaste original. Un toro de sencillo trato: ni una prueba, ni una mirada, ni un regate. Vertical, casi echado para atrás, la figura forzada en contorsión, Ureña se estiró sin pruebas. La mano diestra. Tres tandas con corte de fluido entre la una y las otras, breves las tres, porque al cuarto ligado y al aire del toro, ya vino el recorte mirando al tendido en busca de complicidad, y el remate de pecho.
Parecía en marcha la cosa, pero al cambiarse de mano, cambió el signo. Dos tandas peleadas y, de repente, la decisión efectista de acortar distancias. Dejó estar el toro, todo bonanza. Mal que bien se sostuvo el negocio, pero la faena se había ido diluyendo. Una estocada perdiendo el engaño y con salida por pies. La muerte del toro, de bravo, fue de las de resistirse sin meterse a tablas sino mirándolas de frente desde la raya de picar. Un aviso. No cundió la petición de oreja. Un arrastre muy ovacionado.
Y ya no hubo casi nada más, pues un tercero cinqueño de espléndido porte -650 kilos del ala-, encelado en el caballo, pareció afligirse en banderillas y, desganado y apagado como si se hubiera fundido, solo quiso irse a su querencia de tablas. Señales hizo de toro enfermo. Bastó con un pinchazo hondo y un descabello para doblar. Negro salpicado, gargantillo y coletero, el cuarto se frenó de salida, deambuló de manso, cobró un duro puyazo apretando y un segundo al relance y estaba rajado al tercer viaje. Ureña se lo sacó a los medios. Misión imposible porque el toro se fue de engaño. Insistir fue una sinrazón que provocó protestas. Dos pinchazos y una estocada desprendida. Más huido que ninguno, el quinto corrió suelto y a su aire sin que nadie pudiera detenerlo. Y, sin embargo, Galván brindó al público. Se arrepentiría de inmediato porque el toro tardó tres viajes en darse a la fuga. Un pinchazo y estocada.
Con la corrida, 630 kilos de promedio, tres cinqueños abiertos en lotes, era el debut en San Isidro de José Enrique Fraile tras la escisión de Valdefresno en dos mitades. Los precedentes, muy positivos. No solo en Bayona o Salamanca, donde se han jugado toros sobresalientes, sino en la propia plaza de las Ventas, donde el pasado quince de agosto se ganó el derecho a esta plaza de San Isidro que iba a salir tan torcida. No reparó el entuerto un sexto que, comparado con los tres jugados por delante, al menos se sujetó y metió la cara, aunque claudicara cuando no vino templado ni traído con pulso bueno. Pero nada más empezar el último trasteo descargó la tormenta que venía latiendo desde la salida del quinto toro. Una estocada de mérito. Se aburrió mucho la gente.
Toros: Seis toros de José Enrique Fraile de Valdefresno.
Toreros: Paco Ureña, ovación tras aviso y silencio. David Galván, silencio en los dos. Alejandro Chicharro, que confirmó la alternativa, silencio tras aviso y .
Plaza: Madrid. 6ª de San Isidro. Primaveral, tormenta al final. 21.264 almas. Dos horas y veinte minutos de función.
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