Confirmación prometedora de alternativa de Diego San Román
Valiente de verdad el torero de Querétaro. Un soberbio quinto toro de Fuente Ymbro dentro de una corrida ingrata. Le corta una oreja con su entusiasmo y entrega de siempre Román. Curro Díaz, castigado con un lote infame.
Barquerito
Lunes, 26 de mayo 2025, 18:47
Al borde de los 600 kilos, el toro de la confirmación de alternativa de Diego San Román, mexicano de Querétaro, prometedora etapa de novillero en ... España, se enceló en el caballo de pica y cobró un duro segundo puyazo trasero. Un quite capote a la espalda de insuperable ajuste -saltillera y gaoneras- fue una suerte de presentación de credenciales: torero de valor.
La medida cabal del valor seco y sereno no iba darla ese primer toro de Fuente Ymbro que, distraído en banderillas -dos pares excelentes de David Blázquez-, empezó a buscar tablas con la mitrada primero y descaradamente después. San Román le cambió terrenos y acortó distancias, y aguantó media docena embestidas rebotadas y punteadas. Cuando la fuga a tablas ya fue irreversible, un empeño justificatorio. Y una estocada comprometida atacando en la suerte contraria y con el toro recostado contra su refugio de tablas.
Hasta su turno en quites del quinto, el toro de la corrida, no volvió a salir Diego a escena. Tres chicuelinas discretas y media buena. Con chicuelinas muy ceñidas de costado paró y fijó sin pruebas el sexto, el de más cuajo de todos. Iba a ser el de mayores emociones también. Castigado trasero y severamente en un segundo puyazo que tomó de bravo, el toro no llegó a romper como pareció de partida. Pronto en una tanda de templadas dobladas por las dos manos en la apertura de faena entre rayas, mudó al ofrecerse en los medios Diego muleta en la zurda. Lo hizo con tremenda violencia. Solo al segundo viaje, un derrote al cuello. Y otro no tan pérfido en la baza siguiente. Ni se inmutó ni cedió un palmo el torero, pese a que el toro, además de soltar tralla, se le metió por detrás y lo buscó.
Antes de que la faena pudiera convertirse en refriega cuerpo a cuerpo, Diego optó por torear, por pisar el terreno del toro y, la mano baja, someter y corregir las embestidas. Mérito mayor. No hubo toreo con la diestra. Tal vez por vicio del toro. Tensa e intensa la faena, no del todo atendida -público de domingo de San Isidro, coros de vivas cuando más serio estaba el asunto-, tuvo el remate de una estocada cobrada por derecho.
Hubo dos toros cornalones y astifinos de la cepa al pitón -un cinqueño y cornipaso cuarto y un quinto de formidable pero armónica arboladura-, un tercero veleto de impecable trapío y un segundo bien armado que lamió tablas de salida, estuvo a punto de saltarlas -y casi casi.- y fue uno de los dos de peor nota, los dos en el lote de Curro Díaz, a quien su oficio, su experiencia y su habilidad de siempre sirvió para salir indemne del paso y sin perder los papeles, sino todo lo contrario.
La fortuna estuvo del lado de Román. En sus manos, el lote de mejor condición. Un quinto que descolgó antes de varas, de particular elasticidad y galope acompasado, que vino a todo haciendo el surco, abriéndose y repitiendo, como si su disuasoria cornamenta fuera un mera brújula. Y un tercero de no tantas calidades pero sí toro noble de buen juego, que, a menos, se aburrió y protestó un poquito cuando Román insistió en una sola estrategia: cites de larguísimo, toreo sobre las inercias que no cuajó al cabo en nada.
FICHA DEL FESTEJO
-
Madrid, 15ª de San Isidro Estival. 21.003 almas. Dos horas y cuarto de función.
-
Ganadería Seis toros de Fuente Ymbro (Ricardo Gallardo)
-
Toreros Curro Díaz, silencio en los dos. Román, silencio tras aviso y una oreja. Diego San Román, que confirmó la alternativa, ovación tras aviso en los dos.
La fórmula de los cites de punta a punta, al borde de las rayas, sí sirvió para encadenar una faena atrevida, desmedrada, valerosa y desenfadada repartida en tandas casi al calco, breves, calientes. Por la mano derecha, más claro el paisaje. Por la izquierda, sin gobernar el toro, una voltereta escalofriante pero sin que Román perdiera la sonrisa. El todo se celebró -se celebraban las embestidas también- y en el arrastre se llevó el toro la ovación más cerrada de toda la tarde. Román llevaba en la mano una de las dos orejas del toro, de nombre Comisario.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
- Temas
- Toros
- Feria de San Isidro
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.