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Retrato de Miguel de Cervantes, con su gorguera, su pluma y su mano izquierda, la impedida, escondida.
«Don Quijote es mi espejo»
Entrevista a Don Miguel de Cervantes

«Don Quijote es mi espejo»

José Antonio Guerrero

Viernes, 15 de abril 2016, 14:51

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Pillamos a don Miguel de Cervantes tomando un avión a Madrid desde Londres, donde viene de inaugurar una exposición sobre su figura. Sentado en el embarque del aeropuerto de Heathrow y con el portátil sobre sus cascadas rodillas, don Miguel se ha aflojado la gorguera y para airear las ideas se ha despojado de la bacía colocándola sobre el equipaje de mano. Teclea veloz con la derecha y de vez en cuanto se mira la izquierda, la de Lepanto, herida e inmóvil, con más orgullo que lástima. 400 años después de su muerte, a este resucitadísimo don Miguel de Cervantes Saavedra le ha prestado su voz y su palabra el profesor José Manuel Lucía Megías (Ibiza, 1967), uno de los españoles que mejor conoce a nuestro protagonista. Catedrático de Filología Románica de la Complutense, preside la Asociación de Cervantistas, es autor de la última obra sobre Cervantes en las librerías, La juventud de Cervantes (Edaf), y ha comisariado la exposición que en honor a don Miguel se muestra en la Biblioteca Nacional. El profesor Megías ha aceptado generosamente este juego literario que le hemos propuesto. Así pues, tras más de cuatro siglos de espera, logramos entrevistar en exclusiva al escritor más universal en lengua castellana.

Lo primero es la salud... ¿Qué tal tiene la mano don Miguel?

Mil gracias por preguntar y preocuparse. La mano bien, recordándome a todas horas la batalla de Lepanto, las mil historia que podemos contar los soldados veteranos cuando llegamos a viejos, lo que no es tarea fácil. Lo peor son los huesos, que no me dejan casi ni escribir pero todo se lleva con paciencia.

Mota del Cuervo, Argamasilla de Alba, Villanueva de los Infantes... señor Cervantes... No sabe lo que se ha escrito sobre esta cuestión... Por favor sáquenos de dudas, ¿cuál es ese lugar de la Mancha de cuyo nombre no se quiere acordar?

Ese es misterio que me llevaré a la tumba. Ese es un juego que seguirá haciendo correr ríos de tinta Y esa es su esencia, que nadie pueda decir este es el único lugar de la Mancha, porque hay muchos lugares, tantos como pueblos recorrí en mi dilatada carrera de recaudador de impuestos aunque, si me he de quedar con uno, le confieso que prefiero Argamasilla de Alba. Ese es mi preferido.

Otra duda, don Miguel. Se dice, y corríjame si no es así, que ideó al bueno de Alonso Quijano en la cueva de Medrano, en Argamasilla, donde le encerraron. Aquel encarcelamiento... ¿fue por culpa de un requiebro amoroso a la sobrina de un hombre poderoso del lugar, don Rodrigo Pacheco de Quijana, o porque se le fue la mano con la recaudación de impuestos?

Como bien sabes, hay ciertas cosas que un caballero nunca debe contar ni tampoco insinuar. Y como tal caballero me tengo pero también es cierto que nunca he sido indiferente a la belleza

De la Batalla de Lepanto al teatro y la novela... hombre de letras y de armas. ¿Cómo se pueden entender la guerra y la cultura? ¿No son antagónicas?

Las armas y las letras, el debate de todos los siglos. ¡Cuántos soldados poetas he conocido a lo largo de mi vida! ¡Válgame Dios que yo bien puedo entrar en la lista de los mejores! La guerra es inevitable y la cultura es imprescindible. Sin una, la sociedad no se entiende. Sin la otra, la sociedad no vale la pena.

¿Sabe que es usted un mito? ¿Qué sensación le deja comprobar que 400 años después es al menos 400 veces más reconocido que en su tiempo?

¿Un mito? Más me hubiera gustado a mí que en vida me hubieran dado una 400 parte de todo lo que han ganado en estos siglos gracias a mi vida y a mi obra Pero si soy un mito para que la gente se acerque a mi obra, para que las lean en las escuelas y en las tabernas, en las universidades y en los estudios, todo habrá valido la pena. ¿Sabe vuesa merced si mis obras son las más leídas?

Conocerse se conocen don Miguel, leerse no tanto. Pero volvamos a la entrevista. ¿Se considera un genio?

Sí. Lo soy. Y lo digo con todas las palabras porque yo sé quien soy. Un genio que gracias a que no conseguí la fama y el poder de Lope pude hacer lo que él no podía por triunfar en la Corte: experimentar, divertirme, llegar a los límites de lo que mis lectores podían esperar ¡Me he divertido tanto escribiendo! ¡Me he divertido tanto viviendo! Esa es mi verdadera genialidad.

¿Qué autores lee con más placer? ¿Leyó a Shakespeare?

¿Shakespeare? No me suena. Lo siento. Si he de decir la verdad, siempre me gustaron los versos de Herrera y los del mis buenos amigos Laínez y Figueroa. Quevedo siempre me sorprendió con su ingenio, y las páginas de tantos libros de caballerías y de pastores han llenado muchas de las horas muertas en las ventas. ¿Y por qué no decirlo? Me gusta mucho Lope de Vega. No todo lo que escribió ese monstruo de naturaleza, pero sí bastantes de sus versos y alguna que otra comedia.

Precisamente usted está contestándome desde Londres. Dicen que allí, en Inglaterra, han tirado la casa por la ventana en las celebraciones del 400 aniversario de la muerte de ese tal Shakespeare

No se crea. Hay mucho ruido y pocas nueces. Siempre me dijeron que los infieles son maestros de las ventas y de las cortinas de humo. Saben vender mejor que nadie sus productos. A mí me hubiera gustado que en España se hubieran planificado mucho mejor las celebraciones por mi muerte. Pero no me quejo ¡Hace un siglo se suspendieron por problemas con Hacienda, y eso que nadie hablaba de los papeles de Panamá!

Lope fue esclavo de su triunfo

Su paso a la novela fue casi fruto de la frustración en el teatro por culpa del éxito de Lope de Vega, ¿cómo gestionó ese revés?

¡Cuántas leyendas, por Dios! ¿Hay todavía alguien que se crea esa sarta de tonterías? El teatro como la novela me ayudaron a mis pretensiones a ocupar uno e los puestos vacantes en América, aunque con poco éxito. Mi libro de pastores La Galatea me dio el reconocimiento que buscaba y el teatro los maravedís que necesitaba Lo otro más tiene que ver con grupos y mafias, con el deseo de quedarse en exclusiva con el negocio económico del teatro ¡y bien que lo supo hacer Lope!

¿Qué le pasó realmente con Lope de Vega? ¿Celos profesionales o sentimentales?... En los mentideros de Madrid se dice que su vecino se las llevaba a todas de calle...

Lope no dejaba indiferente a nadie Lopico lo pico ni a hombres ni a mujeres. ¡Se dice que incluso venían a Madrid personas a verle como quien viaja para disfrutar de monumentos! Pero Lope fue un esclavo de su triunfo. Necesitaba luchar a cada momento para que nadie le hiciera sombra. ¡Y bien que empeñaba su tiempo en eso! ¿Quién quiere ser Lope de Vega cuando uno es capaz de escribir las Novelas ejemplares?

Está usted enterrado en el convento madrileño de las Trinitarias. Ese convento sigue donde siempre, pero la calle se llama Lope de Vega. ¿Le duele?

Tanto como a Lope saber que su casa está en la calle Cervantes, je je, je Estos madrileños, ¿es que no cambiarán, siempre sacándole punta a todo?

No sé si sabrá que tras su lápida yacen unos restos que no está muy claro que sean los suyos... Eso sí que deben de ser duelos y quebrantos...

Lo que está claro es que detrás de esa placa ni huevos, chorizos ni tocinos se van a encontrar. Ahí están mis huesos, mezclados con los de mi amada Catalina, y otros tantos niños, mujeres y hombres. ¿Por qué no me dejaron en paz en la cripta donde había permanecido durante siglos? ¿A qué malvada mente enferma se le ocurrió que estaría más feliz detrás de una fría lápida de mármol?

¿Cómo se lleva con las erratas? Se lo pregunto porque esa lápida lleva tallada una hermosa cita de una obra suya ('Los trabajos de Persiles y Sigismunda') donde aparece Segismunda en lugar de Sigismunda

Las erratas son inevitables, hermanas de la escritura. No hay libro sin errata. Y no seré yo quien les haga un elogio pero tampoco quien las vitupere. Están ahí y nos demuestran, una vez más, que somos humanos Quien esté libre de una errata, que tire la primera piedra.

Dicen que durante su estancia en el hospital de Messina, en Sicilia, donde se recuperaba de las heridas de la Batalla de Lepanto, recibió la visita de Don Juan de Austria Cuente, cuente ¿o es lo que hoy llamamos una leyenda urbana?

¿Don Juan de Austria en el hospital de Messina? ¿Y además visitándome? Pero, ¿es que nos hemos vuelto todos locos? Participé en la batalla de Lepanto como un soldado raso y bien orgulloso me siento de ellos: es el principio heroico de mi carrera militar ¿Pero cómo el dios de la guerra, el único que hacía temblar a mi querido rey Felipe II, iba ni siquiera saber que yo existía? ¿Es una broma, no?

También dicen que en Argel ya empezó a labrar su futuro, dedicándose a ayudar a liberar a clérigos, nobles... y gentes con apellidos ilustres para que a su regreso a España, estos le devolvieran el favor.

Mi futuro me lo había labrado en domesticar mi mano para tener una letra digna de los despachos de los grandes señores; y también en las campañas por el Mediterráneo en los tercios españoles Argel fue un vergel, una tierra de oportunidades. Allí conocí a la flor y nata de Europa y allí organicé varios intentos de fuga. La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos y si además se sazona con buenos y relucientes ducados, ¿qué más se puede pedir? A nadie le amarga un dulce.

Llevo gafas como todos

¿Se reconoce en los retratos que existen de usted? ¿Y eso de quitarse los anteojos? Nos hemos enterado por un libro que ha escrito un colega suyo sobre su mocedad, La juventud de Cervantes se llama, que llevaba gafas... ¿Es presumido?

Querido amigo, llevo gafas como todos: porque soy viejo y ya no veo. Y las llevo como puedo, con mucha decencia. Soy un hombre anónimo y me gusta serlo. Me gusta pasear y ver sin ser visto, sentarme en una taberna y escuchar desde un rincón tantas conversaciones sin que nadie se fije en mí ¡Qué triste la vida de Lope, todo el mundo pendiente de cada uno de sus gestos! Mejor así: un hombre sin rostro, anónimo, libre.

¿Cómo andamos de amor? ¿Quiénes fueron sus Dulcineas?

De amores, bien No me quejo: siempre he tenido un hombro en quien apoyarme y un cuerpo en donde saciar mi sed de vida. He amado mucho y mucho me han amado. Me casé y no me arrepiento. Todo lo contrario. Mi Catalina me entiende y me deja solo, viviendo en la soledad de la escritura. Me gusta cuando calla y cuando está ausente. A otras, en cambio, las he tenido que abandonar por habladoras ¡Y es que cuando la mujer se suelta la lengua! Y no digo más, que luego todo se sabe.

¿Diría que el Quijote es un buen libro de caballerías o es más una sátira moral de carácter universal?

¿Qué si no otra cosa fue mi don Quijote? Así me lo pidió el bueno de Francisco de Robles, y así se lo prometí, así lo cobré y así se lo escribí Y sé que al librero no le fue mal. Ahora anda pesado con que debo terminar la segunda parte que comencé hace años. Pero ¿no se da cuenta que debe antes terminar mi legado literario, el proyecto literario en que estoy trabajando y que comenzó con las Novelas ejemplares que él mismo me editó? Llegará un día en que los editores e impresores estén al servicio de los escritores y no al revés y no queda mucho.

¿Por qué decidió volver loco a su gran personaje precisamente por leer (se le secó el cerebro) algo tan recomendable?

¿Loco mi don Quijote? ¿Pero qué locura es esta? A mi Alonso Quijano se le secó el cerebro de tanto leer libros de caballerías por la noche de claro en claro y los días de turbio en turbio. Pero no se volvió loco sino que recobró la vida. Su voluntad le llevó a crearse más allá de los límites físicos y de los sociales Un poco de locura no nos vendría mal. ¡Seamos todos un poco don Quijote y algo mejor nos iría!

¿Por qué no triunfa la justicia y el amor en su obra? ¿Por qué muere nuestro Quijote?

Mi Quijote muere porque tenía miedo de que otros, después de mi propia muerte, terminaran por seguir escribiendo aventuras de su vida. Y don Quijote me pertenece. He dejado de vivir muchas vidas para poder escribir la suya. Don Quijote muere porque yo me estoy muriendo, porque yo me estaba muriendo cuando lo terminaba de escribir Don Quijote es mi espejo literario.

No sé si habrá vuelto usted estos años a La Mancha... ¿qué le gustaría ver hoy por allí que vio entonces? ¿Qué le atrapa de esas tierras tan solitarias?

A mí me gustaría ver recuperadas las ventas, esos vestigios de una época llena de polvo, de miserias, y de sueños. Las ventas que eran el oasis en medio de La Mancha, de esa tierra alejada de todo, una tierra de nadie, de paso. Los caminos están ahí, las rutas trazadas y conocidas, pero ¿y de las ventas quién se acuerda?

Mandó a su Quijano a combatir a esos gigantes con forma de molino... ¿Quiénes son los molinos y los Quijotes del siglo XXI?

Los Quijotes y los molinos somos nosotros mismos. En nosotros está el sueño de cambiar el mundo y la cobardía de querer que nada cambie. En nosotros está el beso y está el mordisco, la caricia y la bofetada, la mano tendida y el puño apretado. Nosotros somos nuestra meta y nuestro primer enemigo. Hay tantos molinos como sueños que debemos de conseguir. Hay tantos Quijotes como voluntades para intentar conseguirlo.

Un bocadillo de jamón

Don Miguel, quizá no sepa que donde vivió en Madrid le llaman ahora el Brrio de las Letras... Por allí pasaron otros de sus conocidos, Lope, Quevedo, Góngora... Aquello podía ser hoy un poderoso polo de atracción cultural y turística con esos nombres como gancho, pero no lo es

¿Y no lo es ya? ¿A qué esperan los alcaldes para ponerse a trabajar en ello? ¿Qué mejor homenaje me pueden hacer que rescatar el tiempo de esplendor en que viví, en que crecí, en que escribí. Mis calles, mis mentideros y corrales Todo eso hay que recuperarlo. Y seguramente hay nuevos Quijotes, como una tal Manuela Carmena que me han dicho que está dando la vuelta a todo, que se van a empeñar en los próximos años a hacerlo. Es solo cuestión de voluntad y de mucho deseo. El deseo de ver cómo los sueños se hacen realidad.

Escribió El Quijote con lo que ganaba recaudando impuestos ¿Qué hubiera escrito en caso de haber gozado del ansiado mecenazgo?

Siempre soñé con irme a América para ser libre, para no depender de ningún mecenas ni de la dictadura del gusto del vulgo, tan precipitado, tan egoísta y voluble. Y no pude irme a América pero sí ser libre en el momento de escribir. ¿Has sentido alguna vez esa sensación de que el tiempo no existe cuando la pluma avanza a buen paso por el folio en blanco?

¿Cree que la literatura hace mejores a las personas?

Sin duda. Los sueños hacen mejores a las personas.

¿Cuál es la moraleja del Quijote?

Que no tiene ninguna moraleja. Que cada uno de nosotros tiene que buscar su moraleja, así como cada uno busca su lugar de la Mancha.

En España muy pocos han leído su obra, y menos aún El Quijote. ¿Por qué asusta hincarle el diente? ¿Se atrevería a trasladar su texto al castellano actual o entonces dejaría de ser El Quijote?

Leer es lo importante, incluso los papeles sueltos de las calles. Traducir es leer, traducir es permitir que otros lean, un verdadero acto de generosidad, digno de todo elogio. ¿Que me leen traducido a algunas de las lenguas no nobles? Me parece estupendo. ¿Qué me leen en adaptaciones infantiles o juveniles? Me llena de una enorme ternura. ¿Que alguien me lee en una traducción moderna al español? Me encanta la idea. Mi libro es de los lectores y los lectores tienen que disfrutar de él.

¿Cómo se definiría usted?

Miguel de Cervantes, el Bueno.

¿Gorguera o corbata?

Según la ocasión. No hay que confundir las churras con las merinas. Ante el rey, de corbata. En el corral, gorguera

¿Bacía o sombrero?

La cabeza descubierta si puede ser. Con las ideas claras.

¿Rocinante o Harley-Davidson?

Rocinante, sin duda, para disfrutar del viaje, del tiempo del viaje. La velocidad es obra de encantadores.

¿Duelos y quebrantos o bocata de calamares?

El bocata de calamares para Góngora, que enferma ante los duelos y quebrantos. Pero donde se ponga un buen bocadillo de jamón, que se quite todo lo demás.

-Entiendo que con la mano izquierda maltrecha, preferirá la pluma al ordenador... Pero ¿saldrían igual las aventuras del Ingenioso Hidalgo escritas en una pantalla?

¿Por qué no? ¿Acaso no nacieron también aventuras sorprendentes de la hoja del códice frente a la continuidad del rollo? Cada época tiene su forma de escritura: hoy, a esta misma hora, seguro que hay un nuevo Cervantes que ha comenzado a escribir su primer cuento en un ordenador. Tiempo al tiempo.

¿Qué diría hoy a los jóvenes que se aventuran en el mundo de las letras? ¿Cree que esos aspirantes a 'letrados' deben ser críticos y arriesgados o prudentes y generosos con los académicos y los retóricos?

Paciencia y barajar le diría. Yo publiqué mi primera novela, La Galatea, con casi cuarenta años. Paciencia y escribir. Paciencia y borrar. Paciencia y romper Y solo al final, paciencia y publicar.

Don Miguel, en estos 400 años... ¿a quién daría el Premio Cervantes?

¿Un premio con mi nombre? Esta sí que es una novedad. Me gusta la idea, pero me parece imposible. ¿Y ahora me dirá que también hay un Instituto que lleva mi nombre y que se dedica a la difusión del español por todo el mundo! Cosas veredes ¿Quién mejor que yo en merecer el premio que lleva mi nombre? ¿Y por qué no a Alonso Fernández de Avellaneda? A ver si se atreve a venir a recogerlo, je, je, je.

Por último señor Cervantes, después de tres meses sin acuerdo ¿Qué hacemos con nuestros políticos, les votamos o les botamos?

Pues, lector ocioso, a mí me da que tendremos que botarlos con nuestros votos.

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