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Belleza y energía en equilibrio

Brillante y magistral actuación solista del contrabajista extremeño Joaquín Arrabal con la Orquesta de Extremadura

ángel guerra

Domingo, 19 de enero 2020, 10:59

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Cambio de programa de última hora en el quinto concierto de abono de la Orquesta de Extremadura para cubrir la anunciada y apetecida presencia del director catalán Ros Marbá, convaleciente de una enfermedad que la ha impedido venir a dirigir. Sin embargo, el brillantísimo concierto ofrecido por la formación extremeña con su director titular al frente, hizo que el público disculpase sin contemplaciones la contrariedad de la «notable ausencia» y el cambio del programa.

La séptima de Sibelius abrió el programa a pesar de ser una «declaración final» y su lógica permitió que la orquesta brillara de inmediato. Albiach consiguió un sonido limpio y resonante e hizo una lectura íntima y maravillosamente cálida de la última sinfonía de este compositor, también conocida como «sinfonía en un movimiento». Las cuerdas brillaron con emoción en los maravillosos legatos que fluían bajo un estricto control del tempo de Albiach de principio a fin, sumando en su lectura acertadas texturas en las cuerdas intermedias, que parecían estar tocando música de cámara, y una exhaustiva atención a los timbales.

Al final, con los violines altos a punto de desaparecer, la superposición del latón, luego de las maderas y los otros vientos se fueron sucediendo impecables hasta conducir la sinfonía hasta su final.

A continuación, y aún embriagados de Sibelius, llegó el plato fuerte del programa: la actuación como solista del contrabajista extremeño, Joaquín Arrabal, interpretando el 'Concierto para contrabajo y orquesta en fa sostenido menor, Op. 3' de Serguéi Kusevitski, director de orquesta y contrabajista nacido en Rusia en 1847, conocido sobretodo por su largo período como director de la Orquesta Sinfónica de Boston.

Arrabal estuvo fulgurante y magistral en este concierto que, probablemente, sea el más difícil y complicado concierto escrito para contrabajo. Pero el músico de Almendralejo desplegó un profundo conocimiento del instrumento y ofreció una interpretación arrebatadoramente cálida y coherente de la obra, que embriagada de un apacible romanticismo con una fuerza y sentimiento desbordantes consiguió enamorar a un público absorto y entregado, que aplaudió merecidamente la imponente actuación del joven músico Joaquín Arrabal.

En la segunda parte, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak puso la guinda a una noche inolvidable. Los vientos sonaron con carácter, los metales poderosos y las cuerdas allanaban con planos compactos y brillantes. El elegante solo de corno inglés inundó de nostalgia el Largo y el Scherzo irrumpió frenético, con furia y voluptuosidad para desembocar en un tempestuoso Allegro con fuoco lleno de clarividencia descriptiva, a la que decididamente contribuyó un maravilloso sólo de clarinete.

La satisfacción de músicos y director al culminar la sinfonía era palpable. Estaban contentos y no fue para menos, pues su interpretación había estado colosal. Veladas como ésta son las que confirman y reafirman la incuestionable calidad de la formación orquestal extremeña.

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