La Virgen de la Montaña desafía al diluvio en su retorno al santuario
Una intensa lluvia sorprendió en mitad de su trayecto a la procesión que pone fin al Novenario y la imagen tuvo que taparse con un plástico
Había previsión de lluvia y se cumplió. Por eso la imagen de la Virgen de la Montaña no pudo lucir este domingo el manto ... de Caridad, pintado a mano por Daniel Jiménez Díaz y que iba a estrenar para esta ocasión, el retorno de la talla a su santuario. Los responsables de la cofradía prefirieron no arriesgar y le colocaron uno de los cinco mantos de subida, blanco y bordado con palomas. Así salió puntualmente a las nueve de la mañana de la concatedral de Coria-Cáceres para llegar diez minutos después a la Plaza Mayor, en donde el público la recibió con las habituales palabras de júbilo: «¡Viva la Virgen de la Montaña!», «¡Viva la cacereña bonita!». Había lágrimas.
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El cielo ya estaba encapotado pero todavía no había necesidad de abrir paraguas. La comitiva ascendió por la calle Pintores hasta la plaza de San Juan para acceder después a Pintores. En la calle Fuente Nueva, donde recibió una lluvia de pétalos, lo que hasta ese momento era chispear se convirtió en una lluvia intensa que obligó a colocarle un plástico a la imagen sagrada para evitar daños. Lo hicieron, ya bajo el diluvio, los hermanos de la cofradía, con la mayor rapidez de la que fueron capaces. A partir de ese momento la marcha se aceleró considerablemente y el orden habitual de la procesión se descolocó un poco, aunque los hermanos de carga se mantuvieron firmes, contra viento y marea.
Tampoco se achantaron las autoridades que acompañaban la comitiva. Empapados, el alcalde de Cáceres, Rafael Mateos o la secretaria general de Igualdad, Ara Sánchez, igual que concejales populares y socialistas, continuaron hasta Fuente Concejo, en donde simbólicamente el alcalde recuperó el bastón de mando. Ante la incapacidad de que los músicos tocaron el público cantó a viva voz el Redoble. A partir de ese momento la marcha continuó a paso rápido hasta el santuario, en donde se llevó a cabo la tradicional bendición de los campos.
El mayordomo de la Cofradía, Joaquín Floriano, no hacía dramas por la lluvia. «No pasa absolutamente, la Virgen de la Montaña es también la Virgen de las aguas, bajó en 1641 por una sequía que asolaba nuestros campos y la sequía desapareció, empezó a llover, de ahí tanta confianza que tienen los cacereños en la Virgen de la Montaña, no nos puede sorprender que llueva, es un placer», destacaba positivo. Sobre el Novenario, que con esta subida se da por concluido, Floriano señalaba que «llueva o truene, la Virgen de la Montaña atrae a todos los cacereños, de todos los que somos devotos y no devotos porque por ahí pasa mucha gente de fuera, la Virgen atrae a todo el mundo porque la Virgen acepta a todo el mundo, eso hay que tenerlo muy en cuenta, unos vienen por devoción y otros por ver una obra de arte, por el fervor o por la estética, pero Santa María siempre ha estado llena y en el besamanto se han entregado todas las estampas que correspondía».
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