El Santuario planta cara a la carcoma con una operación de desinfección
Cuatro operarios trabajan durante el novenario para acabar con la plaga que afecta a los tres retablos; el más dañado es el dedicado a Santa Ana
María José Torrejón
Miércoles, 27 de abril 2016, 07:37
«¡Aviso! El Santuario permanecerá cerrado durante el novenario». El cartel cuelga de la puerta principal del templo y alerta al visitante de que el acceso está prohibido. En el interior, cuatro hombres trabajan mañana y tarde para acabar con la plaga de carcoma que ha atacado a los tres retablos. El más perjudicado es el dedicado a Santa Ana, uno de los laterales.
La cofradía de la Virgen de la Montaña ha aprovechado la estancia de la patrona en la ciudad para llevar a cabo este plan de choque. La empresa cacereña Desintex es la encargada de realizar los trabajos, que arrancaron el pasado jueves, un día después de la procesión de bajada. Está previsto que mañana se desmonten los andamios que cubren el retablo principal (obra del taller de José Churriguera, del siglo XVIII) y el de Santa Ana. De esta manera, la puertas del Santuario permanecerán abiertas el próximo domingo, el día de la procesión de subida. Y la Virgen podrá retornar a su camarín.
No obstante, la próxima semana el templo volverá a cerrar un par de días para aplicar el tratamiento al retablo del Cristo de la Salud, situado a la izquierda del retablo principal. El coste de toda la intervención asciende a 14.000 euros, que la cofradía asume gracias a una ayuda de la Fundación Valhondo.
Protegidos con monos blancos, guantes, mascarillas y gafas, los trabajadores de Desintex examinan cada uno de los agujeros abiertos en la madera por la carcoma, además de grietas o cualquier otro orificio. Una vez localizados, proceden a inyectar en su interior un líquido destinado a acabar con cualquier posible resto de este insecto. «Hemos detectado que también ha habido ataques anteriores de termitas, pero actualmente no tienen actividad», describe Felipe Fernando Bravo, el dueño de la empresa.
La alarma saltó en el Santuario hace unos meses, cuando la cofradía advirtió preocupada que había serrín sobre los cristales de los altares situados en la parte baja de los retablos. «La larva de la carcoma se desarrolla dentro de la madera y es en la fase adulta cuando sale para poner los huevos. Si hay serrín quiere decir que la carcoma todavía está activa», explica Bravo. «La carcoma suele aprovechar los agujeros por donde ha salido para depositar sus propios huevos. Una carcoma adulta puede llegar a poner hasta 200», apostilla el experto.
En el Santuario se está aplicando un tratamiento curativo, destinado a matar la carcoma que sigue con vida. Y, además, también se trabaja con carácter preventivo «para que no haya nuevas 'reinfectaciones' y evitar así que se depositen durante esta primavera nuevos huevos», señalan desde Desintex.
Bajo el camarín
Las zonas más afectadas del retablo principal son las situadas bajo el camarín de la Virgen -«hay ataques bastante frescos», apunta Felipe Fernando Bravo- y la parte superior. La carcoma también ha atacado a la imagen de Santa Ana o a la de San Joaquín, entre otras esculturas de los retablos. Y cuando la patrona regrese al Santuario, avanza, también se aplicará a la talla un tratamiento preventivo para mantenerla a salvo de los insectos. Los líquidos empleados, tranquilizan desde la empresa, no dañan las superficies sobre las que se aplican.
Bravo considera que la humedad que ha soportado el templo durante años, hasta su reciente restauración, ha sido un factor clave para la propagación de la carcoma. El último tratamiento de choque contra una plaga de este tipo puesto en marcha en el Santuario se llevó a cabo hace dos décadas, aunque el año pasado se hizo una actuación puntual en la tienda de recuerdos.
Desintex ha realizado trabajos similares en otros enclaves singulares como la Casa del Mono, el Archivo Histórico, la Casa de Aldana o el Museo Vostell de Malpartida.
Además de acabar con la carcoma, la cofradía ha querido aprovechar el montaje de los andamios para hacer otras labores de mantenimiento, como pintar las zonas deterioradas de la cúpula o encolar algunas piezas sueltas de los retablos en los que se ha intervenido.