Un verano entre explosiones en las casas de campo de Cáceres
Las obras de los trazados de la A-58 y la variante de Malpartida alteran la calma habitual de las fincas de recreo o viviendas habituales de esas zonas
Una sirena con un potente sonido previene de que en breves instantes se va a producir una explosión. No pasan demasiados minutos cuando se produce ... el estruendo y una nube blanquecina se eleva sobre el paisaje de encinas, monte bajo y rocas graníticas que se sitúa a un lado de los primeros 10 kilómetros de la N-523 que une las capitales de Cáceres y Badajoz, en el terreno más próximo a las obras de la autovía A-58, que quedará encajado en una especie de sandwich entre las dos vías.
La tranquilidad habitual se ha roto en una zona en la que proliferan las casas de recreo. Son segundas residencia de vecinos de Cáceres en las que pasan el verano den busca del frescor de las noches y la paz del campo. También hay alguna familia que vive allí de manera permanente.
Los residentes de estas casas lidian con distintos grados de paciencia con la magnitud de una obra faraónica en la que se mueven volúmenes ingentes de material. La tierra, accidentada e impenetrable, tiene que abrirse en canal y permitir así crear una pista llana para que los coches circulen rápidos y seguros y ganar tiempo al tiempo. El debate es el de siempre: naturaleza versus progreso.
Se estima que para crear los 13,5 kilómetros iniciales de esta autovía se van a mover un millón de metros cúbicos de tierra y emplear 90 millones de euros. El proyecto incluye 12 estructuras como viaductos y pasos superiores. La UTE que integran las empresas Rover y Gévora son las encargadas de la construcción de este fragmento de autovía que, cuando se complete, romperá con la maldición de Cáceres y Badajoz de ser de las pocas capitales de provincia que no están unidas por una vía rápida.
Grietas
«Ha sido un verano complicado», detalla los vecinos temporales de una de las casas de campo de la zona, construida hace más de 30 años. Han tenido explosiones dos veces por semana, con aviso previo por parte de la empresa encargada de los movimientos de tierra, Ferpi Obras y Transportes, que viene de León. El estruendo, el polvo y la caída de cascotes son molestias que pasan. Les preocupan más las grietas que han aparecido en las paredes y suelo de su casa provocadas por el efecto sísmico de las voladuras. Han contratado los servicios de un aparejador para que valore los daños y esperan ser compensados por las fisuras, que son ostensibles.
Desde Ferpi Obras señalan que se está en contacto con los vecinos del principio y que se cumple escrupulosamente el plan de seguridad establecido para este tipo de trabajos. «Se fue con un notario a las casas antes de las voladuras» para comprobar su estado y poder comparar después los efectos de las explosiones. «Son cuatro o cinco casas las que están afectadas», detalla David de la Iglesia, el responsable de la obra. «Seguimos el protocolo de seguridad que nos marca lo que podemos cargar en función de la distancia, nos regimos por eso», explica.
Cada vez que se va a producir una explosión avisa a los vecinos. «Les aviso siempre con antelación, les aviso con tiempo, se les manda un correo y se les dice el punto kilométrico en el que se va a producir y el mismo día de las voladuras voy por toda la zona para ver cómo va todo, sobre todo por los animales, a algunos se les escapan los perros, otros tienen ovejas...».
No todos los movimientos de tierras implican dinamitar el terreno. Con el granito no hay opción, pero otras zonas más blandas permiten que la retirada de tierra se haga 'rascando' con bulldozers. Se prevé que esta fase se extenderá al menos hasta el próximo mes de abril.
Francisco Chacón es el responsable del centro ecuestre El Romeral, situado en el kilómetro 5,2 de la N-523. «Ha habido veces que han cambiado la hora de la explosión y hemos tenido alguna caída de caballo porque se han asustado y han salido corriendo», explica. «Para hacer una obra tienen que hacer estas cosas, pero estaría bien que comunicaran los cambios». Sus instalaciones quedarán como a unos 150 metros de la nueva autovía. «Nos vamos a quedar como en una isla y es previsible que haya más ruidos si no ponen paneles», apunta este hombre, que denuncia que a cuenta de la obra el arroyo del Alcor, que normalmente lleva poca agua, se está secando. «No tiene caudal ninguno prácticamente, antes veías por aquí una nutria, un grupo de jabalíes que venían a vivir y ahora no se puede, podrían cogerla de Cáceres o del río Salor pero por comodidad lo cogen de aquí».
Otra obra en las proximidades de Cáceres también afectan a espacios en donde hay casas de esparcimiento veraniego y residencias permanente. Las obras de la variante en la carretera N-521para conectarla con la A-66 en Malpartida de Cáceres también ha convertido el verano en un momento menos plácido de lo habitual para los que habitan la urbanización Las Arenas, en donde hay también se perciben las voladuras el polvo y el ruido de las maquinaria. Los que más perciben estas obras son los que residen en las ultimas de las calles principales, es decir, en la vía principal más alejada de la carretera que hay actualmente.
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