Teresa, la 'seño' que cuida en su casa de Cáceres
Madre de día Profesora de primaria, es la primera que ofrece en la ciudad un servicio muy extendido en otros países de Europa ·
En casa de Teresa Alonso de la Torre (Cáceres, 1990), a eso de media mañana suena un disco de swing, un gato merodea mansamente y ... las gallinas y cloquean por su corral bajo el sol. Este espacio, que cuenta con una habitación con tumbonas, un patio con una tienda de campaña y juguetes y libros por todas partes, es el lugar al que diariamente acuden Mateo y Diego, dos niños de uno y tres años que, junto a Matilda, la hija de Teresa, pasan las mañanas atendidos y aprendiendo cosas nuevas. Esta profesora de Infantil y Primaria ha implantado en Cáceres, en su casa de la barriada de Los Castellanos, el servicio de madre de día, un recurso educativo y de cuidado que ofrecen profesionales tituladas en su propio domicilio.
¿Es una escuela infantil? No como tal, porque de lo que se trata, explica Teresa, es de que la ratio sea tan baja (cuatro niños como máximo) que se le pueda dar a cada uno una atención igual que la que daría una madre, una segunda madre. «Fundo mis dos facetas, a nivel de madre no tengo por qué renunciar a estar con mi hija y a que tenga la educación que me gusta, y por otro lado puedo desarrollarme a nivel profesional de la forma que quiero, siguiendo el ritmo que quiero y respetando mucho el ritmo de los niños e involucrando mucho a las familias», defiende.
«Hice mi Erasmus en Alemania, y allí conocí esta figura, luego estuve en Inglaterra, donde es una de las primeras opciones». Pudo ver de cerca las funciones de una madre de día a través de la experiencia de una amiga. «A mi amiga le angustiaba mucho dejar a su hija tan pequeñita en una escuela infantil al uso, donde son al menos ocho o nueve bebés por maestra». Tras visualizar esta experiencia Teresa, que vivía en Madrid donde trabajaba de maestra, fue madre. Se incorporó nuevamente a su colegio y llevó a su hija, pero sentía que no podía dedicar a los niños que tenía a su cuidado las atenciones necesarias. Fue entonces cuando decidió volver a Cáceres y se lanzó a emprender.
«En el Edificio Embarcadero me ayudaron a hacer el plan de empresa, hice un estudio de mercado y nos lanzamos». Teresa, que es autónoma, se siente algo sola desarrollando un trabajo que si en España no tiene demasiado predicamento en Extremadura menos. En Madrid y en Navarra está regulado, y eso es lo que a ella le gustaría aquí. «La regulación consiste en que estemos amparadas, en que alguien venga a hacer inspección, que pasemos por unos controles mínimos para que sea de calidad y para que tengamos un respaldo, para que no todo el mundo quiera montar algo así sin más».
Al domicilio de Teresa, que no tiene aspecto de escuela, sino de casa, los niños no solamente van a estar, sino que también aprenden, pero no de fichas ni férreas pedagogías, sino de la propia vida. «Me baso en pedagogías activas, en la observación y en ir adaptando, yo facilito materiales pero no son actividades guiadas, no hacemos fichas, que ellos quieren leer, pues leen». Y no todos van al unísono, como suele suceder en la escuela tradicional. «Hay ratitos en los que uno está leyendo, otro está pintando, el otro está descansado, otro está fuera en la huerta y otro se va con las gallinas, cada uno hace lo que necesita, es muy enriquecedor porque las edades, de 0 a 3 están mezcladas». Se sale todos los días al exterior para llevar a cabo actividades cotidianas. Las familias pueden participar en distintos momentos, «para que formen parte del proyecto y los peques vean que la persona que va a estar con ellos es de total confianza para la familia y es una extensión más».
Aunque el concepto de este tipo de opciones se basa en la libertad, existen normas. Hay un horario. «La entrada la tengo flexible de ocho a nueve y la salida de dos a tres». Hay periodos extra que se pueden repartir por la mañana y por la tarde.
Boca a boca
¿Le ha costado encontrar familias que se interesen por su modelo? Teresa dice que el boca a boca ayuda, y también las redes sociales. «Quiero hacer algo de publicidad pero de momento no le he dedicado mucho tiempo», reconoce.
El precio es más elevado que en el de una escuela infantil. «Se paga un poco la exclusividad, se sigue el ritmo del niño, literalmente, el precio incluye el desayuno, la fruta de media mañana y lo que se paga aparte es la comida». Se pagan 425 euros al mes por niño, sin horas extra. «Yo creo que en Cáceres hay nivel para pagarlo, lo que quizás no hay tantas familias con la mentalidad o las ganas de gastárselo en esto, de momento no hay muchísimo público pero poco a poco puede haberlo».
Teresa reconoce que le gustaría que la idea se extendiera en Cáceres, y que surgieran iniciativas parecidas. En la región tiene constancia de la existencia de otra experiencia similar en Navalmoral de la Mata.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión