Los dos 'sintecho' de la avenida cacereña del Ferrocarril buscarán una vivienda digna
El Ayuntamiento de Cáceres costeará a Fernando y Marta desde mañana un alojamiento temporal mientras encuentran un nuevo lugar donde vivir
j.c.
Miércoles, 6 de marzo 2019, 08:13
La historia de Fernando y Marta, los dos 'sintecho' que habitan a la intemperie en la avenida del Ferrocarril, tiene visos de tener a corto plazo un desenlace feliz y digno para ambos. La pareja accedió ayer a aceptar la oferta del Ayuntamiento de Cáceres, que les costeará temporalmente un alojamiento mientras encuentran una vivienda de alquiler que se ajuste a sus posibilidades y necesidades.
Fernando –de casi 82 años y enfermo de la próstata– y Marta –con 53 años y una discapacidad psíquica del 52 por ciento– se trasladarán mañana jueves al albergue municipal, situado en el edificio Valhondo, donde pernoctarán hasta el sábado. Ese mismo día la pareja se desplazará hasta un hotel de la ciudad. Mientras, los técnicos del Instituto Municipal de Asuntos Sociales (IMAS) ya trabajan en la búsqueda de una vivienda digna que puedan costear, teniendo en cuenta que Marta no percibe ingresos al margen de la asignación que pueda facilitarle la familia, y que Fernando, en cambio, sí cuenta con unos ingresos de 600 euros mensuales procedentes de su pensión.
La situación de ambos no le ha sido ajena al Ayuntamiento de Cáceres, que ya el pasado año puso este asunto en conocimiento de la Fiscalía, teniendo en cuenta que ninguno de los dos está incapacitado. No obstante, el Ministerio Público no inició ningún trámite al respecto, por lo que la Administración no puede actuar de oficio para ingresarlos en algún centro habilitado al efecto.
La pareja vive pegada a la variante, a cielo abierto, en un espacio de reducidas dimensiones en la avenida del Ferrocarril, junto a una de las puertas traseras del colegio Francisco Pizarro, prácticamente a la altura de la mediana superficie AKI. Tan solo una caseta de luz les sirve a ambos de refugio cuando la meteorología muestra su cara más fiera y agresiva.
Mientras Marta se mostraba ayer satisfecha con las perspectivas de futuro y la idea de una nueva vida que puedan comenzar ambos al abrigo de un hogar digno, Fernando confía en que no se repita la misma historia que los dos tuvieron que lamentar en una casa en la que estuvieron de alquiler en la calle Albacete, donde hubo cortes de suministro y problemas con la propietaria. Del mismo modo, este hombre de origen madrileño y que llegó a trabajar como ebanista y al cuidado de personas mayores, recalca que no quiere una vivienda social, sino un inmueble cuyo alquiler se ajuste a lo que puede pagar: «No le quiero deber nada a nadie», recordaba la pasada semana haciendo mención a los gestos de caridad que habitualmente recibe por parte de los vecinos de la barriada del Perú, donde ya es uno más.
A pesar de tener todos los enseres en este espacio a la intemperie, Fernando no ve problema en la mudanza: «La mayoría son cosas que he cogido de la calle porque nadie las quería», mantiene.
Solo el tiempo dirá si finalmente esta pareja logra protagonizar una reinserción social entre cuatro paredes y un techo, dejando así atrás los largos días de calor padecidos en los dos últimos años, así como las gélidas noches soportadas.