Un proyecto cacereño en Gaza, amenazado por la guerra
Tanques de agua. El Colegio de Médicos y Confines Solidarios financió la colocación de depósitos en barrios humildes
La guerra en Gaza, que deja un enorme saldo de muerte y destrucción ha tocado de lleno un proyecto con sello cacereño puesto en macha ... por la oenegé Confines Solidarios y el Colegio de Médicos de Cáceres. Se trata de un conjunto de depósitos de agua para población civil en la ciudad de Gaza que, casi con toda seguridad ha quedado destruido, tal y como teme Raquel Perianes, artífice del proyecto y miembro de Confines Solidarios.
La preocupación en estos momentos es el destino de la persona que se encargó de gestionar la iniciativa en destino, el cooperante gazati Kharam Matar. «Ahora mismo no sabemos exactamente dónde está, se ha movido y solo contesta brevemente los mensajes», explica con preocupación Perianes, que rememora el inicio de este proyecto humanitario «No es solo comprar los tanques, sino también su instalación». Se trata de un plan modesto que contó en total con 3.300 euros, 1.800 procedentes del Colegio de Médicos y el resto con fondos propios de la oenegé cacereña. «Se mejora toda la red de saneamiento de las familias y de los bloques seleccionados y se procede a la instalación de los tanques de agua una vez que se ha limpiado la zona».
Destinatarios
Esta cooperante destaca que el proyecto, pese a tener un presupuesto pequeño, fue exigente en cuanto a sus beneficiarios. «Pedimos que las destinatarias fuesen mujeres, viudas o con sus maridos en la cárcel, con un gran número de personas a su cargo y que también entrasen familias sirias, con todos esos requisitos Kharam empieza a hacer una selección de personas, como no nos podíamos desplazar le dimos nuestra confianza plena». Se contrató a personal de la zona tanto para hacer la mejora de la red como para comprar los tanques y trasladarlos dentro de Gaza. «Los tanques estaban instalados en diferentes barrios». Se logró el beneplácito del gobierno palestino para iniciar el proyecto, que arrancó en 2018. De la dificultad burocrática para poner en marcha un proyecto de estas características da cuenta la enorme carpeta con documentos, transferencias y justificaciones de todos los gastos. Cada depósito tiene capacidad para 1.500 litros que permiten que se acumule el agua para poder hacer frente a los cortes frecuentes, ya que en la franja de Gaza la red de suministro la controla Israel.
En total, los beneficiarios son 25 personas. El objetivo es ahondar en el derecho a la salud y el derecho al agua potable y para la prevención de enfermedades de transmisión. «Lo que sucede ahora en la franja es que van a proliferar enfermedades», explica Perianes. «No tenemos una prueba gráfica de que los depósitos han quedado destruidos en su totalidad, creemos que sí, peroapenas puedo contactar con Kharam», explica un día después del bombardeo en el hospital que dejó cientos de muertos. Perianes, no obstante, cree que es difícil que el proyecto haya seguido en pie teniendo en cuenta que los espacios en los que ubicaron los depósitos están en una zona vulnerable.
«Nuestra máxima preocupación es la vida de Kharam, en segundo lugar las familias beneficiarias y en tercer lugar en general de toda la población gazati, creemos que no se han respetado los derechos humanos, la convención de Ginebra ni nada, se le está pasando por el lomo a Israel», reflexiona. «Condenamos lo que se hizo en la frontera con Gaza, son imágenes que dañan la sensibilidad de cualquier persona, pero creemos que hay que remontarse a un origen histórico y a la situación».
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