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La profesora de Francés de Cáceres que fue la primera mujer que voló en España
Hace unos meses, en Cáceres se sustituyó el nombre de la calle Hermandad por el de Eladia Montesino-Espartero. La céntrica vía lleva el nombre de una mujer inquieta, que fue poeta, profesora de Francés en Cáceres, y que en 1919 se convirtió en la primera mujer que voló en España.
En la Redacción pensábamos que Manuel Caridad había hecho el Camino de Guadalupe, andando desde Cáceres, como promesa por no haber muerto durante la pandemia... ... pero hay algo más. Lo supimos el martes.
Cuando salimos del trabajo por la tarde, nos estaba esperando Sanjosé sentado encima de mi moto, aparcada frente a Correos. Estábamos en plena ola de calor y allí estaba él con su cochambroso abrigo negro. Son beneficios de estar muerto: no tienes ni frío ni calor.
–Hombre ¿Qué haces aquí? –Le preguntó Caridad.
–Os quiero poner a prueba. Seguidme –Nos miramos, nos encogimos de hombros, y sin decir nada seguimos al difunto por la avenida de España y la calle Gil Cordero, hasta que se paró en una bocacalle y señaló al letrero de la pared– ¿Sabéis quién era Eladia Montesino-Espartero Averly? Venga, Juntaletras, –me señaló– di algo.
–Vamos a ver –empecé a balbucear–, esta calle antes se llamaba Hermandad, y se le ha puesto el nombre de esta mujer que creo que tiene que ver algo con la aviación.
–Sí hombre –vino en mi rescate el compañero Caridad–. Fue la primera mujer que voló en España, y por lo visto vivió unos años en Cáceres.
–Unos años, dice el enterado. Vivió 64 años en Cáceres, desde 1926 a 1990, según ha contado el periodista Juan de la Cruz. Vamos a ver –empezó Sanjosé a dar la perorata a pleno sol, en la esquina, bajo el letrero, mientras nosotros nos cobijábamos a la sombra–. Eladia era nieta del sabio Cipriano Segundo Montesino, el de Valencia de Alcántara que promovió el Canal de Suez. Uno de los nueve hijos de Cipriano fue Luis, un ingeniero industrial que se formó en Alemania y Francia, que fue varias veces senador por la provincia de Cáceres, concejal de Madrid y gobernador civil de Palencia...
–No te enrolles que los vivos tenemos calor y hay que refrescar el gaznate –se quejó el fotógrafo Guinea.
–Calla la boca y aprende algo –siguió el difunto–. Luis Montesino fue un pionero de la Aviación Española. Fue el primer director de la Escuela Nacional de Aviación, y el primer civil en obtener la licencia de piloto de aviación en España. Eso ocurrió en 1913. A su hija mayor, Eladia, también le atraían los aviones, y tuvo su bautismo aéreo con el piloto francés Boulard el 18 de junio de 1919. Fue la primera mujer que voló en España. Su padre creó la primera línea aérea postal española, la de Madrid-Alicante-Málaga que se inauguró en 1920, y Eladia aparece en la portada del ABC del 4 de abril de ese año bautizando con champán el nuevo servicio.
–¿Pero ella no fue piloto de aviación, no? –Pregunté.
–De aquella las mujeres no podían. La primera mujer aviadora de España fue la madrileña María Bernaldo de Quirós, en 1928, y lo tuvo difícil. Por cierto, una cosa curiosa del padre de Eladia, es que con 68 años se fue a la guerra. En 1936 asesinaron a su hermano Pablo y a su hijo, que también se llamaba Pablo, y se presentó como voluntario en el 'bando nacional'. Empezó en la Guerra Civil como soldado y la terminó como capitán. Después de la Guerra trabajó en el Ministerio de Obras Públicas, él propuso que para tener el carnet de conducir había que hacer prácticas en la ciudad, y colaboró durante 8 años en hacer el Mapa Geológico de la Península. Vinculado a Valencia de Alcántara, allí fundó un lagar en donde se hacía el aceite virgen que llevaba su título nobiliario 'Marqués de Morella'...
–Bueno y ¿cuándo empezó Doña Eladia a vivir en Cáceres? –le cortó el fotógrafo.
–En 1926, al casarse con el escritor y periodista cacereño Pedro Romero Mendoza. Atentos, que os voy a poner como deberes que investiguéis sobre este interesante intelectual.
–¡Lo que nos faltaba! –dijo Guinea– Que un muerto nos ponga deberes como si fuéramos niños de teta. ¡Anda ya!
–Tú verás lo qué haces –le indicó Sanjosé mirándole fijamente, mientras corría una gota por una mejilla de Guinea, no se sabía si por el calor o el miedo–. Bueno, Pedro Romero fue 20 años director de la 'revista Alcántara', en donde escribió poesías y cuentos Eladia, también escribió en la revista literaria 'Cristal'. No era mala poeta. –El difunto miró al Sol, que era justiciero para todos menos para él, y empezó a recitar– «¡Iglesia de San Mateo/ de Santiago, Santa Clara.../ severo solar del Sol,/ casa de la Generala/ os contemplo y os admiro/ bajo la noche estrellada!/ Si la Luna os acaricia/ parecéis hechas de plata./ Los siglos duermen... ¡Silencio!/ en sus calles y en sus plazas./ No hagáis ruido y al andar/ 'pisad con planta de lana'./ ¡Ay, Cáceres, viejo Cáceres,/ entre tus viejas murallas/ enajenaste mi espíritu,/ me tienes cautivada el alma!» –Hizo una pausa mientras le mirábamos con la boca abierta y siguió– Eladia dio clases de Francés en el instituto El Brocense y en la Escuela Normal. Se quedó viuda en 1969, y se murió en 1999 con 101 años .
–¡101 años! Quién te los diera, ¿eh, Caridad? –Le dije al compañero.
–No. Son muchos años. Una vez hice un reportaje en Valdefuentes de un hombre que había cumplido 100 años, Tío Sánchez le llamaban. Resulta que cuando tenía 9 años estaba muy enfermo, le llevaron a Guadalupe y un fraile le preguntó qué quería, y el niño debilucho dijo: 'Vivir 100 años'. El niño se hizo joven, luego hombre, después anciano, y ya anciano decía que se había pasado pidiendo. Por cierto que murió a los pocos días de cumplir los 100. Yo no voy a vivir tanto.
–¿Cuántos años quieres vivir, entonces? –Le pregunté.
–Voy a vivir hasta los 92, con calidad de vida. Es lo que le pedí a la Virgen de Guadalupe.
–¡No jorobes! –se quejó Guinea.
–¿Qué pasa? –Le indicó Caridad frunciendo el ceño.
–¡30 años más aguantándote! No sé si podré. –Dijo mientras esquivaba una colleja del nonagenario en ciernes.
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