María Jesús García
Jefa del Servicio de Pediatría desde 2018, acaba de jubilarse en el San Pedro de Alcántara de Cáceres tras 36 años
Por las manos de la pediatra María Jesús García, que acaba de jubilarse, han pasado centenares de niños cacereños a lo largo de su ... trayectoria profesional en el hospital San Pedro de Alcántara. Cuenta que lo que era, en principio, una estancia profesional en Cáceres con fecha de caducidad, terminó convirtiéndose en algo para siempre. Nacida y criada en Venezuela, el país al que sus padres, asturianos, emigraron y en el que vivió hasta los siete años, hizo el petate desde Madrid a la capital cacereña. «Acabé la residencia en La Paz con el doctor Arroyo, iban a ampliar la unidad de Neonatología y nos vinimos a ver qué tal, pero el a ver qué tal se convirtió en 36 años», explica esta facultativa, que estuvo entre las primeras profesionales que, a partir del 91, trabajó en las guardias de Neonatología, la atención en las etapas más tempranas de la vida, cuando un niño es recién nacido. Desde 2015 hasta 2018 fue jefa de sección de Neonatos, y en 2018 logró la jefatura de servicio hasta su jubilación.
–¿Siempre quiso ser pediatra?
–Sí, desde la carrera. En mi año de MIR solo salieron 1.200 plazas (ahora hay 9.000). Yo saqué el 1.500 que es un número estupendo. Me quedé en la calle afortunadamente porque al año siguiente pude irme a La Paz de Madrid ha hacer el MIR, que es un sitio estupendo.
–¿Había tradición de médicos en su familia o fue la primera?
–No, mis padres tenían un comercio. Yo era una buena estudiante y opté por medicina.
–¿Qué es lo que más ha cambiado en este tiempo en la atención a los más pequeños?
–Lo que más ha cambiado, más que el aparataje o la digitalización es la participación de las madres y los padres en la unidad, que han pasado de estar detrás de los cristales a que ahora están integradísimos en los cuidados. Todavía queda porque aún no tenemos un espacio fantástico, pero en algún momento abrirán el hospital nuevo y harán una unidad con los espacios como Dios manda. Eso en cuanto a atención. Otro de los grandes avances fue el inicio del uso del surfactante en el año 93, se trata de una sustancia que usa cuando el recién nacido tiene el pulmón súper inmaduro. En los últimos años otra de las mejoras ha sido la inmunización frente al virus respiratorio sincitial (VRS). Hemos pasado de tener la unidad llena de pequeñitos ahogándose a no tener prácticamente ninguno en las últimas temporadas. Ha sido un antes y un después. También se han abierto las urgencias pediátricas antes del confinamiento, en febrero de 2020, con tres pediatras de guardia.
«Vine a Cáceres cuando se amplió Neonatología y he estado aquí durante 36 años»
«Tienen que reconocerse las especialidades pediátricas, es una necesidad»
–Hace un siglo era habitual que un bebé muriera y ahora es excepcional.
–Ahora cada vez hay menos niños y, entre comillas, cada vez son más valiosos. Antes la gente tenía más asumidos los riesgos de un nacimiento, ahora la gente entiende mal que a un recién nacido le pase algo.
–Usted siempre ha sido reivindicativa. ¿Se ha sentido escuchada?
–Se consiguen cosas poco a poco. Hemos conseguido más gente, pero los contratos siguen siendo súper inestables. Es duro cuando caducan los contratos y hay que volver a lucharlos y hablar con todas las direcciones. Ahora mismo se caducan unos cuantos contratos eventuales que hay y están de nuevo en el aire.
–¿Qué carencias tiene actualmente la Neonatología en Cáceres?
–Falta un psicólogo para el seguimiento de los niños prematuros, un neuropsicológo, afianzar las plantillas, porque son muchas guardias para poca gente y tener una unidad mejor y una implicación total de las familias, porque eso influye en el desarrollo neurológico. Para eso hace falta una arquitectura adecuada. También necesitamos que algunas especialidades pediátricas se reconozcan. Cuando sale una plaza, sale una plaza de pediatra, pero lo que necesita el servicio es uno de digestivo, por ejemplo. No sé quien, el Ministerio o las sociedades científicas, tienen que intentar que se reconozcan.
–Las madres (y también los padres) son cada vez más mayores a la hora de tener hijos. ¿Eso ha condicionado la salud de los Neonatos?
–Con las técnicas de reproducción asistida hay más prematuridad. Al principio había muchos más embarazos múltiples, ahora hace mucho tiempo que no tenemos trillizos ni por supuesto cuatrillizos. Eso ya se ha ido afinando, pero su frecuencia de prematuridad es más alta.
–¿Cómo le modela a uno tratar y tener en sus manos la vida de bebés tan pequeños y enfermos? ¿Se evita la implicación emocional?
–Sí hay implicación, claro. A veces tienes que dar muy malas noticias, y muchas veces es más fácil dar una noticia de un diagnóstico malo que de una incertidumbre. Yo siempre he dicho que en esos momentos querría ser bailarina. A los médicos no nos preparan para dar malas noticias, yo no sé ahora, pero a mí no, poco a poco vas aprendiendo, yo me he apuntado a cursos. Tienes que dar información pero también tienes que tener empatía, que los padres se sientan arropados. Había veces que los padres me decían que les estaba asustando, pero hay veces que no hay forma de quitar hierro porque es muy duro y los padres tienen que saberlo.
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