Los premios San Pancracio ensalzan el valor de la cultura en tiempos de crisis
El Festival de Cine Español de Cáceres entrega sus galardones en una gala sin alfombra roja para evitar las aglomeraciones
El 7 de marzo de 2020 el Festival de Cine Español de Cáceres celebró uno de los últimos acontecimientos públicos antes de la pandemia. ... El coronavirus estaba más que rondando, pero en aquella entrega de premios se hicieron hasta bromas sobre lo que en un primer momento considerábamos una amenaza lejana. Y luego hubo fiesta, abrazos, besos, trasnoche. Nadie imaginaba todo lo que se nos venía encima y que casi 14 meses después aún íbamos a seguir condicionados por un obstinado virus. Ayer las primeras palabras que se escucharon sobre el escenario del Gran Teatro fueron «¡puta pandemia!». Las dijo Chemi Moreno, el conductor de la XXVIII edición de estos galardones, donde la situación sanitaria marcó discursos, inevitablemente.
Mascarilla en boca, el gremio del cine aprovechó el momento para darse ánimos y reivindicar el valor de la pandemia y de la cultura en general en tiempos de crisis. Todo podría resumirse en las palabras de Marisa Paredes, que recibió el San Pancracio de honor. «Viva el cine, viva la alegría, hagamos necesaria la cultura, la cultura es lo que queda. Queda Goya, Buñuel, Picasso y la historia. El arte no hay quien lo destruya. Viva la libertad».
La austeridad y la emoción contenida definieron una gala en la que ocho profesionales del cine patrio recogieron su premio San Pancracio, un galardón que entrega la asociación Rebross y que tiene por objetivo promocionar las producciones nacionales y recaudar fondos para organizaciones benéficas.
Sin alfombra roja en la calle para evitar las aglomeraciones, toda la gala fue fluida y sencilla, sin grandes alardes pero correcta y ágil. Tuvo golpes de humor ácido de Chemi Moreno, que hizo mofa del templo budista, Toni Cantó, el Rey o Isabel Díaz Ayuso. Brillaron las actuaciones musicales de Oliana Liss y María González, Mar Cabezas y Paco Luis, de la escuela Enclave, que interpretaron una de las canciones de la película 'Nieva en Benidorm', de Isabel Coixet.
Discursos
La actriz extremeña Carolina Yuste fue la primera en recoger su premio, el Reyes Abades, que le entregó Tinti Rebollo, miembro de la organización. Yuste pidió seguir apoyando «la cultura, el arte y la educación». Esta idea estuvo presente ayer en palabras como las de Teresa Rejas, primera mujer en presidir la Asamblea de Extremadura. Dijo que la cultura «no tiene por qué ser un lujo» para apoyar que se trabaje sobre la ley de mecenazgo. «La cultura es el mejor antídoto contra la ignorancia». Ella entregó el premio a la directora aragonesa Pilar Palomero, que dijo que lo que le haría ilusión sería «volver» con nuevas películas. La actriz Loreto Monleón recogió, con nervios evidentes, su premio de manos del actor cacereño Alberto Lucero. Paz Sufrategui, subdirectora de Versión Original, hizo la entrega virtual a Darío Grandinetti, que en un vídeo disculpó su ausencia.
Más información
La llamada al público para que vuelva a llenar las salas la hizo Gonzalo de Castro, a quien entregó el premio Oliana Liss. «El cine solo tiene sentido cuando se hace para las salas y se toma la molestia de ir a verlas», señaló. Nathalie Poza agradeció el premio y recordó el mes de rodaje que pasó en Cáceres con 'Invisibles', la película de Gracia Querejeta. «Nos sentimos muy acogidos por todo el mundo», indicó tras recoger el premio de manos del propio Chemi Moreno. Y para terminar, dos grandes. La directora Isabel Coixet hizo bandera de su internacionalismo y dijo sentirse bien en cualquier parte. «Puedes sentirse de un sitio pero no sentir que ese sitio es exclusivo», pronunció delante de Lola García, vicepresidenta del jurado, y ante la estatua humana de San Pancracio, que fue entregando los galardones. El último premio, el de Marisa Paredes, lo entregó Paco Rebollo, director de Rebross, que animó a mirar al futuro pero no dejó de lado las dificultades para organizar este año un festival del que se han caído algunas secciones como las sesiones infantiles. En las dos semanas de proyecciones que han hecho ha notado una caída sin precedente el en número de espectadores, un 80% menos. La inversión privada para el festival también se ha reducido.
La compleja coyuntura del sector cinematográfico protagonizó el debate que los premiados mantuvieron por la mañana en el Museo Helga de Alvear. Plataformas contra gran pantalla, esa parece ser la cuestión de fondo de un arte que nunca dejará de ser necesario.
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