Viernes, 12 de abril 2019, 10:30
La Pasión Viviente de Cáceres arrancó ayer a las ocho y media de la tarde al ritmo que marcaban los tambores de la banda de la cofradía del Humilladero bajo el Arco de la Estrella. Una nutrida legión de romanos, integrada por miembros de las asociaciones Ara Concordiae y Emerita Antiqua de Mérida, descendió por la calle Gran Vía, se mezcló con el público y se detuvo a los pies de la Torre de Bujaco. Desde el balcón, un centurión alertó a los asistentes de la presencia de un alborotador, «al que llaman el galileo». Vigilemos, dijo, «para que no haya una revuelta». Y, a continuación, exclamó: «¡Militares, adelante!».
Lorenzo Cordero
La Pasión Viviente de Cáceres arrancó ayer a las ocho y media de la tarde al ritmo que marcaban los tambores de la banda de la cofradía del Humilladero bajo el Arco de la Estrella. Una nutrida legión de romanos, integrada por miembros de las asociaciones Ara Concordiae y Emerita Antiqua de Mérida, descendió por la calle Gran Vía, se mezcló con el público y se detuvo a los pies de la Torre de Bujaco. Desde el balcón, un centurión alertó a los asistentes de la presencia de un alborotador, «al que llaman el galileo». Vigilemos, dijo, «para que no haya una revuelta». Y, a continuación, exclamó: «¡Militares, adelante!».
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