Las gorras extremeñas del hotel Hilton
Identidad montehermoseña ·
La artesanía de María José González inaugura el nuevo hotel cacereñoEl hotel Hilton de Cáceres inaugura hoy oficiosamente sus instalaciones con una exposición identitaria: gorras de montehermoseña creadas por la única artesana viva, llegó a ... haber 20 en el pueblo, que las elabora: María José González Roncero (Andorra, 1986). La gorra de Montehermoso es una referencia icónica de Extremadura que nos representó en la Expo de Sevilla y nos identifica en las tiendas de recuerdos, en los carteles turísticos o en el salpicadero de los coches. Uno ve esa gorra y exclama: ¡Extremadura! Pero no nos pasemos porque aquí nadie entiende ese gorro como una pieza excluyente de identidad.
Las doctrinas nacionalistas presentan las prendas de vestir como símbolos ancestrales llegados desde la noche de los tiempos de Escocia (falda), Euskadi (txapela) o Cataluña (barretina). Es falso: la falda escocesa se la inventó un empresario siderúrgico de Lancashire en 1727. Había contratado como leñadores a unos escoceses, que se vestían con mantas bastas atadas a la cintura que entorpecían sus movimientos. El empresario, hombre práctico y ocurrente, convirtió las mantas en unas faldas amplias, cómodas y vistosas. La barretina se popularizó en Cataluña durante el siglo XIX y las fábricas de boinas y txapelas empiezan a funcionar en el País Vasco a mediados del mismo siglo. La de boinas Elósegui, la más famosa, data de 1858. Si es que hasta el traje de faralaes andaluz no empezó a ser prenda popular y ferial de las señoras de la burguesía sevillana hasta 1929.
La gorra de Montehermoso nace también por esos años. Se universalizó como símbolo de Extremadura a partir de 1917, cuando Sorolla la recogió en el cuadro representativo de Extremadura que pintó en Plasencia para la exposición neoyorkina de la Hispanic Society of America. Siguiendo las investigaciones de Juan Jesús Sánchez Alcón, la gorra habría nacido entre 1865 y 1870 y su creadora habría sido Ana García Ruano (Montehermoso,1848-1927), que reelaboró un sombrero de ala ancha para adaptarlo al gran moño de las montehermoseñas: levantó la copa, elevó las alas en forma de visera y nació la gorra.
La gorra de Montehermoso nace al tiempo que se popularizan la barretina catalana y la txapela vasca, pero aquí nadie la ve como seña de identidad
Es falso que el hombre rompa el espejo de la gorra de su mujer tras casarse con ella para que así ningún otro hombre se pueda mirar en él. Tampoco es ese espejo símbolo de la virginidad de quien lo porta, simplemente es un espejo en el que las mujeres se podían mirar para acicalarse. La gorra de espejo la utilizaban casadas y solteras y era la preferida para ir al mercado de Plasencia, a lavar o a por agua. Además de la gorra de espejo, que es la más ornamentada, están la gorra de clavelera, con dibujos florales y más sencilla, y la gorra de luto, que no era símbolo de viudedad, sino solo de luto e incluso de mayor edad y se confeccionaba en colores oscuros.
La exposición que se inaugura hoy en el hotel Hilton de Cáceres es una antología de gorras elaboradas por la artesana de Montehermoso María José González, hija de montehermoseños emigrados a Andorra y cuarta generación de artesanas de la gorra: empezó su bisabuela Máxima y siguieron su abuela Lucía y Toñi, su madre. «Ya soy la única que las elabora en Montehermoso. Si yo lo dejaba, se perdía», me contaba una tarde en la tienda abierta por su bisabuela en 1950.
María José siembra el centeno entre los olivos del pueblo, lo cosecha a lo largo de este mes de julio, ella lo corta, lo trenza, lo cose y lo adorna para acabar creando sus preciosas gorras artesanas. Tarda entre dos y tres días en acabar una gorra y su artesanía única ha aparecido en Vogue, ha desfilado en la pasarela Cibeles y, desde hoy, se expone en el nuevo hotel Hilton de Cáceres.
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