El Cefot de Cáceres registra un máximo histórico de mujeres en sus aulas
El Centro de Formación de Tropa de la capital cacereña recibe este lunes a 1.452 nuevos alumnos, de los que el 12 por ciento son chicas, el dato más alto contabilizado hasta ahora en el acuartelamiento Santa Ana
En el pabellón Inés Suárez, donde duermen las alumnas del Centro de Formación de Tropa número 1 de Cáceres (Cefot), nunca había habido tantas ... literas montadas como hasta ahora. El número de mujeres que se forman en sus aulas registra un máximo histórico en las instalaciones, que este lunes han dado la bienvenida un nuevo ciclo de futuros soldados. Son en total 1.452, de los que el 12 por ciento (175) son chicas, según el dato facilitado por Rafael Medinabeitia, sargento primero. «Normalmente la cifra ronda el siete o el ocho por ciento, como mucho el nueve. Pero esta vez hemos superado del 12 por ciento», asegura el militar.
La llegada de los nuevos alumnos al acuartelamiento Santa Ana ha comenzado a las ocho de la mañana. Forman parte del primer ciclo de 2025 y permanecerán en Cáceres hasta el mes de octubre, aunque en verano disfrutarán de cuatro semanas de vacaciones. La jura de bandera está programada para el 12 de julio. Las altas temperaturas registradas durante los meses más cálidos del año obliga al Cefot a adaptar sus clases físicas para hacer más llevadera la estancia en la capital a jóvenes procedentes de todo el país, algunos pocos acostumbrados al calor extremeño. «El verano suele ser bastante duro. Intentamos adaptar las clases a esas temperaturas extremas. Hacemos el periodo físico a primera hora del día y luego, a partir de las once y media o las doce de la mañana, son más clases teóricas en aulas», detalla Medinabeitia.
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Fotos | El Cefot de Cáceres recibe a 1.452 nuevos alumnos
Cada futuro soldado llega con un número asignado para su identificación (número en cartera) y un número de compañía. El Ejército se los facilita por carta antes de su incorporación y ellos, una vez que están en la puerta, deben recordarlos junto a su nombre y apellidos. Superado este primer control, se dirigen al grupo al que pertenecen (se agrupan por compañías) y es aquí donde se les da lo básico para la primera jornada: ropa de cama y almohada y un chambergo, el sombrero con el que deben cubrirse la cabeza cuando están al sol, sobre todo una vez que han sido rapados al uno, en el caso de los chicos, para evitar quemaduras. El reparto de los uniformes está previsto para este martes.
El siguiente paso es dirigirse a la camareta, término con el que se conoce a la zona de literas en la que conviven cuatro alumnos. Las camas están en grandes pabellones que se dividen con taquillas a modo de tabiques. Alejandro Pérez, de 24 años, es cubano. Y vive desde hace dos años en A Coruña, donde tiene familia. Su abuela es española. «He estado trabajando en hostelería y estudiando inglés. Hice el bachillerato en mi país. Siempre me había llamado la atención la carrera de las armas. En Cuba había pasado la mili y decidí poder ejercer una carrera militar aquí», indica.
«Soy de Cuba pero hace dos años que vivo en Galicia; siempre me ha llamado la atención la carrera de las armas»
Alejandro Pérez
24 años
«Aquí el calor es seco y yo estoy acostumbrado al calor húmedo; va a ser algo nuevo para mí»
Iker Penabad. Es de Viveiro (Lugo)
20 años
«Hice selectividad con la intención de meterme en la carrera de Derecho, pero me presenté a la oposición y aprobé»
Lucía Martín
20 años
«Es muy guay que cada vez seamos más mujeres. Es muy motivador»
Eva González
21 años
De la costa de Lugo, de Viveiro en concreto, procede Iker Penabad, de 20 años. «He estado trabajando de carpintero, de socorrista... Me llamó la atención de entrar en las fuerzas armadas y me apunté», relata. Admite que le da respeto pasar el verano en Extremadura. «Aquí el calor es seco y yo estoy acostumbrado al calor húmedo. Es algo nuevo para mí», detalla.
La edad media de los alumnos del Cefot ronda los 22 años. Muchos han cursado un grado medio de Formación Profesional. Algunos vienen con la selectividad hecha y hay, incluso, futuros soldados que ya han pasado por la universidad. En la mayoría de los casos comparten su vocación por la carrera militar.
Lucía Martín es de Huelva. Tiene 20 años. «Hice selectividad con la intención de meterme en la carrera de Derecho. Pero me presenté a la oposición y aprobé. Entré en zapadores», indica en referencia al cuerpo de ingenieros de combate. «Vi que a las armas no eran lo mío y decidí volver a opositar y he entrado en caballería. Estoy mucho más contenta. Me parece estupendo que seamos más mujeres», comenta. Aspira a convertirse en suboficial y, como segunda opción, no descarta hacerse guardia civil.
Ana Mateo, gaditana de 23 años, ha hecho un grado superior de actividad deportiva. «Llevo pensando desde hace mucho tiempo en apuntarme al ejército. He visto muchos desfiles militares. Creo que es vocacional», señala. «Vamos a pasar calor», afirma rotunda Eva González, salmantina de 21 años, hija de militares. «Mis padres son militares y son un ejemplo para mí. Hay que tener mucho físico y mucha fuerza mental. Y apoyarnos entre nosotras. Es muy guay que cada vez seamos más. Es muy motivador», señala en referencia al aumento de la presencia femenina en las aulas.
Los alumnos pasarán dos semanas en un periodo de acogida y adaptación a la vida militar. Después, afrontarán ocho semanas de formación militar general , que concluirá con la jura de bandera (prevista para el 12 de julio). Y, por último, recibirán durante diez semanas y media formación militar específica centrada en su especialidad: infantería y caballería, según el caso. Estarán en Cáceres hasta octubre. El Cefot está centrado en la preparación de personal de tropa del Ejército de Tierra. Para entrar hace falta pasar una prueba previa (teórica y práctica). En esta ocasión, el Estado ofertó 1.600 plazas. Un centenar se ha quedado vacante.
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