'La Berrocala', una cacereña empoderada del siglo XIX
Miguel Ángel Rodríguez presenta y regala esta tarde a todos los asistentes un libro sobre este personaje que da nombre a una zona de la ciudad
Da nombre a una calle y a un barrio de la ciudad, entre la Plaza de Toros y la actual plaza de Antonio Canales, ... y no por ser poeta, profesora o política, como suele suceder, sino por ser un personaje popular de Cáceres, una mujer libre y empoderada en tiempos, el siglo XIX, en el que este término no se estilaba. Se trata de Teresa Berrocal Gómez, 'La Berrocala'. Miguel Ángel Rodríguez Plaza (Cáceres, 1950) ha trazado su biografía en un libro que presenta este martes a las 19.00 horas en el Ateneo de Cáceres. Prorroga la obra el cronista de la ciudad, Fernando Jiménez Berrocal, que le acompañará esta tarde en una cita en la que todos los que acudan se llevarán de regalo un ejemplar que ha tardado dos años en escribirse y publicarse. El libro lo edita Fundación CB.
¿Quién era Teresa Berrocal? La describe este sanitario militar ya jubilado que vive en Badajoz. «Es una mujer de pueblo llano, tabernera y carnicera, despachaba carne, pero su personalidad y su arraigo fueron muy conocidos en Cáceres, era muy vivaz, muy habladora y en cierto aspecto conflictiva», describe. Nacida a finales del siglo XVIII (1887) en Ahigal, estuvo casada en tres ocasiones. Entre las fuentes documentales que utiliza Rodríguez está la del historiador Publio Hurtado, la única junto a Rodríguez que ha escrito sobre esta mujer, además de sumergirse en los archivos tanto provinciales como municipales y eclesiástico.
«Su personalidad y su arraigo la hicieron muy conocida en Cáceres, era muy vivaz, habladora y en cierto sentido conflictiva»
«Tuvo una taberna en la calle Nidos y luego montó otra en Santiago; su marido era ganadero y ella vendía carne en la plaza de abastos»
«En Talaván se casó por tercera vez con Juan de Dios Barquero González y el matrimonio estuvo encarcelado en la Audiencia de Extremadura en 1824 por injurias verbales». En ese momento, al salir de la cárcel, montó una taberna en la calle Nidos y continuó su popularidad. Su marido era arriero, abastecedor y revendedor de distintos productos. «Montaron después otra taberna en la plazuela de Santiago, adquirieron ganadería y ella vendía carne en los puestos de la plaza de abastos». Adquirieron las ruinas de la ermita de Santa Gertrudis, que emplearon como corral. El marido era también vendedor de novillas y becerras bravas que se toreaban en la Era de los Mártires, que se inauguró en 1846.
Se dedicaron también al mercado inmobiliario de la época. En los alrededores de la ermita de Santa Gertrudis ellos empezaron a construir casas para poderlas alquilar, zona que en el mapa elaborado por Francisco Coello, del siglo XIX, ya aparece denominada como Barrio Nuevo de la Berrocala. En la documentación hallada, en concreto en los legajos de los protocolos notariales aparece que Teresa, 'La Berrocala', se vio entrampada por un préstamo, se arruinó y ahí empezó su decadencia. Muere con 75 años en 1862 sin descendencia, al morírsele una niña de corta edad.
Rodríguez, que se movió de pequeño por la zona y que escribió de la ermita de Santa Gertrudis, señala que las publicaciones que aseguran que 'La Berrocala' fue dueña de un prostíbulo no tienen el suficiente respaldo documental, no hay tres fuentes que lo certifiquen. Alude, no obstante, a las coplas que Publio Hurtado dice que se le dedicaban en la época. «A la Berrocala le ha pillado el toro, le ha metido el cuerno por el as de oros, a la Berrocala le volvió a coger y metido el cuerno por allí otra vez». El doble sentido campaba a sus anchas en esta coplilla. Hurtado la describe como «mujer alegre y dadivosa, de vida un tanto relajada, era baja y regordeta pero graciosa y decidida, en su época sus relaciones eróticas y sociales en numerosas en todas sus clases». En todo caso lo que le interesa a Rodríguez era su popularidad, su carácter como mujer «de pueblo llano».
Propaganda
En una época histórica agitada ella tomó partido por los liberales, aunque desde la retaguardia, de una forma 'light'. «Hacía una especie de propaganda aprovechando la cercanía y el ambiente de la taberna, pero ella estaba en su mundo, luchando por la supervivencia».
Para Rodríguez Plaza lo más interesante es que una calle cacereña, y la memoria que de ello emana, esté dedicada a esta figura. «Estamos acostumbrados a grandes personajes de la historia por cualquier circunstancia, pero casi nada se suele tocar de mujeres del pueblo, menos mal que la vox populi hace que se transformen en algo fosilizado que sigue hasta nuestra época». Cree que el hecho de que sea un barrio un poco alejado del centro ha hecho que se conserve el nombre de la calle y su memoria hasta nuestros días.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión