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Mercedes y Vostell :: Kiessling
Cuando Vostell quiso vallar Los Barruecos

Cuando Vostell quiso vallar Los Barruecos

Los jefes de localizaciones de Juego de Tronos se han dado cuenta ahora de la belleza del paraje de Los Barruecos; pero, antes que ellos, lo hizo Vostell

SERGIO LORENZO

Domingo, 2 de octubre 2016, 10:37

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Los jefes de localizaciones de la serie Juego de Tronos se han dado cuenta ahora de la belleza del paraje de Los Barruecos; pero, antes que ellos, el extranjero que descubrió las posibilidades de este extraño lugar fue Wolf Vostell (Leverkusen, 1932 - Berlín, 1998). Lo cuenta su viuda, Mercedes Guardado (Ceclavín, Cáceres, 1933), en su libro 'Mi vida con Vostell. Un artista de vanguardia'.

Mercedes, que se casó con el artista en 1958, cuenta que en abril de 1974 estaban pasando unos días en Trujillo, en donde intentaban comprar una casa sin éxito. Se alojaban en el Hotel El Conquistador, en la carretera de Madrid a Cáceres, y al artista le encantaba un terreno rocoso de esa zona en donde solían jugar sus dos hijos. Fue a visitarles el pintor Juan José Narbón. «Cuando se dio cuenta de lo mucho que a Vostell le gustaban aquellas rocas - escribió Mercedes -. Narbón le dijo: 'Si estas rocas te gustan tanto, acompáñame a Malpartida, a 12 kilómetros de Cáceres, y te enseñaré las más impresionantes de la provincia'.

Animados por Narbón, e ilusionados por encontrar allí una vivienda, decidimos ir al día siguiente a Malpartida. Narbón avisó al alcalde, Juan José Lancho Moreno , de que visitaría el pueblo 'un pintor alemán de fama internacional' (...) Era el 4 de abril de 1974. Llegamos a una formación rocosa con formas bellísimas, voluptuosas y eróticas, que se encontraban al pie de una pacífica laguna cuajada de ranas; un maravilloso paisaje. Vostell quedó impresionado.

Aquellas rocas fueron directamente para él esculturas de la naturaleza. Inmediatamente lo declaró 'obra de arte de la naturaleza'. Ni las enormes rocas, ni el laberinto de espacios entre ellas, ni la colonia de cigüeñas posadas en gigantescos nidos sobre las rocas más altas, ni la variedad de pájaros ni las asustadizas lagartijas pasaron desapercibidas para Vostell. El alcalde y los concejales no salían de su asombro. No habían escuchado decir a nadie algo como aquello de aquel lugar, hasta entonces casi desconocido».

La viuda del artista afirma que él vio inmediatamente, «en aquellos espacios entre las rocas las salas de un museo». Habló enseguida de hacer un enorme museo en el que además de las rocas-esculturas de Los Barruecos hubiera arte contemporáneo. «La idea era verdaderamente maravillosa - explica Mercedes -, sería un museo como no existía ni existiría en ningún otro sitio del mundo».

Vostell siguió trabajando por hacer en Los Barruecos un gran museo. El 28 de noviembre de 1974 acude a Los Barruecos con el pintor Rafael Canogar y con Suzan Page, directora del Museo de Arte Moderno de París, contando a Enrique Romero, periodista del Diario HOY, que dentro del museo irían algunas de las rocas singulares del paraje, «en realidad estas rocas quedarían dentro del museo - indicó -. Los cuadros irían colgados de las mismas rocas que, en muchas partes, han de ser los muros del edificio».

Fue hace 40 años cuando el Ayuntamiento de Malpartida de Cáceres cedió los terrenos para el Museo Vostell Malpartida de Cáceres, y el 30 de octubre de 1976, se inaugura la primera escultura-ambiente de Vostell en Los Barruecos: VOAEX, un coche empotrado en hormigón situado al pie de las Peñas del Tesoro.

En enero de 1978 instalaría sobre otra peña cercana la escultura El muerto que tiene sed. Un cilindro de hormigón, en cuyo interior hay una caja de plomo, que fue cerrada después de que durante tres días las personas que quisieran transfirieran a su interior sus pensamientos. Junto a la escultura, una inscripción pidiendo que se abra en el año 6.978, cuando los científicos, «puedan reconstruir las miradas y los pensamientos de la energía no visual puestos en la caja».

Estas esculturas eran las primeras que Vostell iba a colocar en esta zona de Los Barruecos, según el dibujo que hizo en 1983 del proyecto sobre el Centro Cultural de Los Barruecos, en cuyo interior estaba el Museo Vostell. En ese dibujo esta zona ya aparecía cerrada con un 'muro floral'.

Esto de vallar Los Barruecos no era bien visto por parte del pueblo, entre ellos el entonces alcalde de Malpartida de Cáceres, Antonio Jiménez, que murió en 2012 después de gobernar esta localidad durante 24 años, de 1983 a 2007.

Los colosos de piedra cumplen la función que les tenía asignado Vostell, según dijo al Diario HOY hace 40 años: «Estas rocas, estas fabulosas, estas maravillosas rocas, constituyen una soberbia obra de arte de la Naturaleza que el mundo no puede ignorar. Ocurre que hay multitud de almas angustiadas con el vivir complicado de hoy, apretadas en las grandes urbes, y que pueden acaso serenarse solazándose con la monumentalidad de estos parajes».

Las grandes rocas curan el alma de los hombres, pero lo hacen sin muros, libres. Como debe ser.

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