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A sus seis años Hugo Silva acaba de aprender a quitarse las zapatillas, algo que suelen hacer sin problemas la mayoría de los niños a sus edad, pero que en su caso es algo extraordinario.
A los dos años y medio le diagnosticaron autismo severo, ... lo que le dificulta el desarrollo y el aprendizaje, por lo que Hugo tiene reconocido un tercer grado de dependencia; no come solo, lleva pañal, y no habla. «Mi hijo no dice ninguna palabra, ni tan siquiera las vocales, tan solo emite sonidos», dice indignada su madre, Sara López a la que se le caen las lágrimas mientras cuenta que jamás le ha escuchado llamarla mamá.
Pese a tener seis años, Hugo aún está en el tercer curso de Infantil del colegio San José de Calasanz, un centro que cuenta con maestras de pedagogía terapéutica y audición y lenguaje, pero que no es suficiente para el grado de discapacidad que tiene reconocido el pequeño. «Nosotros no podemos esperar a que el sistema quiera autorizarnos para llevar a mi hijo con autismo a un colegio especializado», subrayaba su padre David Silva.
Este curso los compañeros de clase del pequeño ya están aprendiendo a leer, pero David y Sara son conscientes que esto no es lo que necesita Hugo. «Yo lo que quiero es que mi hijo sea autónomo e independiente, que sepa ponerse un abrigo, y estas atenciones solo se la pueden dar en colegios especializados como Apnaba», cuenta Silva, que asegura que cambiar al niño de centro a mitad de curso no es un capricho sino una necesidad.
El deseo de estos padres se ha topado con la negativa de las instituciones, que les dicen que no será hasta septiembre cuando Hugo pueda ir a Apnaba porque el centro no tiene servicios de educación infantil, que es la etapa en la que se encuentra.
«El niño no está en primero de primaria porque cuando lo llevamos a la guardería nos aconsejaron dejarlo un año más antes de pasarlo a infantil porque su desarrollo iba por debajo de los niños de su edad», cuentan sus padres, que aseguran que de no ser por esto este año ya estaría matriculado en Apnaba. Por eso piden que ahora le adelanten de curso para poder comenzar ya en el centro especializado.
A lo largo de la semana David y Sara reciben varias llamadas del colegio de Hugo alertando de las crisis que le dan en clase «Mi hijo tiene hiperactividad asociada al autismo, le tengo que medicar para que esté calmado en clase y aún así le dan crisis y empieza a golpearse contra la pared o puede agredir a sus compañeros», cuentan preocupados porque en una de esas crisis dañe a alguno de sus compañeros o a él mismo.
Una reacción que entienden sus profesoras y los padres de los compañeros a los que David y Sara agradecen su apoyo. Quien no lo entiende, según los progenitores, es el inspector del colegio. «Nos dice que en este momento el niño no es apto para entrar en Apnaba».
El temor de estos padres no es otro que perder un tiempo de terapias y avance irreversible para Hugo, pues consideran que si estuviera todas las mañanas aprendiendo lo que verdaderamente necesita podría avanzar mucho en su estado. «El perjudicado con todo esto está siendo nuestro hijo y nosotros vamos a hacer lo que haga falta para que le den la atención que merece», zanja Silva con la esperanza de que el caso de su hijo se resuelva lo antes posible para no perjudicar su desarrollo.
Dejar de llevar a Hugo al colegio no es una opción para ellos porque entonces llamarían la atención de los Servicios Sociales. «Lo quiero llevar para que los profesores vean cuál es la situación que estamos viviendo. Para mi es la única manera de conseguir apoyo», apunta la madre, que lleva varios días recopilando firmas para pedir ayuda.
«Es indignante porque no es moral lo que están haciendo con nuestro hijo. Lo único que pedimos es que se haga justicia con Hugo y que pueda acceder al centro ya, no dentro de unos meses», zanjan sus padres, que quieren que la burocracia no sea un impedimento para mejorar la calidad de vida de Hugo.
Ante la situación de Hugo en el colegio José de Calasanz y la disconformidad que muestran sus padres para que el niño continúe en este centro, la Junta afirma a HOY que «el centro educativo cuenta con recursos para atender a los alumnos con necesidades educativas especiales». Además añaden que la Consejería de Educación es sensible a la preocupación de la familia. «Se están estudiando otras posibilidades, ya que se les ha explicado que Apnaba no cuenta con la etapa de educación infantil en la que se encuentra el alumno». Además, la Consejería destaca que van a poner todos los medios necesarios para favorecer los intereses del menor y sus necesidades, y así dar una solución lo antes posible.También se ha trasladado a la familia que desde la Consejería de Educación es una prioridad garantizar la inclusión educativa de todos los alumnos. De esta forma este curso se ha dado un impulso decidido e importante para la atención a la diversidad del alumnado. De esta forma se han puesto en marcha seis nuevas aulas especializadas TEA (trastornos del espectro autista). Una medida que es indiferente para los padres de Hugo. «Me parece muy bien la inclusión cuando es para otro tipo de patologías, pero ahora mismo no quiero inclusión para mi hijo porque no puede estar en un colegio ordinario», subraya la madre del pequeño, Sara López. En este sentido la Junta destaca que este curso se ha reforzado la atención de alumnos con necesidades especiales en otros centros educativos con la dotación de más profesionales de apoyo especializado de Pedagogía terapéutica o Audición y Lenguaje. Asimismo, se han abierto dos subsedes para la atención de alumnos que tienen trastorno del espectro autista en la región.
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