Las okupaciones se disparan en Badajoz: de 37 en 2015 a 64 hasta agosto de este año
Los datos proporcionados en el Congreso de los Diputados a una pregunta del PP reflejan el incremento en los últimos ocho años
La usurpación de un piso de estudiantes en septiembre destapó que las okupaciones han llegado a Badajoz. Los datos que se han visto en el ... Congreso de los Diputados desvelan que este fenómeno se ha disparado en la provincia. Si en 2015 se registraron 37 casos, entre enero y agosto de este 2022 se tuvo conocimiento de 64. En todos estos años, las Fuerzas y Cuerpos del Estado han sabido de 598 casos.
Los datos están en la respuesta que da el Ministerio del Interior a la pregunta formulada por los diputados populares Teresa Angulo y Víctor Píriz. En ella se recoge que el término «ocupación del inmueble» incluye dos tipos recogidos en el código Penal. Por un lado, el allanamiento de morada (artículo 202), que es el que se dio en el piso de estudiantes en la calle Altozano, y la usurpación de inmuebles (artículo 245), sean con violencia o no, y sean residenciales o no. Este último sería el caso del edificio de la Sareb en San Roque, donde los vecinos reclamaron una solución sin éxito hasta que salió ardiendo varias veces en una sola noche y la sociedad propietaria lo tapió este octubre.
La diferencia está en que el piso era la residencia habitual de los estudiantes, quienes se lo encontraron okupado el sábado previo al inicio de curso cuando llegaron a la ciudad tras las vacaciones, mientras el edificio de la Sareb no llegó a tener inquilinos oficiales porque estaba incompleto.
Los datos que el Ministerio proporciona, de todas formas, no están disgregados entre uno y otro tipo penal. Pero sí permite ver que estos casos han ido creciendo hasta superar hasta agostos en 2022 un 73% los cometidos en 2015. Este año es el primer ejercicio que aparece en la estadística proporcionada en la respuesta al Congreso.
Número de casos en Badajoz
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2015 37 viviendas
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2016 53 viviendas
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2017 80 viviendas
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2018 78 viviendas
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2019 93 viviendas
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2020 87 viviendas
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2021 106 viviendas
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2022 67 viviendas (De enero a agosto)
Aumento irregular
Como se puede ver en la tabla adjunta, los casos han aumentado de forma irregular, de manera que unos años han sobrepasado los anteriores y en otras ocasiones se han reducido sensiblemente. Pero la tendencia ha sido al alza. El curso pasado terminó con 106 casos registrados en el Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC). A estos se añaden esos casos que los afectados no denuncian, dado que recurren a otras fórmulas para recuperar sus casas. Entre ellas, la negociación directa con los usurpadores o por recurrir a una empresa dedicada a la desokupación urgente. El temor a que el procedimiento judicial se alargue hace que en ocasiones los propietarios prefieran estas otras opciones.
El Ministerio asegura que, en los casos de allanamiento de morada, que es lo que ocurrió en la vivienda de alquiler de los jóvenes universitarios, actúan de forma «urgente y perentoria, desalojando las viviendas de inmediato, siempre que se tenga permiso del morador y este haya presentado una denuncia». Esto último no se hizo en el piso de estudiantes, aunque la Policía Nacional sabía de la okupación porque fueron los propios usurpadores quienes avisaron a los agentes de que los chavales estaban intentando entrar un sábado por la tarde y no lo iban a permitir, así como los agentes estuvieron en contacto con el propietario durante todo el proceso. La pareja de okupas abandonó la vivienda por la concentración de los vecinos en la calle. Posteriormente, la Policía Nacional les detuvo por robo, dado que sacaron parte del mobiliario y electrodomésticos durante los días que usaron el piso. Los dos jóvenes quedaron en libertad con la obligación de presentarse en el juzgado a inicios de cada mes acusados de daños y apropiación indebida.
Las Fuerzas y Cuerpos del Estado, indican desde Interior, también actúan en las usurpaciones de inmuebles, residenciales o no, pero que no son morada. Esto puede ser, como se ha indicado antes, el caso del edificio de San Roque. «Aquí el proceder de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado está sujeto a una orden judicial de desalojo previa, además de la intención manifiesta del propietario de recuperar su propiedad, salvo que puedan intervenir en el momento en el que se está cometiendo el delito y sea con violencia o intimidación, en cuyo caso pueden desalojar los casos de usurpación en el momento».
El problema es que los procedimientos judiciales se alargan. Esto también se vio en el caso de San Roque, dado que la Sareb denunció la usurpación en julio de 2021 y tiene una vista judicial para identificar a los ocupantes del edificio el 12 de diciembre. Ese día, después de que el edificio esté tapiado desde el 10 de octubre, se espera que no se presente nadie en la sala y, por tanto, la sociedad recupere el edificio, lo rehabilite y lo introduzca en el mercado inmobiliario.
Los vecinos alertan de que han intentado abrir una puerta en el inmueble de San Roque
Los vecinos de las calles Gabino Tejado, Román Gómez de Villafranca y Gómez de Tordolla sienten un escalofrio cada vez que ven a alguien acercarse al edificio que ha estado okupado hasta que salió ardiendo el mes pasado.
En los últimos días, aseguran dos vecinos distintos, han visto a personas que identifican como de una misma familia «merodeando» por el inmueble y tratando de acceder. Para ello habrían intentado entrar por una puerta de crisal que queda en la calle López de Tovar, muy próxima al cuarto de contadores.
«Se ve a gente trasteando e intentando abrir, pero de momento no han conseguido entrar», señala uno de ellos.
Sareb, la sociedad que agrupa los activos bancarios de la anterior crisis, es la propietaria de un edificio que quedó a medio construir. Los vecinos vieron a los primeros okupas en 2019, pero eran familias que no dieron problemas y que se presentaron por carta en bloques cercanos. La Sareb inició un proceso de desahucio y se marcharon. Después entraron otras personas, que han ido cambiando, hasta que el edifico quedó desvalijado y generaron conflictos de convivencia en la zona, con discusiones constantes, muchas de madrugada, y daños a vehículos aparcados en las inmediaciones. A esto se une que se convirtió en un punto de consumo habitual de drogas.
Los vecinos ganaron calma cuando la Sareb tapió el inmueble a inicios de octubre, después de que el inmueble saliera ardiendo en varias ocasiones en una sola noche.
Pero quedó un acceso de cristal blindado que los residentes temen que alguien pueda romper en los próximos días.
El Ayuntamiento habría cortado la luz en los últimos tiempos para evitar enganches, pero el Ayuntamiento ya la ha devuelto. En cambio, no ha repuesto las arquetas que desaparecieron y por donde vertían los excrementos.
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