La juguetería más emblemática reabre como cervecería y restaurante en Badajoz
Las Tres Campanas atiende hoy al público, 17 años después de que la familia Guerrero comprara el edificio
Dos soldados de plomo a tamaño gigante flanquean la portada de Las Tres Campanas, que volvieron a traspasar este miércoles decenas de pacenses deseosos de ... ver el resultado de una rehabilitación que ha durado 17 años.
La familia Guerrero adquirió el edificio en 2007 para recuperarlo como un complejo hostelero de varias plantas. La baja alberga la cafetería-cervecería; la primera, el restaurante; la segunda, el salón de celebraciones para un máximo de 200 personas y la tercera, para copas. Hay una más descubierta como terraza chillout. Desde estas alturas superiores se puede acceder al hotel boutique de 15 habitaciones, que tiene su entrada propia desde la calle Duque de San Germán con una fachada moderna.
El interior del mítico comercio no ha perdido su sabor. Los juegos de formas en los artesonados, las barandillas talladas de la escalera, las bolitas de las columnas y el suelo... Todo de una madera que lleva la mente a ese momento en que uno pasaba la puerta de la juguetería pensando en la carta de los Reyes Magos, deseando de ver la caja del Scalextric, pensando en la Nancy de moda.
En recuerdo de todos aquellos sueños, el edificio cuenta con figuras de cuento. Encima del que fue el primer ascensor de Extremadura, hoy conservado para quien quiera hacerse fotos, se puede ver un caballito de los de tiovivo entre dos coches. En el salón hay también zanahorias convertidas en carros para los conejos. Los soldaditos de plomo a tamaño natural se pueden ver en la cafetería (planta baja), pero otros bastante más grandes están apostados a los dos lados de la planta cubierta más alta y dedicada en el futuro a tomar copas. Ahí hay varias barras cubiertas de mármol.
La madera y el mármol predominan en la rehabilitación del edificio
Este es uno de los materiales nobles que se pueden ver en la decoración. Blanco en las mesas redondas de la cafetería, una por cada arco de madera con un sofá forrado en el mismo tejido que la pared, todo en tonos ocre. El mármol negro está reservado para las mesas altas.
Se ha conservado el suelo de madera y se ha recuperado una pequeña parte, de cristal, en la planta inferior. En el resto, un barniz da la sensación de que se ha adosado un cristal encima.
Las paredes lucen estucos. Algunos recuperados, otros simulando los diseños antiguos.
Cada detalle está cuidado. Las servilletas del restaurante a la carta, blancas, llevan las tres campanas bordadas en dorado.
Los adornos florales juegan un papel importante. Desde las columnas macizas que parten de la cola de un pavo real en los accesos al edificio, a los árboles de almendro que crecen por las columnas del restaurante. Todo lleva la firma del Marqués de la Vaca, la marca local que tiene un sello inconfundible.
Los uniformes de los camareros han salido de los talleres de la pacense Marina Conde. O, lo que es lo mismo, de La Marquesa, una de las marcas textiles que revolucionó Madrid hace ya unos años con sus chaquetas. Había pocas guerreras iguales en el cóctel de inauguración. Algunas tenían soles bordados en la espalda, otras hombreras con flecos. La mayoría eran azul oscuro casi negro, aunque había al menos una de lentejuelas rosa.
La familia Ramallo encargó al arquitecto Ventura Vaca y al contratista Adel Pinna la construcción del edificio en 1899. Los artesonados salieron del taller de Mariano Ramallo y Ramón Salas. Toda la carpintería se adquirió a talleres artesanales de Badajoz.
En la inauguración de ayer se realizó un recorrido por su historia. Así se supo que fue un lugar donde las costureras cosían prendas militares. En recuerdo de las sastres se puede ver una máquina de coser en la planta de arriba. Después fue gran almacén, y en su época llegó a albergar una de las mayores colecciones de pana del sur de España. Fue un gran almacén con todo tipo de secciones hasta que, finalmente, se convirtió en la juguetería que hoy muchos recuerdan.
Hoy reabre al público con 45 empleados entre el hotel y el complejo hostelero. Muchos de ellos llegan con experiencia de otros restaurantes de la ciudad. Hay trabajadores que han aprendido en el Gran Casino o en El Paso del Agua. Y la familia Guerrero, que es la propietaria y muy conocida por la empresa de grúas y maquinaria de obras, está relacionada también con la hostelería.
La carta de estos negocios se conocerá hoy, dado que abren a las doce del mediodía. Para realizar reservas se puede llamar al 924290934.
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