Gévora no ha recibido las ayudas dos años después de las inundaciones
76 familias afectadas reclaman la subvención que les prometieron las instituciones tras los daños que las lluvias ocasionaron en sus casas
Con lo que siembra en su parcela y el dinero que le dejan sus hermanos vive Enrique Vizuete, uno de los vecinos de las Casas ... Aisladas de Gévora, que en diciembre de 2022 se quedó sin muebles, ropa, y electrodomésticos cuando la borrasca Efraín inundó su vivienda, ubicada en una de las parcelas de las Casas Aisladas de Gévora.
Una lancha de la Guardia Civil tuvo que rescatarle del interior de su casa, donde el agua alcanzó el metro y medio de altura y ahogó a su ganado. «Perdí 418 cabras que eran mi medio de vida, y el trabajo al que he dedicado 48 años y que aún no he recuperado», recuerda apenado este vecino a los pies de la que un día fue la pared que delimitaba su parcela de la calle, donde hoy solo quedan bloques en el suelo.
Él es uno de los 76 vecinos que 730 días después de aquella riada que pudo haber terminado en catástrofe reclama una ayuda que nunca les llegó. «Nos dijeron que la Junta había aprobado cuatro millones de euros para ayudar en la reparación de daños en casas y zonas aisladas. Hemos presentado las solicitudes y no hemos recibido nada», reclama indignado Vizuete, que dos años después aún no ha recuperado la vida que tenía antes de las inundaciones.
El agua le dejó no solo sin ganado, también sin toda la maquinaria que le permitía realizar su trabajo. «Estimo que las pérdidas totales rondan los 250.000 euros. Me he quedado sin tanques de leche, sin motores...», cuenta mientras muestra la documentación que presentó al Consistorio para recibir la ayuda.
Como él, 75 vecinos más rezan en el listado de solicitantes que se postularon para recibir la subvención de 26.750 euros por vivienda afectada que la Junta y los Ayuntamientos acordaron destinar de los fondos europeos.
Un dinero que aún espera Isabel Galán, otra de las vecinas que perdió sus muebles y electrodomésticos por las fuertes lluvias. «He estado un año cerrando la puerta de la calle con una tranca porque la riada la dobló y no encajaba», cuenta Galán que convive con la humedad en casa.
Humedad
Una humedad que solo podrá eliminar gracias a las obras, a las que no puede hacer frente sin la dotación económica prometida por las instituciones. «Hemos perdido todo, desde pertenencias hasta nuestra fuente de ingresos, es inviable hacer frente a una reforma nosotros solos», argumenta enfadada al recordar que las ayudas le fueron denegadas por falta de solicitudes. «A las pocas semanas de la inundación presentamos toda la documentación que nos requerían para poder acceder a las ayudas. También nos dijeron que iban a habilitar una oficina de apoyo para tramitarlas pero nunca fue así», afirma Isabel mientras muestra los documentos que demuestran que sí existe un registro con 76 peticiones.
Cabe destacar que de los ayuntamientos tenían un mes de plazo para solicitar estas ayudas, y que solo cinco, de los 53 que se vieron afectados se han beneficiado de ellas. Mientras que otros, como el de Badajoz anularon el programa por no tener solicitudes, pese a que la resolución de la concesión que la Junta hizo al Consistorio pacense identificó las solicitudes de 76 viviendas.
«También nos dijeron que no era posible hacer obra porque las casas estaban fuera de ordenación. Pero eso solo ocurre con las construidas tras la década de los 70. Además nuestras casas no necesitan una obra, sino una reforma», zanja Galán que en julio consiguió el permiso de obra, pero no tiene capacidad económica para poder realizarla.
María José Fernández o Yolanda Cabrilla también perdieron todo, y al igual que Isabel o Enrique solo recibieron los 3.000 euros que el Ayuntamiento dio en un primer momento a los vecinos que no disponían de un seguro de hogar.
Esto les permitió comprar colchones, ropa y hornillos para poder cocinar. Con esto sobreviven día a día mientras luchan por recibir las ayudas prometidas para poder recuperar su vida.
«Esto ocurrió por la suciedad que se acumula en el río»
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El miedo ha llegado a la vida de Miguel a los 80 años, que después de toda la vida viviendo en las inmediaciones del río Gévora ahora duerme con miedo a que la lluvia vuelva a convertir en un mar las casas aisladas, donde residen más de un centenar de vecinos. «Jamás he visto una crecida tan impresionante como la que tuvimos aquí hace dos años», recuerda.
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Para él, como para el resto de vecinos, estas inundaciones se podían haber evitado si la Confederación Hidrográfica del Guadiana se preocupara más por limpiar el cauce de los ríos. «Las orillas están llenas de zarzales que deberían quitar para poder aumentar el cauce del agua. Por no hablar de toda la suciedad que se acumula y que tapona el paso del agua por los puentes», reclama Vizuete, que desde entonces no ha vuelto a dormir tranquilo en una noche de lluvia ante el temor de que el río se desborde.
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Un temor que se ha incrementado con lo ocurrido en Valencia, pues pese a que la magnitud del desastre es mayor, los afectados de Gévora temen que esto se vuelva a repetir, y que el desastre de los valencianos borre sus necesidades aún reales.
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«Comprendo que aquí por suerte no hemos tenido muertos. Pero a nivel de daños materiales aquí hemos sufrido los mismos problemas, nos quedamos con lo puesto y las insituciones no están haciendo nada por nosotros», cuenta Francisco Bazaga que también perdió buena parte de los inmuebles de su vivienda.
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Más allá de estas ayudas, en las Casas Aisladas piden más implicación de las instituciones ya que dicen sentirse abandonados. «Necesitamos que nos reparen los caminos, la suciedad de las cunetas porque hay troncos que aún cuelgan de los cables de la luz, desde el día de la riada», subraya Bazaga que insiste en que no se puede consentir esta situación por más tiempo.
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