El encaje de bolillo está de moda en Badajoz
Más de 250 encajeras de toda España se han reunido este sábado en el Palacio de Congresos en el tercer encuentro que celebra la ciudad de este oficio artesanal
Con una veintena de bolillos, así se llaman los palos que mueven los hilos con los que se hace el encaje de bolillo, Antonia Piñero ... entrelaza un buen número de hilos blancos que forman el encaje que decorarán el pañuelo que Saray lucirá el día de su boda. Una labor que esta pacense aprendió a hacer hace siete años y de la que ha presumido este sábado en el tercer encuentro nacional de encajeras de bolillo que se ha celebrado en Badajoz.
Hasta el palacio de Congresos han llegado esta mañana más de 250 encajeras desde Zaragoza, Valladolid o Segovia. Aunque los grupos más numerosos eran de asociaciones de bolilleras extremeñas. Como Quini Morro que ha venido con su asociación de bolillo desde San Vicente de Alcántara. «Yo he aprendido a hacer bolillo hace poco tiempo. Parece muy complicado, pero una vez que aprendes es más sencillo y a mi me relaja mucho», cuenta.
Esta relajación que Morro encuentra en cruzar hilos es la misma de la que habla Antonia Piñero, que mientras coloca los alfileres para marcar los puntos de su encaje revela que este oficio es el que le está ayudando a superar la pérdida de su marido. «A mi esto me da vida, porque nos reunimos todas y me aporta mucho mentalmente porque me concentro en los movimientos que tengo que hacer y me distrae de otras preocupaciones».
Entre bastidores, abanicos y encajes también han tenido hueco para degustar dulces, ya que la asociación encajeras de bolillos 'Ciuadad de Badajoz', organizadora del evento pretende que poner en valor esta actividad. «Nuestra gran ilusión es dar a conocer más este encuentro y que cada año vengan más personas porque esto trae mucho beneficio a Badajoz«, subraya la presidenta, Isabel Ramos.
Lugar de aprendizaje
Para Isabel Ramos estos encuentros sirven para afianzar este oficio artesano que hace unos años estaba un poco olvidado pero que según percibe empieza a resurgir. «Hacer labores está de moda y hay jóvenes, pocos pero los hay, que se interesan por esto. Aquí aprendemos unas de otras porque los encajes son diferentes dependiendo de cada zona, y por tanto cómo se hacen los puntos también es diferente», explica.
En este sentido Mercedes Díez y María Bravo destacan el punto de Hinojosa como uno de los encajes más reconocidos de la región. «Tiene 33 puntos diferentes y es una especie de denominación de origen en el mundo del bolillo proviene de Hinojosa del Valle, un pueblo de la provincia de Badajoz donde se orgnizar uno de los encuentros más importantes de encaje de bolillo», apuntan.
Los puntos que las bolilleras de esta localidad no se realizan en otro lugar de España, por eso estos encuentros sirven para intercambiar aprendizaje y aprender nuevos encajes.
Cada encaje necesita un número determinado de bolillos, para hacer el ruso basta con ocho hilos, mientras que otros necesitan de 180. «Consiste en ir haciendo cruces con los hilos siguiendo siempre un patrón, que lees para saber donde hay que cruzar el hilo y donde hay que pinchar la aguja para hacer el nudo», explican.
Para estas mujeres, que aprendieron a hacer encaje de bolillos en su juventud las piezas artesanales que realizan no están lo suficientemente valoradas. «No se reconoce el trabajo que conlleva hacer esto, y los jóvenes menos aún. Hay mantillas, como las de Almagro que se tardan años en hacer porque utilizan más de 300 bolillos, de ahí su precio», zanja María Bravo.
Compra de material
Para todas ellas, otra de las cosas positivas de estos encuentros más allá del aprendizaje de nuevas técnicas es la adquisición de material. Las bolilleras cuentan que no es fácil encontralo en las mercerías, de ahí que la decena de puntos de venta que había esta mañana en el Palacio de Congresos estuviesen llenos. «Tenemos que aprovechar y comprar aquí porque los hilos si es fácil conseguirlos, pero los patrones, bastidores o bolillos no los encuentras en nignún sitio».
Los encuentros son el lugar ideal para que Edurne Ibáñez venda sus productos. Esta diseñadora de bolillos recorre junto a su madre los diferentes encuentros que se organizan, ya que son ventas aseguradas. «No tenemos tienda física, por lo que todo lo que vendemos lo hacemos a través de Internet o en estos lugares», destaca.
Para ellas fue una buena mañana porque vendieron un buen número de patrones que ellas mismas diseñan. «Es muy complicado crearlos porque aunque cualquiera puede dibujar, hay que tener en cuenta que el entramado que dibujes tiene que llevarse a los hilos, de ahí que sea necesario para diseñarlos saber hacer bolillo», cuenta su creadora que matiza que todos los diseños que venden están registrados y tienen derechos de autor.
Los patrones de Maxbolillos van desde los tres euros hasta los veinte, y son los que ayudarán a Ana López ha hacer su primer abanico. «Hasta ahora solo he hecho encaje de tapetas pero tengo ganas de hacer un abanico y me han aconsejado empezar con uno de estos diseños que es más sencillo».
Los consejos y la ayuda que se daban esta mañana entre las encajeras es uno de los éxitos del encuentro, apuntaba Ramírez que destacó la unión que existe entre todas las participantes. «El bolillo sigue muy presente en la sociedad y cada día se ve más a través de las redes sociales y es más sencillo intercambiar técnicas», sentenciaba mientras hacía un llamamiento a la juventud para que se animen a aprender estas labores y no caigan en el olvido.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión