Cuarenta años de clases de flamenco en Badajoz
Pilar Andújar ·
La primera academia que se creó en Badajoz cumple años con una actuación en el López de AyalaPilar Andújar jamás vio a nadie bailar flamenco en su casa, como tampoco el apellido Andújar que tomó de su abuela para hacerse un hueco ... sobre los escenarios estaba vinculado a los espectáculos.
Creció escuchando a los Beatles y a los Rolling Stones pero también a Bambino o la Paquera de Jerez, que fue lo que la llevó a convertirse en bailaora de flamenco, arte que desde hace 40 años enseña en la academia de flamenco que lleva su nombre.
«En mi casa había un ambiente cultural muy variado, se escuchaba de todo», rememora. Esto, unido a la expresividad flamenca de su madre, que le transmitió su gusto por este género, hizo que con ocho años ya bailara rumbas delante del público.
«Lo poco que sabía lo aprendí en el salón de mi casa, me ponía el tocadiscos y bailaba rumbas imaginando que estaba rodeada de público», recuerda.
Antes de ser conocida como Pilar Andújar, nombre artístico con el que en Sevilla se dio a conocer de la mano de su profesor de Flamenco José Galván, en el barrio de La Paz todos la conocían como 'Micaelilla la rumbera'. Así la llamaba su abuela cuando a los ocho años su madre la llevaba a bailar a las residencias o a las fiestas de los barrios pacenses.
«Mis padres me llevaron a Sevilla porque en Badajoz no había nada, tan solo una escuela de sevillanas. Allí aprendí la estructura del flamenco con Matilde Coral y José Galván, que ha enseñado a las grandes figuras y también marcó mi carrera», recuerda Pilar al explicar que para bailar flamenco hay que conocer las escobillas, sus silencios con sus falsetas, sus términos por bulerías y sus compases.
Unos términos que no estuvieron presentes en Badajoz hasta el año 1984, cuando a los 17 años Andújar abrió su primera academia de baile. «Yo quería seguir siendo bailaora, pero quería enseñar, porque en Badajoz estábamos huérfanos de alguien que enseñara a bailar flamenco».
Con la experiencia de las clases que ya había dado en las asociaciones de vecinos comenzó su primer curso de flamenco. Casi a la par del nacimiento de su academia lo hizo también su alumna María Méndez, que creció viendo por la vitrina cómo Andújar enseñaba flamenco a un centenar de pacenses. «Vivíamos cerca de la academia y me encantaba ver cómo bailaban porque en mi casa siempre ha gustado mucho el flamenco, así que con siete años le pedí a mi madre que me apuntara a sus clases», cuenta Méndez, que pasó de ser una de sus alumnas a formar parte con Andújar de muchos de sus espectáculos.
«Me costó mucho trabajo porque en aquella época para bailar flamenco había que luchar contra los tradicionalismos y no había cultura flamenca en lo que a baile se refiere», explica Andújar, que asegura que consiguió abrirse camino en Badajoz a base de tiempos y resultados.
El primer movimiento que enseña en su escuela es el de las manos. Después de eso viene el aprendizaje del compás y aprender a diferenciar los diferentes palos de este género como las alegrías la caña o la soleá.
María fue una de las niñas que fue a bailar a un programa de televisión de la mano de la academia. «Fue una experiencia muy buena no solo para nosotras, también para Badajoz», cuenta esta alumna, que pese a que no se dedica exclusivamente al flamenco forma parte de buena parte de los espectáculos que organiza Pilar. Esta asegura que es un baile inclusivo porque dota de capacidades a todas las personas.
Desde personas sordas a mujeres masectomizadas. Andújar asegura que el flamenco es para todos. «He intentado que el flamenco sirva de herramienta para ayudar a las personas porque mis padres siempre me enseñaron la importancia de ayudar», apunta para recordar que los movimientos flamencos de los brazos ayudan a prevenir y reducir las secuelas físicas del cáncer de mamaos. De ahí su colaboración con la Asociación contra el Cáncer.
Espectáculo
Más allá de que el flamenco sea una herramienta, para Pilar es la expresión de los sentimientos y por tanto aquello que le ayuda a gestionar su salud emocional.
Precisamente sus emociones están a flor de piel por el aniversario que celebra este curso, en el que cuenta con más de un centenar de alumnos que acuden a clases de sevillanas, rumbas, flamenco.
«En estos 40 años habré enseñado a bailar flamenco a cuatro mil personas solo en Badajoz, pero también he dado clases en Cáceres, en Portugal. Es muy satisfactorio cuando ves el progreso o lo que ayuda esto a algunas mujeres para empoderarse», asegura.
Para celebrar su carrera, Andújar quiere representar en el Teatro López de Ayala su coreografía más emblemática. Lo hará acompañada de sus alumnas, y el que fuera su profesor en su juventud, José Galván. «Va a ser muy especial porque influyó mucho en mi vida, y quiero que mi espectáculo sea una mirada atrás a las personas que han influido en mi vida, como mis maestros, mis padres», revela emocionada porque el espectáculo estará dirigido por su hijo, el bailaor Diego Andújar.
La preparación de esta celebración ha servido a Pilar para tomar conciencia de lo que ha luchado para que el flamenco tenga un hueco en Badajoz. «Comencé como generación espontánea siendo bailaora, yo no nací en una cuna flamenca, ni mi familia era artista. Pese a que no sabía música les tenía que decir a los guitarristas cómo lo tenían que hacer para bailar, porque no se toca igual que para el cante», explica recordando que en aquella época tuvo que luchar contra las tradiciones, ya que el flamenco estaba considerado un género andaluz. «Tuve que explicarle a todo el mundo que no quería hacer folclore andaluz, yo lo que quería era hacer flamenco como arte universal y por entonces muchos confundían el traje de flamenca con el traje regional de Sevilla», subraya.
Pilar espera con ganas a que llegue el mes de abril para subirse a las tablas del López, pero lo más importante para ella es que sus alumnas tengan una buena experiencia de sus clases.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión