Cáritas gestiona 17 pisos para personas sin hogar en Suerte de Saavedra

Personas que intentan superar una adicción, hombres y mujeres que han sido expulsados de las viviendas en las que residían o familias monoparentales que han sufrido algún tipo de violencia se han convertido en los primeros beneficiarios de un proyecto que se lleva a cabo en un edificio cedido a Cáritas por la Junta de Extremadura y que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Badajoz.

Explica el vicario general de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz, Francisco Maya, que la novedad de este proyecto radica en que «desinstitucionaliza» la atención a las personas sin hogar que hasta ahora se ofrecía en el Centro Hermano de Huerta Rosales, convertido ahora en un recurso de emergencia para las personas sin hogar que todavía no han iniciado un proceso de reinserción.

El bloque en el que se presta el nuevo servicio se encuentra en la calle Ventura Reyes Prosper de la barriada de Suerte de Saavedra, en el edificio de viviendas de la Guardia Civil que fue parcialmente ocupado y que en fechas recientes ha rehabilitado la Consejería de Infraestructuras, Transporte y Vivienda de la Junta.

Uno de los portales de ese edificio está compuesto por viviendas sociales que fueron entregadas hace varias semanas a familias con pocos recursos que necesitaban una vivienda. Otro portal es el que ocupa Cáritas, en el que han sido habilitados dos pisos tutelados con 6 plazas cada uno, 10 pisos supervisados, 5 viviendas de larga estancia para familias y 2 viviendas de emergencia.

Las viviendas tuteladas están pensadas para personas que están superando una adicción, razón por la que están acompañados las 24 horas del día por profesionales de Cáritas. «Cada usuario tiene una habitación individual, algo que no era posible en el Centro Hermano», detalla Elisabeth Ballesteros, directora del Programa de Vivienda de Cáritas.

Distinto es el funcionamiento de las viviendas supervisadas, cuyos usuarios también son apoyados por los profesionales de este programa pero no existe ese acompañamiento permanente. En este caso, los beneficiarios son personas con escasos recursos que han perdido la vivienda en la que residen y siguen un programa que busca reinsertarlos laboral y socialmente para que puedan vivir de nuevo de una forma autónoma.

Finalmente, hay pisos dedicados a familias monoparentales en los que se trabaja tanto con los progenitores como con los menores, a los que se ofrece apoyo de todo tipo, tal y como ha explicado una mujer marroquí que se ha instalado junto a sus dos hijas después de ser víctimas de una agresión y quedarse sin recursos económicos.

La directora del programa ha destacado que este nuevo bloque da respuesta a un colectivo, el de las familia con hijos, que hasta ahora no encontraba una respuesta adecuada en los centros de Cáritas. De hecho, las cinco viviendas para familias ya han sido ocupadas por varias mujeres con hijos a su cargo y por un padre que se ha instalado junto a su hijo.

Tras dos meses de funcionamiento, los pisos cuentan con 45 usuarios y disponen de otras 21 plazas para ir dando respuesta a personas que vayan precisando este recurso en el que Cáritas ha invertido 170.000 euros.

Esta ONG de la Iglesia también mantiene en servicio el Centro Hermano, convertido ahora en un hogar de mínima exigencia abierto a personas que necesitan un lugar donde dormir y asearse pero que rechazan iniciar el proceso de desintoxicación y reinserción que ofrece Cáritas.

En cuanto al centro que hasta ahora funcionaba en la calle Bravo Murillo, Cáritas ha vendido en fechas recientes el edificio, por lo que ya ha dejado de funcionar.

La intención de Cáritas es poner en marcha en Mérida un servicio similar al que presta en Suerte de Saavedra, razón por la que ha iniciado contactos con las instituciones públicas.