Un año para que el Campillo deje de ser un descampado

Las obras que van a comenzar ahora son las de urbanización, es decir, las que preparan el suelo para hacerlo habitable con tuberías, desagües y cables, y las que devolverán al Campillo sus calles históricas. Con estos trabajos no se verán levantar las 35 unifamiliares, para eso aún habrá que esperar, pero el Campillo volverá a formar parte de la ciudad tras ser un enorme solar vallado desde marzo de 2020.

A falta de formalizar el contrato, las obras se han adjudicado provisionalmente a la UTE Construcciones Majoin S.L. y Aglomerados Araya S.L., que es la única oferta que ha recibido el Ayuntamiento. Lo harán por 2.192.538 euros, un presupuesto muy ajustado al precio de licitación que era de 2.255.000 euros.

La actuación más importante de la primera fase del proyecto de urbanización, que se aprobó en 2014 y se modificó el año pasado, es la recuperación de las calles históricas Castillo, Peralillo, Campillo y los tramos excavados de Costanilla, San Lorenzo y El Brocense.

Además, el nuevo Campillo estrenará una nueva calle, que en realidad estuvo en el callejero pacense desde finales del siglo XVIII hasta inicios del XX. Se trata de la vieja calle El Toril, que nacerá en la esquina de la calle El Broncense con el entorno de la Torre de Espantaperros y se prolongará hasta la calle Peralillo, en su entronque con San Lorenzo. En la práctica, esta vía será la conexión directa entre la Plaza Alta y plaza de nueva construcción.

Todas la calles serán peatonales y se harán directamente con plataforma única, salvo la calle Campillo que es la que sube desde la ronda del Pilar, que sí contará con un carril para el tráfico y otro reservado para las bicicletas.

Pero antes de que empiecen a poner el granito de Quintana en las calles y coloquen bancos de mármol blanco de Vila Viçosa, el trabajo se concentrará en el subsuelo donde el nuevo Campillo estrenará tuberías de agua, saneamiento y la instalación de redes de electricidad, gas y comunicaciones.

Otra de las actuaciones de mayor impacto será la relativa a la accesibilidad. El Campillo se asienta en una de las laderas de la Alcazaba, lo que hace que el terreno tenga una fuerte pendiente. Para resolverlo, en algunas calles el proyecto contempla combinar tramos cortos de escalones con terrazas de descanso. Esta solución, por ejemplo, se pondrá en práctica en el rediseño del acceso de la puerta de Mérida, la que está a continuación de los jardines de La Galera.

Actualmente la acera está por encima de la cota de esta puerta, que está permanentemente cerrada. Durante estos trabajos, el suelo se va a rebajar para que las cotas coincidan. Esto formará parte de la remodelación que afectará también a la calle Castillo, que es la que separará la Torre de Espantaperros y los jardines de La Galera de futuros unifamiliares. El espacio público se ampliará en este tramo, que fue uno de los compromisos que permitió dar luz verde a la construcción de viviendas en el nuevo Campillo, que era separarlas de la zona monumental para no tapar su visión.

También se ganará un amplio espacio púbico entre las calle Peralillo y Jarilla. Ahí irá una nueva plaza, pero su construcción no se incluye en el listado de trabajos de la primera fase de urbanización del Campillo, por lo que se acometerá posteriormente. A su configuración inicial, se le incorporarán dos hallazgos arqueológicos: los restos del pavimento de una casa solariega y la estructura de la fragua de hierro desmontada de la zona alta que son, a falta de la última palabra de Patrimonio que tiene que emitir su informe final sobre la excavación, los hallazgos arqueológicos de mayor relevancia.

No obstante, Patrimonio ha autorizado al Ayuntamiento a iniciar las obras de urbanización del Campillo pero con la condición expresa de que la empresa adjudicataria que realice los trabajos, haga las excavaciones pendientes de los silos que están debajo de la fragua retirada y del muro de la zona oriental.