El Ayuntamiento permitirá que se abran nuevos bares en el Casco Antiguo de Badajoz
Tras doce años sin conceder nuevas licencias, se permitirá la instalación de nuevos negocios de hostelería, salvo de discotecas
El Ayuntamiento acaba de levantar el veto a la hostelería en el Casco Antiguo. Tras doce años sin que se haya firmado una licencia municipal ... para autorizar la apertura de nuevos negocios de restauración, un decreto del alcalde abre la puerta a que nuevas cafeterías, bares y restaurantes se instalen en el Casco Antiguo. La prohibición derivada de la declaración del barrio como Zona Acústicamente Saturada (ZAS) solo se mantiene para bares de copas y discotecas, que seguirán vetadas.
La decisión llega ahora que ha caducado el título de barrio saturado de ruidos que lleva recolgando el Casco Antiguo desde diciembre de 2010. Tras renovarse la declaración de ZAS en dos ocasiones más en los años 2014 y 2019, el Ayuntamiento inicia ahora un nuevo expediente para ver cómo están los niveles de ruido en el barrio.
Se pretende con esto saber si la contaminación acústica se mantiene o, por el contrario, se puede liberar de un problema que, en doce años, ha frustrado muchas inversiones, ya que en la práctica la parte afectada por el título de ZAS abarcaba casi la totalidad del Casco Antiguo.
Hasta que se hagan las nuevas mediciones de ruido, el alcalde ha decidido por decreto mantener el Casco Antiguo como Zona Acústicamente Saturada pero flexibilizando las implicaciones que, en este tiempo, ha tenido para el desarrollo económico del barrio.
Lo hace permitiendo que se puedan abrir nuevos negocios de hostelería en el barrio, salvo aquellos dedicados al ocio nocturno, por considerar que son el foco de los problemas de ruido que ha sufrido el barrio.
De esta manera, a partir de ahora cualquier negocio de restauración puede solicitar autorización para instalarse en barrio histórico y, los que ya funcionan, pueden acceder también a las licencias para reformar o ampliar los locales, una opción que tampoco se ha permitido en estos últimos años.
Congelados desde 2010
Desde 2010, la cifra de bares, restaurantes y cafeterías del Casco Antiguo está congelada en 73 negocios. En estos doce años, lo único que se ha permitido es el traspaso de negocios de hostelería que tuvieran licencia en vigor, de ahí que sí se hayan cerrado o abierto bares en este tiempo pero siempre en los mismos locales y sin poder hacer reformas de calado en ellos.
La normativa del ruido, reconoce el concejal de Urbanismo y Protección Ambiental, Carlos Urueña, ha supuesto un freno para iniciativas de rehabilitación que involucren actividad comercial u hostelera». Pone como ejemplo la del proyecto que recibió el Ayuntamiento para rehabilitar el antiguo convento de las trinitarias en la calle Concepción Arenal, cuyos promotores pretendían transformar en un espacio de trabajo compartido que incluyera cafetería. Este último servicio impidió otorgarles la licencia de rehabilitación de un inmueble en el corazón de El Campillo.
«El Casco Antiguo ha perdido muchas inversiones en este tiempo porque hemos rechazado muchas licencias»
carlos urueña
Concejal de Urbanismo
«El Casco Antiguo ha perdido muchas inversiones en este tiempo, porque hemos tenido que rechazar muchas licencias de apertura», reconoce el edil.
El acceso además a poder montar negocios de hostelería en locales grandes vacíos también abre la puerta a la llegada de restaurantes o cadenas en el Casco Antiguo, que antes no podían instalarse porque la mayoría de los locales que se traspasaban eran pequeños.
Esta flexibilización de las restricciones por el ruido llega en un momento muy delicado para los negocios de hostelería en el Casco Antiguo, derivado de la falta de actividad durante los dos primeros años de pandemia y del cambio de hábitos que ha traído, ya que el grueso del ocio nocturno se ha traslado a otras zonas de la ciudad, sobre todo al río, y eso ha restado mucha afluencia de público a los negocios del barrio.
«Va a ser un cambio importante que al Casco Antiguo le va permitir coger oxígeno. No permitir hacer nada no es bueno porque la noche se ha ido de ahí y eso ha arrastrado a la gente que iba a comer o cenar al Casco Antiguo», reconoce Urueña.
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