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Domingo, 17 de febrero 2019, 10:12
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Mostrar lo que España debe a la mar. Poco se habla de los 250 años de dominio sobre el Pacífico y José Ángel Sande Cortizo reivindica esa época. Su vida militar y marítima empezó en 1968, cuando consiguió el despacho de alférez de la armada. Se jubiló en 2010 como subdirector general de planificación del Ministerio de Defensa. En Aula Hoy hablará sobre 'España, dueña del Pacífico. El Galeón de Manila y la primera globalización'.
-En esa época españoles y portugueses son dos pueblos llenos de energía y volcados hacia el océano. Había ansias de crecer y en la Europa parcelada no se podía. Había que abrirse por mar. Castilla mira hacia el Pacífico porque Aragón tenía la hegemonía en el Mediterráneo occidental.
-Utiliza la diplomacia para resolver conflictos. Dice bueno, vais fuera, pero no os peleéis entre vosotros. Vamos a repartirnos el mundo exterior. Viendo lo que habían logrado España y Portugal, el resto de naciones se lanzan a la misma campaña marítima . Pero cien años después.
-Yo no soy historiador. La historia me vale para mejorar mi oficio, el de la mar y el de las armas. Sevilla bullía en ese momento de gente deseosa de salir hacia fuera. En el viaje de Magallanes había españoles de todos los puntos, incluso de otros países europeos. Era la cultura del momento. Los más destacados fueron Magallanes, que había renunciado a su nacionalidad portuguesa, y Elcano de Guetaria, pero hubo gente muy preparada y aventajada que participó en expediciones.
-En estas fechas el escorbuto era algo desconocido y se sufría. Ocasionaba muchas bajas. Sobrevivían por la disciplina a bordo. Tanto en el almacenamiento como en administración de víveres mantenían un férreo control. Esa disciplina no desmerece a la que pueda haber hoy en alguno de nuestros barcos de guerra.
-Navegaban con medios primitivos. La brújula, la corredera y la observación de la meridiana. La latitud no era un problema. Se observa el sol a la meridiana y calculas en qué latitud te encuentras. Pero la longitud era otro cantar. La estimaban según la velocidad y el rumbo, aunque muy lejana. A veces, se denominaba punto de fantasía. Una mera estimación. Eso habla del coraje y de la decisión de estos hombres a echarse a la mar. Les impulsaba la fe en llegar a algún sitio y en alcanzar sueños.
-Lo estimaban. Las dimensiones de la Tierra eran supuestas, lo que no sabían, por ejemplo, era si iban a tener buen tiempo. Desde Panamá a Manila hay catorce mil kilómetros. Exagerando mucho podemos decir que navegaban a veinte kilómetros por hora. Además no se podía hacer en línea recta por los vientos. Fue un asombro todo eso. Hay un verso que dice que la mar empieza en el asombro de unos ojos y acaba en una orilla sin final. Asombro. Es lo que produce a nuestros ojos las hazañas que en las orillas sin historia final escribieron aquellos hombres que se dieron a la mar. Lo que hizo España una vez circunvalada la tierra no tiene parangón.
-Nuestros barcos consolidaron un comercio global entre Asia, América y Europa. Se gestó una relación comercial inexistente. Y eso se mantuvo hasta 1815. Cualquier buque de vapor de la Revolución Industrial podía hacerlo, pero nuestros antepasados lo hicieron con barcos de vela de veinte o treinta metros.
-En estos tiempos mucha gente cree que lo anterior no vale para nada. Pero somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos. Con esta conferencia pretendo revivir y despertar la curiosidad por recordar aquello que fuimos. Con luces y sombras, por supuesto. Ponemos en común hechos, biografías y contextos para que mucha gente se sienta orgullosa de este pasado.
-Los historiadores acuden a razones históricas. Yo no soy historiador, pero como observador creo que ocurrió lo que le ocurre a todos los organismos humanos. Nacen, crecen, se desarrollan, llegan a su esplendor y en un momento determinado caen en decadencia. Es algo propio en lo humano. La vida, una vez nacida, no puede durar eternamente. Se pueden mirar mil causas para explicar el por qué en 1815 se terminó nuestra presencia en el Pacífico. Pero la esencia es que crecimos y caímos. Pero crecimos más que nadie en el mundo. España, sin la mar, no sería lo que fue. No podemos ignorarla. Y si alguien cree que este país que puede vivir sin la mar, otros vivirán mejor que nosotros.
-Desde luego, sin Magallanes, Elcano no hubiera llegado a donde llegó. Pero sin Elcano, lo de Magallanes habría acabado. Uno y otro son imprescindibles. Son dos figuras que no se entienden el uno sin el otro. Es como preguntar si prefieres a mamá o a papá. Ambos resultan necesario e imprescindibles.
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